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¿POLITICA DE ESTADO? En todos estos años del régimen rojo rojito, desde 1999 hasta nuestros días, son muchas las columnas en las que me he referido al tema de la criminalidad desbordada, la ausencia de un Estado de Derecho y de la independencia de los poderes de un Gobierno que pareciera estar siempre del lado de los malos, de los asesinos, de los corruptos y otras alimañas que han crecido en estos 15 años. Con una cifra de 93% de impunidad de los homicidios pensemos como se sentirán los criminales sabiendo que nunca serán perseguidos sino mas bien “auspiciados” desde el alto poder con los miles de mensajes de violencia, lucha de clases, enemigos y no adversarios, vendepatrias y no patriotas y una larga lista que ya todos conocemos. Con solo ver con quien aparecía Chávez -y ahora su heredero- ya predecíamos cuales serían sus epítetos e instrucciones para sus huestes. Oír a un funcionario de cualquier rango justificar lo injustificable o buscar culpabilizar todavía a los anteriores gobiernos cuando llevan 15 años gobernando es -cuando menos- un insulto a la inteligencia. Como la velocidad de los acontecimientos en este intento de imponer a juro el socialismo y las comunas -fracasos globales de los últimos dos siglos- no nos deja tiempo para reflexionar, hagámoslo entonces con la impronta del carismático teniente coronel que desde 1999 cuando arrancó desde el desfile militar de su inauguración justificando que un padre de familia robara para conseguir pagar la medicina para su hijo enfermo si no tenía recursos. El silencio de aquella dirigencia enceguecida o ilusionada con el hombre de uniforme, que no fue capaz de contestarle con contundencia lo que sería una orden subliminal, pudo ser aval tanto para lo que caería encima del erario público como una plaga de langostas en la mejor época de los precios petroleros como para darle una patente de corso, una licencia para delinquir a quien le diera la gana buscando esa justificación en las palabras del carismático caudillo desde su primer día como Presidente. Revisando nuestro archivo me topo con la columna que escribí el jueves 24 de agosto de 2006 cuando recordé la edición de febrero de ese año de la revista Foreign Policy que en la portada tenía al orgulloso y altivo presidente venezolano con el título “Hugo Boss” haciendo mención no a la marca de moda masculina sino al jefe todopoderoso de Venezuela. El reporte muy completo estaba firmado por el profesor Javier Corrales y de allí extraje estos párrafos: “En vista de que en este gobierno -1998 a 2005- se ha certificado que los homicidios aumentaron 128%; los secuestros 426%; las ejecuciones extrajudiciales en 253% a escala nacional y en 791% en la capital, hay que reiterar que en ese trabajo el periodista contrastó lo que eran los viejos autoritarismos con los nuevos como el modelo chavista. Aquellos eliminaban instituciones legislativas y partidos políticos; mantenían un bajo perfil internacional; consolidaban el poder militar; gastaban en grandes obras públicas; eliminaban el voto o hacían fraudes masivos; hablaban de grupos desestabilizadores internos y desaparecían gente en medio de toques de queda y colas. El chavismo cambia las reglas para que con menos votos se logren los objetivos: no elimina los partidos opositores sino que los desprestigia permanentemente; anda por el mundo con su mensaje antiglobalizador; crea reservas paramilitares; monta servicios sociales de dudosos resultados; delata a los votantes y reparte sus datos; acusa a Bush como golpista interno y desaparece a la gente con una criminalidad campante y permitida que a la vez mantiene al país asustado y reprimido. Es su represión personalizada”. Hay que hacer notar el trueque de un Pinochet con su toque de queda para mantener a la gente presa en sus casas y el efecto similar que en la Venezuela de Chávez comenzó a producirse ante el acoso del hampa criminal. Con solo transitar una calle de Caracas hoy a las 8 o 9 de la noche podemos ver el desolador y aterrador reflejo de ese esfuerzo gubernamental -sin la menor duda- para que el hampa ponga orden con sus armas y balas -tanto frías como calientes- y encierre en sus hogares a los ciudadanos de bien. Aquellos que no tienen escoltas motorizadas, guardaespaldas armados y carros blindados pagados de las arcas del Estado con los impuestos de los contribuyentes. El pasado 7 de febrero mencioné aquí y en www.runrun.es el extraordinario artículo del periodista global John Lee Anderson (varias veces entrevistó a Chávez) que bajo el título “El Poder y la Torre” publicó en la prestigiosa revista The New Yorker. Cito: “Chávez no ha perseguido a los malandros porque cree que pueden volverse en su contra”. Con esta perla que desborda toda consideración política el exalcalde Mayor de Caracas Juan Barreto, explica sus estados de amor y desamor con el Presidente Chávez.
Los testimonios y verdades que en su acucioso trabajo reporta Anderson señalan por encima de todas las cosas que la violencia, los asesinatos, los secuestros, las invasiones y todas las ilegalidades -incluyendo las expropiaciones- destructoras del país tienen un soporte duro en la impunidad judicial, en el apoyo del régimen en ese malandraje asesino y en el deseo claro de intimidar al resto de la población, doblegarla, atemorizarla y crearle su propio “toque de queda criminal”. Ayer en el diario Tal Cual leí esta terrorífica nota bajo el título Tarantino en Petare: “Llámenlo enfermizo o curiosidad que raya en el morbo, pero cada viernes en la tarde, en la Redoma de Petare se estaciona una camioneta de pasajeros, de ruta troncal, para vender CD con las últimas escenas violentas grabadas en la cárcel de Tocorón. El asombro no ha llegado todavía: los “quemaítos” se venden como Harina Pan. Y como si fueran Harina Pan o papel tualé, la gente hace colas para adquirir los videos con títulos tan diversos, como “Guerra en Tocorón”, “Tiroteos en Tocorón”, “Llega la justicia al pabellón A” o “Las mamis de Las Torres”, con escenas escabrosas que previamente son anunciadas por Youtube. ¿Verdad que la situación carcelaria está controlada, ministra Iris Varela?”. Ya el sábado en El Nacional la periodista Elizabeth Fuentes le recomendaba a Maduro botar “a todos sus ministros. Empiece por la Fosforito, así sea la mejor amiga de Cilia. Póngase los pantalones. Averigüe por qué en Nueva Esparta la delincuencia crece. Quién es el pran que dirige las acciones desde la cárcel. Qué lazos tiene con el ministerio inútil que ella dirige”. Por cierto, es candidata a Fiscal General. Así esta Venezuela luego de mas de 120 mil muertos (1999-2014) y cuando la prensa oficial tiene órdenes de no publicar ni un crimen. Última excepción: el caso Spear-Berry. QEPD.
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NELSON BOCARANDA SARDI
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martes 14 de enero de 2014
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