Tiene cáncer, él lo informó…
El Presidente está enfermo. Con mucho coraje, por cierto. Por alguna razón decidió reservarse la localización y el tipo de cáncer.
Quizás porque esa información afecte la imagen del Presidente o el cuadro político del país, si no lo afectara ¿por qué reservarlo? En todo caso, está bastante enfermo. Y todo enfermo sufre. Mi sincera solidaridad para él y toda su familia. Ojalá se mejore y lo sobrelleve lo mejor posible.
Algo como eso puse en Twitter.
Las reacciones no se hicieron esperar. Me dijeron de todo. Cosas buenas, la mayoría. Expresión de gente que no reduce la vida a la política. Pero hubo los otros, los que odian con fervor.
Partidarios del chavismo atacaron con furia: hipócrita, mentiroso, farsante; y demás lindeces parecidas. No concebían que alguien claramente no chavista pudiese desearle el bien a Hugo Chávez. Partidarios de la oposición no se quedaron atrás, incluyeron a mi progenitora (mamá, disculpa lo que te toca): que me pagaron, que ahora si me vendí, que se me cayó la máscara, que el CNE es cinco a cero, que el tipo se lo merece por todo el mal que ha hecho. Por respeto al lector no soy más gráfico.
Confirmo en Twitter lo que dicen las encuestas: el país está dividido en tres toletes. Uno grande, formado por los no alineados y el chavismo y la oposición light.
Y dos más pequeños, los extremos de oposición y chavismo.
Esos, los extremos, son los que aman y odian sin piedad. Los que no ven adversarios sino enemigos. Los que creen que esta pelea es a muerte y que el otro bando es diabólico, tramposo y compuesto de puros malandros. Dios nos libre de esos extremos. Para ellos la política, tal vez la vida, es en blanco y negro como aquellos televisores de antaño que hoy nos parecen tristes ante la explosión de colores de la caja boba (cada día menos boba). Son resultantes de la polarización. Son peligrosos. Quieren ver al otro humillado, acabado, pidiendo clemencia.
Quieren ver el hueso. No son muchos, pero están en todos lados.
Pero peor es cuando ese odio se alimenta sin descanso desde las alturas. El Presidente está enfermo. Sufren él y su familia. Pero también sufren miles de partidarios que lo aman con sinceridad y desprendimiento. Quienes dirigen la oposición, en solidaridad con ese dolor, han manifestado privada y públicamente su deseo de mejoría. Sin embargo, voceros de alto calibre del Gobierno no han perdido oportunidad de asimilar las sandeces de algunos de los extremos como la “posición de la oposición” frente a la enfermedad del Presidente. En un clima de dolor entre la gente que lo quiere, sembrar esas semillas sólo alimenta los extremos. Y los extremos llevaron a España a una guerra que asesinó 3 millones de españoles y trajo casi 40 años de dictadura. Dejen la vaina.
Por: VICENTE DÍAZ
@vicenteDz
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