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    TULIO HERNÁNDEZ: Las venas abiertas de los venezolanos

    Las venas abiertas
    de los venezolanos

     

    I

     

    El clima político se enrarece. Y se enrarecerá aún más. Si en la última década bolivariana hacer oposición ha sido un sufrimiento colectivo, hay que tener muy claro que el hostigamiento se multiplicará durante los meses que transcurran hasta las elecciones presidenciales.

    Habrá más persecuciones judiciales y policiales. Las hordas entrenadas de camisarojas le entrarán a palo a más manifestaciones opositoras.

    Habrá más carcelazos sin debido proceso, exilios e inhabilitaciones. Y, por supuesto, satanización mediática orquestada por la cúpula militar y sus civiles seguidores.

    El jefazo quiere gobernar, lo ha dicho públicamente, hasta 2031 y defenderá, como su amigo Gadafi, cuerpo a cuerpo, su sueño de poder hasta el último suspiro.

    La estrategia oficial está muy clara. Ante la posibilidad de una derrota, no quieren correr riesgos y prefieren concentrar sus energías en crear el escenario de caos necesario para justificar, a lo Fujimori, la declaratoria de un estado de excepción.

    Las señales son más que evidentes. La campaña del periodismo oficial orquestada por José Vicente Rangel para tratar de convencer a la población de que la Unidad Democrática prepara un golpe de Estado. Las declaraciones de Adán Chávez, gobernador de Barinas y hermano del teniente coronel, recordando que “la lucha armada es una vía que los revolucionarios no deben olvidar”.

    Las amenazas de varios generales activos alertando que en caso de que la unidad opositora ganara las elecciones presidenciales, las Fuerzas Armadas Bolivarianas no estarían dispuestas a reconocerla como nuevo gobierno. La transmisión impúdica en la televisión estatal de conversaciones telefónicas entre opositores grabada por los servicios de inteligencia del Gobierno. La aceptación pública por parte de los hackers oficialistas de su intervención en las cuentas de Twitter de periodistas y dirigentes de la disidencia con el argumento de que quieren “impedir que se ofenda al presidente”. Y, sobre todo, el lenguaje de bandolero activo que utiliza el ministro del Interior para degradar a los gobernadores de oposición y tratar de hacerles culpables de los millares de asesinatos cometidos en Venezuela en estos 12 años de su administración; son la prueba contundente de que el Gobierno no quiere diálogo.

    Todo lo contrario, de que quiere llevar la confrontación al terreno donde se sabe imbatible.

    II


    Para que una guerra ocurra se necesitan dos. Pero en el mundo que habla castellano sabemos bien que las guerras, sobre todo cuando son civiles, siempre las termina ganando el bando que tiene más militares de carrera, más armamento profesional y menos escrúpulos de su lado.

    Los demócratas venezolanos, por principios, pero también por sentido mínimo de sobrevivencia, tenemos que evitar la confrontación a la que se nos empuja. Nos sale el camino de la sabiduría, que no es igual como piensa alguna derecha recalcitrante pero inocua, a ser “comeflores”.

    Cuando uno, en los ríos del Amazonas, se cae de la curiara y un remolino lo empuja hasta el fondo, los maestros yanomami recomiendan, como lo hubiese sugerido Mandela si fuera el manager del equipo, “quedarse quieticos y en posición fetal hasta que el propio remolino te vuelva a flote”.

    El remolino es la demencia militarista-guevarista que cree que toda norma, ley o constitución no es otra cosa que una reminiscencia burguesa y, por lo tanto, hay que violarla. La posición fetal es el trabajo político democrático, cuidadoso, de base, pacífico, comprometido, amoroso, de largo plazo, sin caer en la tentación de tomar atajos y, sobre todo, con la conciencia profunda de que la política la deben resolver los civiles y más nunca ¡ojalá que más nunca! la fuerzas militares.

    La vuelta a flote es el triunfo de la Unidad Democrática en 2012. El regreso al oxígeno, la bocanada de aire después de la inmersión. Las brazadas fuertes para comenzar de nuevo. Si alguien dispara desde la orilla, entonces el camino y los métodos serán otros. Pero ya a nadie le quedará duda de que lo intentamos y no nos quedaban más alternativas que defendernos. Sería una lástima.


    Por: TULIO HERNÁNDEZ
    hernandezmontenegro@cantv.net
    11 de Sept, 2011
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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