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El Editorial: La nueva Asamblea, Los más son menos

Los más son menos:
La nueva Asamblea

 

Ayer se instaló la Asamblea Nacional elegida el 26 de septiembre. Un Parlamento que tiene la peculiaridad histórica de que quienes obtuvieron menos votos, resultaron con mayor número de diputados. Milagros de las estadísticas y métodos de la revolución “que llegó para quedarse”.

Para ser fieles a los dictados de la autocracia, el PSUV copó de manera ilegítima los tres cargos directivos, el Presidente y los dos vicepresidentes, además de los secretarios.

Una demostración de que en la Asamblea no habrá democracia ni habrá equidad. No habrá respeto a la representatividad popular. Con un Reglamento de Debates que sería la vergüenza de cualquier parlamento que se respete, la Asamblea se inaugura en condiciones inaceptables.

Para los diputados del oficialismo fue incómodo desde los primeros minutos confrontar a los diputados del Bloque Democrático. Sus intervenciones, comenzando por la jefa de la mayoría usurpadora, la diputada Cilia Flores, demostraron que no pueden ir más allá del disco rayado de los discursos repetidos en los últimos cinco años. Para los parlamentarios del PSUV, el tiempo parece que se les ha detenido, con tonterías como esa de Saúl Ortega de que “no seremos más nunca una colonia norteamericana”.

Además, los diputados oficialistas celebraron que el Presidente hubiera vetado la Ley de Universidades que ellos mismos le habían enviado 48 horas antes. A estos extremos llega la sumisión del club de focas que sobrevive y que pretende continuar con sus prácticas como si nada hubiera ocurrido. Darío Vivas haría bien en renovar su artillería. Toda esta farsa se cubre con la excusa de que se trata de “parlamentarismo de calle”.

El nuevo presidente de la Asamblea, con un traje de los años 60, cortado por un sastre escuálido poco ducho en medidas, pronunció un “discurso heroico”, como si estuviera en las Naciones Unidas y no en un país que clama contra el alto costo de la vida, el desempleo y la superinflación. De esa manera y discurriendo sobre el cambio climático y el imperialismo, el antiguo guerrillero evadió referirse a los problemas nacionales. Cometió otro error, al saludar a los “camaradas guerrilleros de El Bachiller”, cuando la mayoría de ellos está en la oposición.

El extraño debut de Fernando Soto Rojas llevó a que muchos diputados oficialistas comentaran por lo bajo que había sido un error cambiar a Cilia por un hombre de tan lejanas épocas. La juramentación del guerrillero no dejó de suscitar ciertas sonrisas, aquello parecía una sesión de santería.

Los diputados que representan a la gran mayoría nacional pero son numéricamente menos que los oficialistas, enfrentarán el desafío de un Presidente de la República a quien se le otorgó indebidamente la facultad de legislar por los próximos 18 meses.


Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL

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