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MARIANELLA SALAZAR: Acuerdos vergonzantes »

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En Venezuela nunca se alzaron voces contra el acuerdo suscrito en 1989 por el Gobierno español, presidido por Felipe González, y el de Carlos Andrés Pérez para traer a 11 terroristas de la ETA, expulsados de Argelia por el fracaso del diálogo entre el gobierno del PSOE y la banda terrorista.

Nadie criticó que a los terroristas vascos se les diera una oportunidad de vivir en paz y libertad en el país. En realidad, la sociedad venezolana permaneció indiferente a ese acuerdo y a esa presencia, hasta que comenzaron a señalar desde España que algunos miembros de la ETA en Venezuela se habían integrado al proyecto revolucionario que lidera Hugo Chávez, con quien se identifican ideológicamente. Desde ese momento, los servicios de inteligencia intensificaron el seguimiento, comenzaron a hacer pública las conexiones escalofriantes de ETA en América Latina, entre ellas, con las FARC, y se estableció el vínculo a raíz del atentado perpetrado en el año 2003 al club social El Nogal, en Bogotá, que arrojó un saldo de 36 muertos y 160 heridos.

Curso intensivo en C4 En el auto del juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional Española, se señala que en el año 2003 miembros de las FARC acordaron con ETA un intercambio de adiestramiento militar por entrenamiento en fabricación y utilización de explosivos, en campamentos de las FARC en territorio venezolano. “En agosto de 2007, los etarras Martín Capa e Ignacio Domínguez Achalandabaso impartieron en la selva venezolana en una finca cercana a Guasdualito, estado Apure, un curso teórico-práctico de unos 20 días a 13 miembros de las FARC y a 7 de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación, bajo la dirección del comandante Pizarro, sobre técnicas avanzadas en el manejo del explosivo C4, de mayor capacidad destructiva que la dinamita, pero con menor volumen, de fácil adquisición en Venezuela y más fácil transporte, manipulación y distribución, encargándose el meritado Ignacio de las sesiones sobre la utilización de teléfonos móviles como mecanismo iniciador de las cargas explosivas”. Según el auto judicial, el curso de manejo de armas y explosivos fue repetido al bloque Caribe de las FARC, al que acudieron vía terrestre desde Maracaibo, acompañados por un funcionario de la DIM en un vehículo-escolta con militares venezolanos que fue organizado por Arturo Cubillas y la española Remedios García, señalada como miembro de la comisión internacional de las FARC.


¿Cuál es el Atún? A los graves señalamientos hechos contra Arturo Cubillas se suma el caso de José Lorenzo Ayesterán, detenido en Francia en marzo de este año, junto al número uno del aparato militar de la ETA, Ayesterán, alias “Fanecas”, que estuvo 26 años en el país, trabajaba en ATÚN EUSKAL CARIBE, con sede en Marigüitar, estado Sucre. Para el momento de su detención tenía 6 requisitorias de la Audiencia Nacional de España; su caso confirma las sospechas de que algunos de los miembros del colectivo etarra en Venezuela se encuentran activos. Involucrado, al menos, en 18 atentados cometidos entre los años 1978 y 1983, el “Fanecas” estuvo a punto de recibir la nacionalidad venezolana en 2006 para evitar responder ­como Cubillas­ a la Justicia española. La etarra María Asunción Arana Altuna, viuda de “Argala”, un peligroso etarra que fue asesinado, es actualmente funcionaria en la dirección de Información del Ministerio Agricultura y Tierras, y obtuvo la nacionalidad venezolana junto a Arturo Cubillas en agosto del 2004. La nacionalidad venezolana sirve para burlar la justicia y humillar el sentimiento de las víctimas de los crímenes producidos por esos miembros de la ETA.


MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
Política | Opinión
EL NACIONAL