El Método del Discurso…
El miércoles discutieron a muerte dos tesis los sabios de café con leche, los politólogos más serios del continente: Chávez sacará del aire a Globovisión en medio de las vacaciones navideñas; Chávez no tocará la planta de televisión, quiere que desaparezca de muerte natural y que no le ingrese un centavo en la preventa. Ese flotar entre una dictadura real y un autoritarismo vocinglero le ha servido a Miraflores. Siempre dudamos si enfrentamos a alguien con la vocación de un guerrillero heroico, a un Allende incapaz de suicidarse o a un pícaro charlatán inescrupuloso, con facilidad de palabra, olfato y cara de piedra, o una mezcla de los tres.
Algo ha conseguido el Presidente: borrar el optimismo que invadió al país después del 26 de septiembre. De mil formas nos dice que nos quitemos esas ideas de la cabeza. Esto no tendrá fin, lo que provoca la desazón y el desaliento. Chávez pretendió borrar la derrota en el referéndum constitucional, después del 26-S, le quitó trascendencia al resultado electoral, dijo que había sido una victoria de m…
Si Chávez cumpliera sus amenazas, si ilegalizara partidos, metiera presos a dirigentes políticos sería un dictador. Sobre esto también hay dos escuelas, la de los que juran que estas cosas no pasan en el siglo XXI y la de los que aseguran que ya dimos los primeros pasos en esa dirección y que además siempre hay una primera vez.
¿Por qué el país no le prestó más atención a la información de José Suárez Núñez de que Chávez no verá ni una molécula de gas del golfo de Paria? Todos los proyectos gasíferos venezolanos en esa región en 30 años han sido pura palabrería, mientras la isla de Trinidad ha explotado su gas al máximo.
Chávez impone el debate público con sus amenazas que flotan sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles.
Nos pide que nos resignemos a su presencia. Estos 12 años Chávez no ha cesado de amenazar, como si quisiera que el país viviera en libertad condicional.
Chávez disipó el optimismo que generó el 26-S, necesitaba amilanar el país. El discurso del pasado martes en la noche cerró las salidas, se burló de la voluntad de los electores. Chávez anunció su desprecio por la democracia. Al país le toca mantener la frente en alto, no perder su fe y quizá responder con una gran carcajada, nadie muere la víspera. Esta semana Unasur, los aliados de Chávez, votaban a favor de una moción que condenaba cualquier amenaza contra la democracia.
Mejor reírse que orinarse en los pantalones. Chávez es el rey del susto, asustar le resulta más cómodo que fusilar. ¿Quiénes están más atemorizados, sus adversarios o sus seguidores? ¿Los gobernadores de oposición o los del PSUV? ¿Llega el Metro a la hora? ¿Desvalijan a los pasajeros en el Metro? ¿El asfalto que usan para pavimentar aguanta un aguacero? ¿Consiguió usted leche descremada en el automercado? ¿Secuestraron a su vecino la semana pasada? ¿Los atracadores respetan a los chavistas? ¿Le dio a usted un infarto al pagar un repuesto para su carro? Armado de cuadros estadísticos, Chávez nos convenció de que este año era el de la peor sequía en la historia de Venezuela, ahora nos dicen que ha llovido más que cuando las inundaciones de Vargas.
¿Cerrará Globovisión? ¿Está unida la oposición de verdad, verdad? Esa es la única pregunta válida porque en el chavismo ya la procesión va por fuera, a la vista.
Que haga lo que lé de la gana. Ahí veremos.
FAUSTO MASÓ (* )
Fausto.maso@gmail.com
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EL NACIONAL
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