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    Mazuco: “Baduel sufre en silencio”


    En esta historia real no podía faltar el preso militar más importante de Ramo
    Verde. El dip. José Sánchez compartió con el ex Min. Defensa. Lloraron.

    Mazuco narra su historia como el preso
    político más emblemático del Zulia (Parte XI)

     

    El General en Jefe Raúl Baduel llegó a Ramo Verde el 4 de abril del 2009 cuando yo tenía año y medio preso. Llegó a la cárcel casi a las ocho de la noche en un traslado parecido al mío, con camionetas, motos y sirenas. Vimos por televisión que el juez justificó el encierro por un supuesto peligro de fuga.

    Lo habían agarrado en Maracay en unas condiciones muy feas, como si se tratara de un delincuente de alta peligrosidad. Lo que informaban era que había incurrido en corrupción durante su ejercicio como Ministro de la Defensa. Fue un día terrible porque temprano habían sentenciado a pena máxima a los policías a quienes atribuían muertes por el once de abril.

    Ahí le aplicaron treinta años a Vivas, Simonovis, Forero, Luís Molina, Erasmo Bolívar y Julio Rodríguez. Otras penas altísimas fueron para Marcos Hurtado, el zuliano; Rafael Nazca López y Ramón Humberto Zapata, entre otros que recuerdo.  

    El comisario José Sánchez “Mazuco”, recordó con nostálgia pero con optimismo sus momentos vividos al lado de quien fue su amigo, su consejero y según él, un gran caballero.

    Los que pertenecían a Ramo Verde regresaron a las cuatro de la tarde, llorando, golpeando las paredes y casi sin ganas de seguir luchando. Los abracé, les di ánimos, los escuché y me mantuve cerca. No habíamos terminado de salir de esos difíciles momentos cuando llegó la caravana con el General Baduel.

    Lo subieron directo para el piso tres, distante de nosotros. Ahí estaban recluidos el General Wilfredo Barroso y el almirante Carlos Millán Millán, quienes estuvieron presos un año por una grabación que pasó el canal ocho diciendo que querían dar un golpe de estado.

    Viendo aquellas injusticias pensé en mi caso. Lo de los policías y lo del General Baduel se veían a las claras como facturas políticas. Yo no era el único que sufría por pensar diferente.

     II

    Al tercer día, el General Baduel bajó al patio y hubo una rechifla. Varios presos le gritaron cosas, entre ellos un militar que le dijo ´Baduel, así te quería ver´ y se le fue encima. Con año y medio en esa cárcel yo me había ganado el respeto de los demás.

    Por eso me atreví a interceder y a poner orden. Les dije que no se metieran con el General, que recordáramos que todos estábamos, de una u otra manera, atravesando las secuelas de la injusticia. Eso sí, ese General nunca bajó la cara.

    Miró a los ojos a quienes lo pitaban y al que se le abalanzó. Su firmeza se vio bien en esas circunstancias. Media hora después del problema, el General Baduel me dijo ´José, gracias´. Nos estrechamos las manos y comenzamos a conversar. Lo sentí discreto, habló poco de Chávez aunque yo tampoco le toqué mucho ese tema.

    De entrada me dijo que era inocente y que lo iba a demostrar. ´Yo no soy ningún corrupto´, me aseguró mirándome a los ojos. Fue inevitable que me dijera que era compadre del Presidente porque fue el padrino de su hijita Isaac, y que tuvieron una amistad de treinta y pico de años.

    Días después, al General lo recluyeron en una celda del piso dos, tal vez porque el hacinamiento era evidente en el tres. De todos modos, no se escapó de la fetidez, las ratas, las cucarachas y los grillos.

    III

    El comentario entre la mayoría de los presos era sobre las vueltas que da la vida, porque el 13 de abril de 2002 Baduel era el héroe de los chavistas, luego el gran ministro de la Defensa y a partir del 4 de abril de 2009 el gobierno lo consideraba un traidor.

    Una vez le pregunté lo de patria, socialismo o muerte. ´¿Por qué usted nunca gritó eso?´ y me respondió que los militares se deben a una Constitución y que ese es un lema para un partido político. ´Sabía a lo que me exponía´, me dijo en voz baja.

    El General era el único que no me llamaba por mi apodo de Mazuco. Siempre usaba mi primer nombre. ´José, tu caso es político, eso se sabe…y tu vas a salir bien librado´, señaló una mañana ahí en el patio, debajo de un arbolito. Yo jamás imaginé que el General Baduel sintiera admiración por Manuel Rosales.

    Una vez me relató que en el alto gobierno reconocían a Rosales como un líder trabajador, que se metía en las barriadas y que era exitoso. ´A Rosales se le atribuye el liderazgo que hace al Zulia una región indomable´, me aseguró.

    En esas conversas surgieron muchos temas, entre ellos los familiares y lo que ocurría con nuestros hijos, nuestras madres, esposas, hermanas, en fin…Baduel es un hombre muy involucrado en el cariño por los suyos. Una tarde le ví los ojos llorosos.

    Puedo decir que a ratos el General Baduel sufre mucho…pero en silencio.

    IV

    Si algo transmite el General Baduel es humildad, serenidad y franqueza. Eso lo ayudó a revertir los problemas de los primeros días. Una vez subió al cuarto piso donde los presos evangélicos realizaban sus cultos. Participó con ellos, oraron juntos y se abrazaron. Ese gesto gustó mucho, y desde entonces hubo una especie de intercambio.

    Los evangélicos iban a la misa católica con nosotros y varios de nosotros subíamos a sus cultos. Yo sería mal agradecido si no mencionara otro detalle. Y es que varias veces que yo estuve enfermo, con fiebre, con tos aguda, el General Baduel subía y me llevaba medicinas, me daba agua, se quedaba a mi lado, hasta que me calmaba.

    Su nobleza no dejaba de sorprenderme. Tengo la impresión de que lee filosofía porque a todo le da una interpretación profunda, y sus palabras a la hora de levantarle el ánimo a un compañero llegan.

    V

    El primer traslado de Baduel al tribunal nos unió mucho más. Lo tuvieron nueve horas. Llegó con un semblante diferente y me dijo: ´Me hicieron esperar nueve horas y al final suspendieron la audiencia, esto es político José´. Fue una de las primeras suspensiones. Yo le comenté los sufrimientos míos y los de otros compañeros. Nos dábamos ánimo y eso nos unía más.

    Nos acostumbramos a compartir las comidas que nos llevaban nuestras familias y algunos libros, que después de leer comentábamos. Al incrementar nuestra amistad, él fue más abierto a la hora de comentar las cosas que se veían en televisión, sobre todo los regalos de Venezuela a Cuba, la inseguridad y la politización de la Fuerza Armada.

    En las horas finales de mi prisión, el General Baduel me decía ´José, pronto regresarás a tu casa porque arriba hay un Dios…de mi parte no sé hasta cuándo me tendrán aquí…pero lo mejor de esto es cuando se tiene la conciencia limpia´.

    El viernes cuando salí, nos dimos un abrazo y, yo que había tratado de ser duro en la adversidad, no me contuve y lloré con él.´Que Dios te cuide¨, fueron sus palabras para mi. Los otros presos vieron aquello y a varios se les salieron las lágrimas.


    Por: Ernesto Ríos Blanco
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