El Método del Discurso
A los contados miembros del chavismo duro les molestaron las declaraciones del vicepresidente Jaua aceptando la colaboración de los gobernadores de oposición para combatir la inseguridad: la reunión del Consejo Federal con alcaldes y gobernadores les cayó como una patada en el estómago. Por el canal 8 y por emisoras de radio se criticó indirectamente al propio Chávez, quien elogió al gobernador del Zulia; se le recordó al Presidente que, según la doctrina oficial, capitalismo y socialismo se excluyen.
No hay verdadera unidad en el chavismo, sino divergencias ideológicas entre unos pocos marxistas de verdad y una gran mayoría de repetidores de frases. Unos y otros se desconciertan con los virajes en el discurso oficial, temen que la popularidad de Miraflores haya disminuido. ¿Y si Chávez redescubre el capitalismo?, con tantas empresas estatizadas ya debe saber que sin utilidad, sin capital, van a la quiebra.
Al día siguiente de que Fidel Castro publicó un artículo apoyando a Gadafi, Nicolás Maduro rompió un largo silencio y repitió al pie de la letra los mismos argumentos, no les alteró una letra, no tomó ninguna postura mientras no recibió una señal clara desde La Habana. En los días siguientes, molesto, Estados Unidos amenazó a Chávez con tomar represalias por haberle vendido gasolina a Irán; descubrieron súbitamente lo que ha sido un secreto a voces.
Chávez perdió entonces una gran oportunidad de mandar al infierno a Hillary y a Obama, por lo menos hasta el momento de escribir este artículo. No aplicó su amenaza de no venderle una gota de petróleo a Washington si el imperialismo lo amenazaba. En las chiquitas Chávez no es tan loco. Gracias a Dios.
Por su parte, la oposición venezolana condena la masacre en Libia, pero no se atreve a salir en la defensa de los promotores de viviendas, como si ser un constructor de vivienda fuera pecado, como si buena parte de Caracas no existiera gracias a la propiedad horizontal.
Nadie señala tampoco que los bancos creados gracias a la protección oficial abierta, surgidos de la noche a la mañana, financiados con dinero público, son siempre los que quiebran. En cambio, el Banco del Caribe, el Mercantil, Banesco, Hipotecario Unido y otros iguales, verdaderas empresas, nunca han estafado a nadie.
No hay cabilla, no hay cemento; los voceros oficiales atacan ahora a los supuestos especuladores que están escondiendo la cabilla y el cemento, inventan la coartada al fracaso anunciado, se apresuran a explicar por qué los damnificados dentro de un año seguirán en los refugios o habrán vuelto a sus precarias viviendas: ellos mejor que nadie saben que no se construirán ni 1 millón, ni 100.000 viviendas.
A Chávez le convendría examinar la economía de Egipto o de la propia Libia, ver cómo la abundancia de recursos, haber ahogado la iniciativa privada, generó un sistema ineficiente y corrupto que sólo sobrevivía gracias a abundancia de recursos petroleros en Libia y al poder del ejército en Egipto. En el Mediano Oriente la actividad privada la regula implacablemente el Estado; al final, los jóvenes se sublevan hartos de la miseria y la falta de libertad Sólo le falta aprobar la ley de arrendamientos para desatar la guerra en los barrios de Caracas, arrasar con las pensiones y hacer feliz a un inquilino que viva en un apartamento de lujo de Altamira. Dios ciega al que quiera perder.
Por: FAUSTO MASÓ
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