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    HomeElecciónes MANUEL FELIPE SIERRA: Causa limeña (II)

    MANUEL FELIPE SIERRA: Causa limeña (II)

    Al Compás de los Días

     

    Hugo Chávez y Alberto Fujimori marcan la segunda vuelta de las elecciones peruanas. Para Ollanta Humala sus viejas relaciones con el venezolano resultan un karma. Para Fujimori el legado de su padre es también un fardo incómodo.

    De allí que, como era previsible, más que una contraposición de ideas y programas, la campaña electoral haya devenido en un torneo de acusaciones, golpes bajos y descalificaciones mutuas.

    A Humala le costará borrar la sombra del chavismo sobre su aspiración. Hace cinco años su contendor Alan García aprovechó la amistad con Chávez para alcanzar la victoria. No eran simples sospechas. El proyecto bolivariano se exportaba con éxito a la región. Morales en Bolivia y Correa en Ecuador deben sus victorias al apoyo chavista y al llamado “virus de los Andes” que decretaba la caída en línea de los gobiernos y dibujaba un escenario de ingobernabilidad.

    En esas circunstancias, Humala no negaba su aproximación con el mandatario, sino que más bien la reforzaba con la presencia en Lima de figuras del chavismo como el ex presidente del CNE Jorge Rodríguez, a quien por su profesión de psiquiatra la prensa bautizó como “Sigmund Fraude”. García, su rival, era una clara expresión de los sectores democráticos, y el fujimorismo el mal recuerdo de una desgracia histórica.

    Ahora Humala no sólo niega las vinculaciones con Chávez sino que las ofertas que hace se oponen diametralmente al socialismo del siglo XXI. Las circunstancias son otras: en el área se estabilizan los gobiernos democráticos y la experiencia venezolana pierde atractivo. Tampoco confronta con una opción claramente democrática sino con una fórmula bajo sospecha, gracias al legado del padre de la candidata.

    En esas circunstancias, es lógico que las estrategias se concentren en acentuar debilidades y menos en exaltar fortalezas. Mediante el antichavismo, Keiko aspira a inclinar el voto indeciso y estimular el miedo de la clase media y los empresarios. Humala, por su parte, apela a vincular un futuro gobierno de Keiko con lo que significaron 10 años de fujimorismo.

    Por supuesto, a la hora de sacar los trapos al sol, todo se vale. En los diarios se publica una foto de la hija de Fujimori bailando “el trencito” con Chávez en una reunión en Cartagena, en 2000. La candidata acusa el golpe, pero no hay que olvidar que antes del generoso protector de Humala de 2005, Chávez fue el más estrecho aliado de Fujimori y su proyecto autoritario.

    Humala, lógicamente, también es castigado por la artillería de “la guerra sucia”. A dos semanas, Keiko aventaja a su rival todavía en el margen del empate técnico. Lo que está fuera de dudas es que Chávez, sin proponérselo, es también el fiel de la balanza en la decisión electoral de los peruanos.


    Por: MANUEL FELIPE SIERRA
    manuelfsierra@yahoo.com
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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