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Thursday, November 21, 2024
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FREDDY LEPAGE: El “privilegio” de vivir en Caracas…

Aquí y ahora…

 

El término privilegio tiene un valor intrínseco relativo, dependiendo del entorno y las condiciones externas e internas de una determinada persona, animal, empresa o país. Por ello, se considera privilegiados a aquellos que disfrutan de ventajas exclusivas en virtud de una determinada circunstancia especial o excepcional.

Los habitantes de la ciudad capital contamos con ciertas prerrogativas con respecto a los del interior cuando de acciones de gobierno se trata.

Resulta que, por imperio de razones de carácter político, electoral y de temor a la protesta popular, el régimen chavista le tiene miedo a Caracas, quizás como reminiscencia del Caracazo del 27 de febrero de 1989, o de los sucesos de abril de abril de 2002 (el día en que cayó Chávez por 24 horas).

Lo cierto del caso es que, sea cuales fueren las razones, la revolución bolivariana abriga un temor reverencial a todo lo que huela a un malestar popular y social capaz de generar un zafarrancho colectivo de marca mayor; más aún si el comandante presidente se encuentra inmerso (a pesar de sus dolencias en la rodilla) en una campaña electoral adelantada.

Por ello, la mentira (marca de fábrica de quienes rigen los destinos de la nación) se hace, cada vez, más frecuente. Las promesas llueven por doquier.

Para ejemplo basta un botón: la mal llamada (por demagógica y electorera) con el rimbombante remoquete de “Gran Misión Vivienda” que, sólo tiene de grande la engañifa que ella representa para los que no tienen un techo propio y, por razones obvias, lo necesitan para vivir con dignidad junto a sus familias. El país se cae a pedazos y Chávez, con su proverbial evasiva de los problemas nacionales, sigue conjugando todas sus ofertas (después de 12 años en el poder) en tiempo futuro. Ahora se atrevió a correr la arruga hasta 2012, a los efectos de ganar algo de tiempo. Pero bien sabe que ya está en conteo regresivo… y todo lo que ha ofrecido y no ha cumplido se le revertirá, cual bumerán. La gente ya está cansada de tanta palabrería hueca y estridente.

Vivir en Caracas significa que, ante el descalabro (por incompetencia revolucionaria) de la distribución y suministro de la energía eléctrica, se hagan cortes (disfrazados o no) en todas las ciudades y pueblos de nuestra geografía patria, menos en la tierra del Guaraira Repano. Es decir, que buena parte del fluido eléctrico que, por derecho, le corresponde a la provincia, es desviada hacia Caracas para dar la falsa impresión de que todo está bien y, de esta manera, mantener “contentos” a los caraqueños, a costillas del sufrimiento e incomodidades causados al resto de los venezolanos.

Vivir en Caracas representa que los esfuerzos (parodias mal montadas, destinadas al fracaso) para paliar el gigantesco déficit habitacional, cercano a los 2 millones de viviendas, sean mayores que en el resto del país. Aun cuando se cometan todo tipo de atropellos y arbitrariedades en contra de la propiedad privada.

Lo que en sí representa que “vivir” en Caracas no sea, entonces, tan ventajoso. Amén de que la delincuencia, las interminables trancas en sus principales arterías viales, el caos urbanístico, la falta de agua y otras menudencias hacen de Caracas un pandemónium difícil de igualar.

En suma, vivir en Caracas no representa privilegio alguno.

La única ventaja comparativa es la desconfianza, aprensiones y turbaciones que le causan a los sueños de eternidad del mandamás de Miraflores.

¡Ojo pelao’, pues!… 

Por: FREDDY LEPAGE
freddylepage@cantv.net
@freddyjlepage
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