¿Se llevaron en camiones
de basura a los fallecidos?
Nueva York, 1895. Richard Outcolt publicó “The Yellow Kid”, pionera historieta cómica, en “The New York World” (propiedad del famosísimo Pulitzer) y en “The New York Journal” (del no menos famoso Hearst).
Era un niño con camisón amarillo en cuya tela había mensajes llenos de críticas e ironías referentes a su entorno urbano, consumista y lleno de tensiones raciales. Anarquista o existencialista, hablaba a un público mayoritariamente obrero al que Pulitzer y Hearst (el primero con apenas más escrúpulos que el segundo) vendían historias que evocaban sensaciones intensas. Algunas, las de Hearst, muchas veces eran falsas; exageradas todas las demás. La intención era evocar la emoción más básica y adictiva: el miedo.
Pero el chico amarillo, producía miedo a partir de la reflexión. Y lo que se justifica racionalmente, es más difícil de contradecir. Fíjese en el siguiente texto que me ayudó a traducir @LuisFGomezB. “Se resuelve que soñar es un mal hábito. La vida es un sueño para la mayoría de la gente. Algunos tienen sueños agradables pero el pueblo tiene pesadillas. Muchos viven en una pesadilla y no permiten que los despierten. No se les puede decir que todos esos frascos de medicinas son los que los mantienen enfermos. Quieren creer en Satanás, el pecado y la enfermedad. Bien, yo estoy despierto. Quiero recibir los rayos del sol durante el día y dormir por la noche, sin sueños de ningún tipo”.
La tinta amarilla del cómic era una novedad tecnológica y -sin secantes ni fijadores- manchaba las páginas de aquellos tabloides. Lo demás ya usted lo sabe, así que no hace falta que yo se lo cuente.
Ahora, los hechos: el sábado pasado, 18 de junio, cerca de las 6:00 pm, los periodistas reseñaban en 140 caracteres lo que sucedía en los alrededores de El Rodeo (I y II). En mi cronología de Twitter, leí: “@Adrita1983 Familiares de El Rodeo se agolpan sobre camión de basura. Creen que los fallecidos van ahí”.
No pretendo su miedo, pero le juro que yo me horroricé. Después de una nota clara y objetiva es tenebroso descubrir que el relator no quiere tu emoción sino que te suelta a tu propia valoración de sus palabras.
¿Qué significado tiene que los familiares se hayan agolpado sobre un camión de basura, creyendo que llevaba fallecidos?
Aun cuando los camiones de basura llevaran algodón de azúcar y un cargamento de hostias consagradas, semejante reacción responde al terror psicológico al que se encuentran sometidos y que les condujo, según mi apreciación, a:
■ 1. Creer que han muerto reos, muchos.
■ 2. No creer que serán informados, oportunamente, sobre su número e identidad.
■ 3. No creer que se los entregarán para comprobar las circunstancias de defunción.
■ 4. Creer que los fallecidos serán considerados “basura”.
■ 5. No creer que ellos mismos recibirán dignidad.
En estas líneas no hay tinta amarilla. Lo que hay es miedo del de verdad. Miedo a estar ya muertos, a ser tratados como desechos malolientes, despojados de un futuro que sacarían por mampuesto en camiones de basura.
Por: CAROLINA GÓMEZ-ÁVILA
CÁRCELES| EL UNIVERSAL
@cgomezavila
miércoles 22 de junio de 2011