“Mientras los presos
políticos languidecen…” (V)
“El hartazgo y la desesperación han disipado el miedo a una tiranía. El esfuerzo por imponer la mentira de la supuesta felicidad aprovechando las fiestas decembrinas solo ha servido para organizarse para la necesaria protesta…”.
■ “A 72.4% de los venezolanos no le alcanza el dinero para adquirir la canasta básica; 69.9% sufrió de pobreza multidimensional en 2023; 86% tuvo que abastecerse de agua en fuentes alternativas…”.
■ “72.4% no logró ser atendido en centros de salud; 40.7% de niños y adolescentes no asistió regularmente a clases…”.
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Quién puede ser indiferente ante cifras como éstas? Son cifras de una tragedia humanitaria reveladas en el informe de HumVenezuela, plataforma que trabaja por los derechos a la asistencia y protección de todas las personas con necesidades humanitarias en nuestro país.
Son porcentajes frente a los que provoca llorar, en especial a quienes vivimos y pudimos disfrutar de otra Venezuela, en democracia. Los venezolanos no aguantan más tanto sufrimiento.
Ante esto, es imposible evadir la indignación frente al caradurismo de Nicolás Maduro. El cinismo, la desvergüenza, la desmedida ambición de quien se aferra al poder y desprecia a los venezolanos.
El asunto resulta en un revolcón del estómago al escuchar su relato en el que responsabiliza de la tragedia venezolana a la oposición. Hasta los suyos están claros en que mientras Maduro ocupe el Palacio de Miraflores continuará el asalto a lo que va quedando de nuestro país y se prolongará la desgracia.
Cuando se avanza hacia el récord de dos años sin que a jubilados, pensionados y trabajadores venezolanos se les haya realizado un ajuste de sus ingresos, prorrogando así su dolorosa miseria, Maduro se resiste a entregar el poder, obstaculizando nuestro derecho a elecciones libres. Habrá que presionar al respecto.
“La destrucción es extensa y prolongada. Es sin duda una masacre. Las estadísticas abundan, como las aportadas por el economista José Guerra: en 1998 el salario mínimo era de 338 dólares con el petróleo en 9 dólares. Y hoy con el precio del petróleo cerca de 70 dólares, el salario mínimo apenas alcanza los u$ 3 dólares…”.
Con un asalto al tesoro público de más de 20 mil millones de dólares desplumados por el ex ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, mano derecha de Nicolás Maduro ¿qué se puede esperar? Les recuerdo que Tareck El Aissami no ha sido presentado ante la justicia porque importa más aprehender a los defensores de los derechos humanos o a un incauto tuitero que se atrevió a comentar la corrupción del régimen.
Han de venir días en que los venezolanos logremos retomar nuestro derecho a decidir. Hay esperanza porque algo está ocurriendo en los venezolanos. El hartazgo y la desesperación han disipado el miedo a una tiranía. El esfuerzo por imponer la mentira de la supuesta felicidad aprovechando las fiestas decembrinas solo ha servido para organizarse para la necesaria protesta.
“Anunciar el regreso a clases parece una burla. Lo es cuando tres millones y medio de niños y jóvenes están fuera del sistema escolar, entre otras razones porque sus padres no tienen dinero ni siquiera para alimentarlos…”.
El implacable discurso de los maestros acusando a Maduro por haber pulverizado el salario de los trabajadores, haberles despojado de primas y bonos, por llevar a la involución los derechos laborales arrasando con las convenciones colectivas, por eliminar el vaso de leche escolar y haber colaborado en la destrucción de la infraestructura al cortar toda fuente que soportara el mantenimiento de las escuelas, son parte de las razones para un justo reclamo contundente y masivo.
La indignación se extiende en todos los sectores a lo largo y ancho de nuestro territorio.
La ejecución del plan típico de un dictador garantiza la ignorancia de un pueblo. Por eso ha logrado que en 80 por ciento de las escuelas de Venezuela los alumnos asistan a clases solo dos o tres días a la semana. Tiene este régimen la autoría de un plan bautizado como “horario mosaico” un invento para reducir la actividad escolar.
En ese horario, un niño solo tiene entre 8 y 12 días clases al mes en las escuelas públicas. Por eso hay niños de cuarto y quinto grado que ni siquiera saben escribir su nombre, no conocen ni vocales ni consonantes, según cuenta con dolor María Francia Cardoza maestra con 14 años de experiencia.
Los números empeoran en la educación superior. Cifras de Fundaredes de octubre de 2023 confirman el panorama desolador: en los últimos 11 años el régimen ha reducido en 97.9% el presupuesto de 72 instituciones de educación superior gratuitas.
Es el colapso del sistema educativo y el pueblo lo sabe.
Realmente es la destrucción del país.
Las calles se harán pequeñas ante las protestas que vendrán.
*Mientras, los cálculos de montos del asalto al erario se incrementan diariamente en miles de millones de dólares.
*Las opiniones emitidas en esta sección no tienen que reflejar la postura editorial de este diario y son de exclusiva responsabilidad de los autores.
*Si Maduro tiene que entregar a su mejor amigo, lo negociará, y por supuesto, intentará reforzar su imagen con la bazofia de súper bigote, que esa ridiculez sí le va.
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