El discurso y la realidad andan por
vías distintas en política habitacional
Por un lado está el discurso de “viviendas dignas” y exaltación de los “dignificados” y por el otro una realidad que habla de un déficit habitacional que ha crecido más de treinta por ciento a nivel nacional en los últimos diez años, pasando de un millón seiscientas mil viviendas a los dos millones.
El derecho a una vivienda “adecuada, segura, cómoda, higiénica con todos los servicios básicos esenciales” está consagrado en el artículo 82 de la Constitución y no podía ser para menos, toda vez que esa “vivienda digna” fue una de las promesas de Hugo Chávez cuando llegó al poder.
Sin embargo, la vivienda que en Caracas se les ha ofrecido a los recientes damnificados es una carpa en Fuerte Tiuna o La Carlota (en las que, oficialmente, deberán pasar al menos un año), y mientras en la capital el déficit ronda las 800 mil unidades habitacionales, las viviendas en construcción para el segundo trimestre de 2010 por parte del Estado, según informe de la Gerencia de Estadísticas Económicas del Banco Central de Venezuela, no llegaban a 2 mil sumando las de Distrito Capital, Vargas y Miranda.
Josefina Baldó, quien dirigió el Consejo Nacional de la Vivienda en los primeros 15 meses del gobierno de Hugo Chávez (99-00), cree que hace ya mucho tiempo que no existe una política de vivienda, y lo que cunde es la improvisación: “Cada día aparece una misión nueva, otro programa, la misma promesa con distinto nombre, pero no hay un norte, no hay plazos, no fijan objetivos, nadie hace seguimiento de los planes, gastan millones y no hay resultados y tampoco culpables… Hoy en el gobierno ni siquiera hay alguien que sepa del tema”.
Además, dice, los programas de rehabilitación de barrios tienen más cinco años abandonados, y eso es esencial en este tema, pues no se trata solo de construir: en Caracas las zonas de riesgo constituyen el 14% de los barrios y eso es irrecuperable, pero casi todo el resto de las casas deben ser acondicionadas, y esos sectores deben tener servicios, deben ser urbanizados. La mayor parte de esas viviendas de déficit están en ranchos y casas de barrios que deben ser atendidas.
Atrasos nada más:
Nombrar hoy un proyecto habitacional en Caracas es invocar un retraso: Turmerito, Gramovén, Santa Rosa, Catuche, Brisas de Panteón, Belén, Rosa Mística, Ciudad Caribia…
En Bosques del Ingenio, en la carretera nacional de Guatire, donde se edifican unos apartamentos que debían haber sido entregados en 2008, las personas tienen tan poca confianza en la eficiencia del gobierno que desde hace año y medio se instalaron en carpas para vigilar que la construcción no se pare y los apartamentos sean adjudicados a sus legítimos dueños. Y es que de las 19.600 casas que se prometieron en cinco desarrollos entre Guatire y Guarenas, apenas se han completado (pero no entregado) 800.
Los planes y misiones de vivienda han sido muchos, pero se superponen unos a otros y, como dice Baldó, nadie se preocupa de hacerles seguimiento. ¿Alguien sabe qué pasó con la misión Villanueva (2006)? ¿Algún funcionario rindió cuentas de la misión Hábitat (2005), que se fijaba como meta que no existiera ni un venezolano sin casa en 2021? ¿Se volvió a hablar del Programa Sustitución de Rancho por Casa? El Programa Ocho levantó expectativas entre los habitantes de los barrios en su momento, pero hoy usted escribe “Programa Ocho Caracas” en Google y no obtendrá ningún resultado, como si nunca hubiera existido.
Para Marco Negrón, profesor de Teorías Urbanas de la UCV, lo que vemos en materia habitacional es una prueba de que nadie en el gobierno entiende el problema: “Y menos que nadie Farruco Sesto (recientemente nombrado ministro para la Reconstrucción Urbana de Caracas), que es un arquitecto de lo más convencional”.
Primero que nada, dice que no se está aprovechando el potencial constructor del venezolano (60% por ciento de las viviendas son autoconstruidas) y no se involucra a la comunidad en los programas de vivienda. Otro de los errores es el acoso al sector privado: el Estado ha construido un 30% de las casas y el sector privado un 10%, pero ese primer 30% ha sido construido con máquinas y empleados de empresas privadas.
Sin embargo, cree que debajo de todos estos fracasos subyace un error de concepción: “El problema original no es la vivienda, no se explica con números, la raíz de todo es la forma de concebir la ciudad. Cuando tú ves a personas hablando de construir en campos de golf o en el Ávila, disparates técnicos aparte, te das cuenta de que no entienden nada: una ciudad con pocos espacios verdes y entonces se propone cubrir de cemento los que existen. Parece chiste, pero cuando te enteras de que se trata de una propuesta gubernamental, lo que provoca es echarse a llorar”.
JAVIER BRASSESCO | EL UNIVERSAL
domingo 9 de enero de 2011
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