Islas de Toas, donde realmente se
vive “el infierno” del chavismo
“Los habitantes de las islas que conforman el municipio Almirante Padilla al norte del estado Zulia se declaran en emergencia. Pasan hasta seis días continuos sin servicio eléctrico y el agua potable no existe desde hace cierto tiempo”.
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■ Un día sin pescar es un día sin comer. Los maestros comentan que cuando no hay buena pesca, los hijos de los pescadores no van a la escuela por falta de alimentos.
■ Cuando falla este servicio básico, las telecomunicaciones también se ven afectadas. Así resulta cuesta arriba comunicarse con familiares fuera de la isla, informarse sobre los acontecimientos en el país o acceder a servicios de internet.
■ Los habitantes de esta isla al norte del Lago de Maracaibo luchan para sobrevivir en medio de la deficiencia en los servicios fundamentales. A las fallas en la electricidad, en el sistema de salud y educación se suman las dificultades para conseguir agua potable y alimentos.
Maracaibo, municipio Mara.- Los habitantes de esta isla al norte del Lago de Maracaibo luchan para sobrevivir en medio de la deficiencia en los servicios fundamentales. A las fallas en la electricidad, en el sistema de salud y educación se suman las dificultades para conseguir agua potable y alimentos.
Islas de Toas es la capital del municipio Almirante Padilla. Allí se agrupan las isletas San Carlos, Zapara y Sabaneta de Montiel que conforman este archipiélago de 139 Km2, donde los servicios públicos están ausentes para la desgracia de sus habitantes.
Los isleños denuncian la precariedad que los agobia. Falta de agua potable, un derecho humano consagrado en la Constitución de la que tanto habla el régimen chavista cuando buscan justificar algunas de sus acciones políticas.
A la falta de agua, se le suma la irregularidad en el servicio eléctrico, la ausencia de transporte lacustre, el desempleo y el azote de las mafias delictivas, son el pan de cada día de los habitantes de la zona pesquera, actividad económica que está en extinción por la inseguridad y ausencia de combustible.
En otrora, los residentes del municipio recibían agua a través de una gabarra que salía desde El Moján, ubicado en el municipio Mara, hasta Isla de Toas. De allí era transportada el agua hasta San Carlos, Maraca y Sabaneta de Montiel, estos dos últimos los islotes los más desolados, hoy consumidos por la desidia, la miseria y el abandono.
La agonía de no tener agua:
Las dos plantas desalinizadoras, una ubicada en Isla de Toas y la otra en San Carlos, están inoperativas, lo que aleja la posibilidad del consumo de agua potable. Los isleños calificaron la gestión del exalcalde del Psuv, Héctor Nava, como una de las más nefastas en la historia de la localidad. El bombeo de agua desde la estación Punta Arenal en Mara también cesó desde mediados de 2019.
Aura Díaz (seudónimo de una habitante de Isla de Toas, quien pidió preservar su identidad) contó que en el municipio tan solo hay un camión cisterna que distribuye el preciado líquido, por lo que en las calles solo se observan montones de pipas “para mendigar aunque sea 100 litros de agua. Tener sed y no tener qué tomar es muy feo. Desesperante el llanto de los niños. Es desesperante”.
Al frente de las casas ahora están colmados de potes plásticos para colectar un poco de agua cuando pase el camión. “Nunca en mis 60 años de vida había vivido una situación tan crítica y dura. No hay trabajo ni agua ni luz, nada de nada. Nos estamos muriendo de hambre y sed. Necesitamos que nos ayuden”.
Peor el remedio que la enfermedad:
La única solución para mitigar la sed que consiguen los pobladores es consumir el agua de la playa. El líquido lo hierven y luego lo ingieren. También utilizan el agua del mar para satisfacer las necesidades en el hogar.
Saben el riesgo que corren al ingerir esta agua, pero los síntomas de deshidratación ya se observan en sus habitantes con piel reseca y severas enfermedades estomacales.
