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    Catia: En San Isidro llevan un mes de sufrir sin recibir atención

    En esta zona de Altavista, habitantes de 200 casas en riesgo no solo no han querido irse a refugios.

    Agonía a 3 kms. de Miraflores

     

    La única ayuda que han recibido es la que se procuraron ellos mismos. Ninguna autoridad ha acudido a verlos. Un mes después, el derrumbe más grande de la ciudad apenas ha sido atendido.

    Hace casi un mes, la montaña sepultó más de cien casas y tres edificios en San Isidro en lo que fue el derrumbe más grande que dejó la más fuerte temporada de lluvias en toda la historia de Caracas.

    A pesar de la magnitud del desastre y a pesar de que este barrio de Altavista (Catia) está a solo tres kilómetros de Miraflores, sus habitantes cuentan que para allá no ha ido ninguna autoridad y que no se han hecho más que arreglos menores y los censos de siempre.

    Chávez estuvo en La Pedrera (Antímano), Jorge Rodríguez y Jacqueline Faría se presentaron en Blandín, pero en San Isidro, cerquita de Miraflores, ya se dijo, los siguen esperando.

    Si no para otra cosa, al menos para reclamarles que no es posible que una tragedia tan grande haya sido atendida con tanta indolencia: los bombillos para alumbrar la calle los han puesto los propios vecinos, las tuberías para devolver el agua luego de tres semanas de sequía (que igual que la oscuridad fue una consecuencia del derrumbe) fueron compradas y colocadas también por los vecinos, quienes además acaban de construir una tanquilla. César Ramos, con más de medio siglo viviendo allí, cuenta que Hidrocapital lo único que puso fue una junta de cuatro pulgadas y un tapón de metal.

    Y lamenta que ni siquiera hayan podido obtener ayuda del Consejo Comunal, que incluso le negó unos bombillos a pesar de que su pomposo nombres es “Unidos por San Isidro”.

    Por eso allí, entrando al barrio, se puede ver una larga lista pegada en la pared a la entrada de la bodega: es la cantidad de dinero que cada familia ha tenido que dar para atender la emergencia.

    Más allá, atravesando el montón de escombros que dejó el deslave y que unas doscientas familias deben atravesar todos los días para llegar hasta sus casas, casi llegando al callejón San Nicolás, se hizo un mural para dejar constancia de la agonía: “Digan que los que nos quedamos desde el 8-12-10 (siguen unos 50 nombres) quisimos luchar. Y a los que perdieron su casa, que Dios les dará dos”.

    Exigen ayuda de la Jefatura de Gobierno del Distrito Capital y de la Alcaldía de Libertador

    Peor es nada:

    El derrumbe no solo partió en dos el barrio, dejando la imagen propia de una región devastada por un fuerte terremoto, sino que prácticamente lo desapareció del mapa, pues las más de 400 familias que aún viven allí quedaron en situación de riesgo inminente y se les recomendó el desalojo.

    Sin embargo, son pocos los que se han ido, aparte de aquellos que perdieron su vivienda. La mayoría ha preferido quedarse y luchar, más por resignación que por estoicismo: simplemente no tienen dónde ir.

    Humberto Manrique dice que su casa está agrietada y que además no tiene agua desde principios de diciembre. Pero tampoco tiene alternativa: “Sí, me dijeron que me fuera, pero a dónde me voy a ir”.

    Jesús Quijada, (43 años en el barrio), afirma que todo lo han hecho ellos: “Tiramos cables, pusimos bombillos, extendimos una tubería desde el colegio Fe y Alegría, de noche hacemos guardia para cuidar las cosas que quedaron en algunas casas vacías… Si esperáramos ayuda, estaríamos muertos”.

    Y José Medina cuenta que al menos una personalidad se apareció en San Isidro poco después del derrumbe: el exalcalde, exvecino y hoy diputado Freddy Bernal: “Vino, dijo que la cosa estaba fea, que había que meterle el pecho y se fue por donde llegó. Más nunca supimos nada de él”.

    Tragedia en partes:

    27 de noviembre. Tras las lluvias del viernes 26, ocurren los primeros derrumbes en San Isidro. Se ordenan desalojos, lo que evitó víctimas.

    28 de noviembre. Se corta el agua en todo el sector, pues una rotura en una tubería matriz ocasionaría más daños.

    7 de diciembre. Ocurre el gran derrumbe, hasta ahora el más grande que ha ocurrido en la ciudad, y más de cien casas y tres edificios completos se vienen abajo.

    1 de enero. Cede el callejón San Pedro, justo arriba de San Isidro, y 8 familias más son desalojadas.


    JAVIER BRASSESCO | EL UNIVERSAL
    martes 4 de enero de 2011

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