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SEXO SIN TABÚ: Profesionales se ganan la vida con show para mujeres

Los hombres ocultan a sus parejas
que se dedican a este trabajo

 

■ Los strippers se han hecho una práctica común en celebraciones, aunque el oficio no sea socialmente aceptado.

Los tragos animan la noche y las chicas ­con edades de 20 a 30 años­ se lanzan miradas cómplices, mientras Ana, la que se va a casar, no deja de hablar del nerviosismo en que se encuentra. Lucy le arrima otro trago de whisky y, de pronto, alguien toca a la puerta. Al abrirla ¡oh sorpresa! Un suculento policía, con casco y chaqueta negra de cuero, irrumpe en la sala. “Todas las chicas contra la pared… Esto es una redada y tengo orden de requisar la casa”, grita Lobo, seudónimo del licenciado en Administración, de 26 años de edad, muy parecido a Collin Farrell, con unos lentes oscuros que no se quitará jamás.

Antes de que Ana procese lo que está ocurriendo, ya Lobo se le encima con un baile erótico, la lleva a la silla y le calza unas esposas. Entonces, la chica, poco dada a tocar tópicos de sexo entre amigas, cae en cuenta: es la víctima de su despedida de soltera.

“No creas que es un trabajo fácil, ninguna noche es similar a otra, y nunca sabes cuándo alguien se molesta, lanza un discurso sobre lo decadente de las despedidas de solteras y echa a perder el show”, advierte el joven espigado y sereno, con más de 10 años en el oficio de stripper y un cúmulo de experiencias que algún día piensa publicar.

Disney para adultos. Los nudistas masculinos se han vuelto tan comunes como las payasitas y el castillo inflable en los cumpleaños infantiles.

Pedro Ojeda, gerente de una empresa que presta servicios para despedidas de solteras, afirma que se trata de un negocio próspero. “En este país, las mujeres han dejado de lado la mojigatería con la que fueron educadas”. Ojeda, que antes fue acompañante de mujeres en hoteles solitarios, y que a los 43 años de edad se vio obligado a cambiar de ramo, define el oficio del stripper como “un Disney World para adultos, con chicas en busca de emoción”.

Las despedidas de solteras tienen un rasgo diferente a las de los hombres. Los profesionales del nudismo no siguen una coreografía tan elaborada como las mujeres. De hecho, algunos improvisan, aunque el patrón que siguen es casi siempre el mismo: el policía que allana la casa, el bombero que acude a apagar un incendio y el plomero con malos modales que fascina a las niñas “chic”.

Lobo, que lleva muchos años en esto, dice que su principal incentivo es el dinero y que hacer de stripper le divierte.

La paga es muy buena. “Generalmente trabajo de miércoles a sábado y gano mensualmente entre 12.000 y 15.000 bolívares”.

“A veces debo lidiar con mujeres en extremos borrachas e impertinentes, que insisten en dejarme desnudo (por lo general, los strippers no se desnudan) y llegar más lejos; en otras ocasiones, me he topado con la prima de mi novia e incluso con la hermana de mi mamá, y créame que eso es peor a que lo paren a uno de madrugada en una alcabala”.

Mi cuerpo es mi oficina. Carlos, stripper rubio, de 23 años de edad y músculos de acero, hace recomendaciones a quienes deseen incursionar en el oficio, pues lo considera es un trabajo exigente. Sugiere buena alimentación, vitaminas y esteroides, crema depiladora, aceite lubricante, vestuario y gimnasio dos veces a la semana y bronceado (artificial o playero) cada 15 días: “Son parte de la receta para lograr que las chicas te comparen con el gordito o el desgarbado que tienen como esposo o novio”.

Otra de las particularidades es que se trata de una labor discreta. “Más secreto que un agente de la CIA”, señala Bernardo, conocido como El Potro y quien suda cada noche para que su novia no sepa que comparte el tiempo de visitador médico con el de stripper.

“Es difícil mantener una relación de pareja o ganarte la admiración del otro cuando confiesas que te ganas la vida quitándote la ropa”.

Asegura que de cada 10 nudistas que tienen novia, 9 no le dicen la verdad a su pareja por temor a que no comprendan y los confundan con prostitutos.

Bailes y tentaciones. Un show de striper, de 45 minutos, generalmente cuenta entre 600 y 700 bolívares. Previamente, el que contrata especifica si quiere que actúe como médico o profesor. El nudista está preparado para complacer toda fantasía erótica, y biológicamente no le está prohibido excitarse, si la noche se torna imprevisible.

“Claro que es un trabajo como cualquier otro, pero hay un grado de excitación inevitable, porque no sólo sientes que dominas la situación, sino que hacer que 20 mujeres bonitas, medio borrachas, griten por ti es algo incomparable”, admite El Potro.

Una investigación de la Universidad de Michigan realizada el año pasado determinó que en Latinoamérica las mujeres mayores de 45 años de edad se sienten inseguras con su sexualidad. Ojeda corrobora esa afirmación: “Hay diferencias muy grandes entre hacer un espectáculo para jóvenes que para mujeres adultas. Las jóvenes se muestran más desinhibidas, toman la iniciativa y buscan inventar contigo; en cambio, las mayores son más penosas, hay que tratarlas con más cariño y menos agresividad. Será porque están casadas y piensan que atreverse es como ser infiel”.


Por: ELIZABETH ARAUJO
Salud | Sexo
EL NACIONAL