En la década de los 90 era usual que una de cada cinco familias tuviera una pequeña lancha para trabajar y transportarse. Hoy esa posibilidad se esfumó por la inseguridad y la crisis de combustible. En la actualidad, las canoas andan a vela o con remos, y llevan un mechurio encendido. Se trasladan hacia Zapara a recolectar agua del Mar Caribe que colinda con esta isla. El recorrido ida y vuelta es de aproximadamente dos horas. También acuden a los pozos ubicados en cada islote para recolectar agua.
La migración también tocó a los isleños. Quedan alrededor de 8 mil habitantes en estas islas de casi 15 mil que residían allí en su mejor momento.
Pero no solo la falta de agua o combustible agobian a estos zulianos. El hambre también es un grave problema en la zona. Se conoció el caso de la muerte por desnutrición del pequeño Alejandro Ortega. Con 4 años de edad, apenas pesaba 5 kilogramos. Falleció a mediados de marzo de este año. Sus padres tenían cómo garantizar una alimentación balanceada al niño, quien además era portador de VIH, virus que también contrajo su madre.
Un factor de alerta para las autoridades es el alto índice de contagios de enfermedades de transmisión sexual en las islas, dato aportado por los moradores de la zona. Tristemente la prostitución gana cancha ante el hambre de muchas mujeres.
En penumbras:
La isla Sabaneta de Montiel tiene cuatro años sin electricidad, porque se robaron el cable sub-lacustre que surtía energía desde la Isla de Maracas, la cual ya tiene 3 años sin agua potable. Los casi mil habitantes que allí viven, suplican por una solución para saciar la sed.
En estas islas también alberga integrantes de las etnias indígenas originarias como los Paraujanos Añú y Guajiros Wayú que también claman por atención en salud.
El hospital de Isla de Toas, tipo 1, está funcionando solo con el personal que labora 24 horas. Médicos, enfermeros y camareros reiteran que la crisis hídrica es preocupante.
El personal de salud denunció que trabajan con las uñas. No hay agua ni insumos para la atención de pacientes. Lo más alarmante es que no siempre cuentan con lancha o combustible para trasladar a los enfermos.
Virgina Nava, médico y directora del Hospital de Isla de Toas, denunció que solo cuentan con un tanque de mil litros que lo llenan con agua de pozo, lo que cual no es garantía de la calidad del líquido. Triste, angustiada y preocupada contó que buscan agua en la playa para usarla en las salas sanitarias y limpiar las instalaciones.
Nava ve con preocupación el ascenso de los casos de desnutrición en Maraca y Punta Manglar, en su mayoría infantes y adultos mayores. Dijo que atiende por lo menos a 100 habitantes de estas islas que carecen de una alimentación adecuada.
La doctora Nava clama por la ayuda de organismos internacionales para sus pacientes y en general para todos los habitantes de la isla. A su juicio, a las autoridades gubernamentales parece no importarle las carencias que atraviesan los isleños.
Asegura que se las ven duras en todos los sentidos para alimentarse y consumir agua potable. Para muchos comprar un medicamento es inalcanzable. Contó que el ambulatorio funciona a medias y los cuatro Centro de Diagnostico Integral (CDI) están cerrados por la inexistencia del agua potable. Así quedan en el aire los enfermos, los que necesitan consultas y quienes en algún momento presenten una emergencia.
Olvidados por el régimen:
Ante la alarmante situación que viven sus moradores, pareciera que a las autoridades municipales y nacionales no les importara las penurias de estos zulianos.
El diputado Virgilio Ferrer calificó como otro delito de lesa humanidad que carga a sus espaldas el régimen madurista, el hecho de que los isleños ni siquiera puedan mitigar la sed. “Es una violación a la humanidad”.
Elevará su voz en la Asamblea Nacional de 2015 para que se haga un reclamo y los zulianos sean rescatados de la desidia e irresponsabilidad, pero con especial atención a los habitantes de Almirante Padilla, donde su gente vivía de la pesca, turismo, economía informal y el empleo de la administración pública, fuentes de trabajo que están prácticamente desaparecidas.
“Vamos a exigir al régimen que solvente las carencias, que aprueben los recursos para activar la estación de bombeo y poner operativas las plantas desalinizadoras creadas por Manuel Rosales. Seremos vigilantes de que los recursos sean utilizados para ello y no desviados por manos inescrupulosas que matan lentamente al pueblo”.
El declive del turismo:
Ybiray Villalobos posee más de 25 años trabajando en turismo y mostrando al mundo las bondades que del estado Zulia. Dijo que el municipio Almirante Padilla es uno de esos lugares que estaba incluido en la agenda de los visitantes.
Enfatizó Villalobos que esas bellas islas están allí esperando ser atendidas, ser desarrolladas y sobre todo valoradas por aquellos que tienen el poder. Un buen plan de turismo con condiciones óptimas sería una fuente de ingreso atractivo para brindar calidad y atención para propios y visitantes.
Lamentó la experta en turismo que Almirante Padilla esté tan desasistido por el tema de seguridad, infraestructura y carencia de agua potable.
Para Villalobos todos los islotes cuentan con bellezas naturales increíbles y monumentos arquitectónicos de gran valor histórico. Una salina que podría ser productiva. Concluyó que es un espacio con un potencial turístico enorme, pero que por sí solo no es posible sostener.
Recordó que en años anteriores tuvo la oportunidad de mostrar este municipio a diferentes turistas nacionales e internacionales. “Si bien es cierto que en este pedacito del Zulia no todo está hecho y consolidado, también lo es que hoy muestra su peor rostro geográfico, en infraestructura, en calidad de vida y atención”.
En las islas solo se observan rostros de hambre, dolor e incertidumbre. Hacen un llamado desesperado al gobernador Manuel Rosales para que extienda los programas sociales hasta allí y rescate la planta desalinizadora de agua, la cual fue calificada como una bendición y gran obra en su momento, y que hoy está abandonada por culpa de quienes juegan con el hambre y la sed de ese pueblo olvidado.
Un día sin pescar es un día sin comer:
Isla de Toas es un pueblo de pescadores que encuentran en las aguas del Lago de Maracaibo una oportunidad de subsistencia. Pescan curvina, bagres y pescado blanco y los venden en los mercados del municipio Mara.
Deslin Almarza, un pescador del caserío Tara-Tara, cuenta que está en este oficio desde los 13 años. Ahora, a sus 50 años, dice que los tiempos han cambiado. “No nos llega el combustible a la isla. Tenemos que ir hasta El Moján, pero nos atacan mucho”, dice Deslin para hacer referencia a que si hay funcionarios de la Fuerza Armada Nacional puede significar que los retengan hasta que les den carburante o parte de la pesca del día.
La gasolina deben comprarla a precios del mercado negro. Un litro puede costar un dólar y medio. Parten de la isla con una docena de garrafas vacías, en las que pueden almacenar de 65 a 70 litros. Esto puede rendir para dos o tres días de trabajo. Cuando no hay gasolina, deben pescar con anzuelo en las aguas más cercanas. Se trata de otro tipo de pesca, uno más lento y también menos efectivo, en el que se pone a prueba la paciencia, “a ver qué se consigue”.
No nos llega el combustible a la isla:
“La gasolina nos da muy duro. Aquí es trabajar día a día. Si descansamos un día, nos morimos de hambre”, advierte el hombre. En buenas temporadas, como la que viven en los primeros meses del año, pueden volver a casa hasta con 200 kilos de pescado. Eso se traduce en poder hacer las tres comidas del día. En las malas, llegan a casa con apenas unos 20 kilos.
“Cuando hay escasez nos ponemos flacuchentos”, sentencia Deslin. En promedio, cada tres meses hay una baja en la pesca, y luego remonta.
Un kilo de curvina puede costar 10 dólares, en promedio. Es el que mejor se vende. Luego de una jornada, la esperanza está puesta en una exitosa venta, pues de ello depende no solo la alimentación de las familias, sino la compra de combustible para continuar la diaria labor de buscar el sustento.
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*Adriana González Boscán. Periodista y escritora. Coordinadora de comunicaciones.
Por: Adriana González
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Caracas, 01 de abril de 2022
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