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Thursday, November 21, 2024
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BOGOTÁ: El “hotel negro” al servicio del Tren de Aragua

En Bogotá hay cerca de 500.447
ciudadanos venezolanos.

“Exclusivo: este es el macabro “hotel negro” de Bogotá, el sitio donde una banda extranjera tortura, asesina y trafica drogas…”.                                                                                                                                                                              Por: –Semana


Según las autoridades el lugar fue descrito como un centro de torturas y asesinato ubicado en Kennedy, al servicio de la banda del Tren de Aragua, originaria de Venezuela. Se conoció la guarida en donde se da una masacre a cuentagotas. Una macabra historia se escribe en el centro de Bogotá. Las casas que deberían haber sido demolidas se convirtieron en sitios de tortura y asesinatos. Los cuerpos de las víctimas aparecen en bolsas en la calle.

“Allí han ocurrido varios homicidios. De ese lugar sacaron al Gato y a Pitillo, con Guayabita, que aparecieron muertos y torturados en una carreta en Bellavista”, señala una declaración que describe lo que ocurre en este sitio de terror al mando de la temida organización criminal originaria de Venezuela, conocida como el Tren de Aragua. Su centro de torturas, secuestros, asesinatos y negocios de tráfico de drogas es el hasta ahora desconocido “Hotel Negro”.

Los asesinos del Tren de Aragua, como alias Alfredito, recientemente capturado, vivían en los mismos espacios que utilizaron como sala de torturas. Testigos aseguran que los gritos de las víctimas se escuchaban incluso desde la calle, a plena luz del día, nadie era capaz de decir nada. Los cuerpos los sacaban a la madrugada, envueltos en bolsas negras, con cinta de empacar cajas, de forma similar, como si tuvieran un manual criminal. La Fiscalía cuenta con videos que prueban el infierno escondido en la penumbra del Hotel Negro.

Bogotá, Colombia.- Se trata de dos casas que comparten una misma fachada y cobijan los terribles crímenes del Tren de Aragua, la temida organización criminal que nació en Venezuela y que ya se apoderó de varias localidades en Bogotá.

Las paredes de este antro del miedo son testigos, dicen los informantes, de una masacre que a cuentagotas se hace invisible en la zona. El lugar no tiene nomenclatura, los baldosines donde estaban las direcciones los despegaron. Son cuatro pisos de una tenebrosa fachada de cerámica negra que poco a poco se desmorona. En el primer piso, están los locales comerciales que solo abren por la noche. El resto, son habitaciones maltrechas que funcionan como pagadiarios.

No hay un aviso o razón social, pero todos en la zona lo conocen así: el Hotel Negro. Saben que es la guarida de los asesinos. A quien meten a la fuerza en esos edificios, lo desaparecen. Para llegar a este centro de torturas hay dos maneras: por la avenida Ciudad de Cali o la 38, una calle larga, congestionada y desbaratada; impregnada de comercio, tráfico de estupefacientes, prostitución, vendedores informales, camiones, carros, motos, bicitaxis, humo, polvo, basura, todo mezclado.

Los testimonios son aterradores. Los llamados “prestados”, delincuentes de otras bandas, son secuestrados y metidos en las habitaciones de este infierno. Los someten a torturas grabadas en video por los demonios del Tren. En la mayoría de los casos los asesinan y para deshacerse de los cuerpos acuden a una práctica brutal: los descuartizan o les fracturan las extremidades para meterlos en bolsas, sacarlos en bicitaxis y arrojarlos como basura en las esquinas.

Sentencias de muerte:

El Hotel Negro está ubicado, irónicamente, en el sitio conocido como la Virgen de Patio Bonito. Es allí donde el Tren de Aragua se radicó para asesinar, extorsionar y dominar. “Lo lograron”, dicen los vecinos de la zona, que ahora viven bajo la amenaza de un ejército de criminales que actúan como campaneros, que durante el día y la noche se ubican en diferentes puntos para advertir la presencia de las autoridades o de bandas rivales.

Los asesinos pasean por el sector esperando la orden de matar. El grupo de delincuentes, los mismos campaneros, son los encargados de hacer “inteligencia”, de informar cuando algo se sale de la rutina y puede ser un riesgo para la organización. Toman fotos, videos y siguen al sospechoso. Luego dan aviso y el cabecilla, que termina interpretando a Dios, decide quién dejará de existir.

Como si se tratara de una violenta película de acción, espías y asesinos, los sicarios reciben la orden, con foto de la víctima, de secuestrar y torturar. Los llevan al Hotel Negro, los meten en la habitación y arranca la barbarie que solo se describe en las necropsias que hace Medicina Legal, muchos comparten los mismos signos de violencia: golpes, asfixia y heridas causan la muerte.

Tal es la peligrosidad y ausencia de temor a las autoridades por parte del Tren de Aragua, que hasta han enviado panfletos con amenazas, con nombre propio, a los policías del cuadrante de zona donde está su guarida criminal.

Sucursales:

Son 17 los cuerpos encontrados en Bogotá, metidos en bolsas y con señales de tortura. La investigación de la Fiscalía está orientada a establecer la responsabilidad del Tren de Aragua y sus asesinos en estos casos. La forma, las víctimas y los escenarios darían a entender que sí. SEMANA estableció que este grupo criminal tendría sedes, centros de asesinato, en las localidades donde delinquen y desplazaron a otros delincuentes.

Para la localidad de Santa Fe y Los Mártires, la sucursal de las torturas era conocida como la Casa de los Masajes. SEMANA la encontró y obtuvo los testimonios que demostrarían cómo este espacio, ubicado en el barrio San Bernardo, se convirtió en el infierno del centro de Bogotá. En principio, la alcaldía, desde la Secretaría de Seguridad, negó la existencia de estos lugares, pero las pruebas que ha venido revelando este medio no dejan duda. Y lo peor, esa casa, pese a las denuncias, aún tiene sus puertas abiertas.

Las “sedes” del Tren de Aragua son repúblicas independientes, con su propia ley, reglas y con castigos que casi siempre son condenas de muerte. La información que tienen los investigadores es que en cada localidad o terreno ganado por esta banda, montan su casa de torturas. Dos quedaron al descubierto, pero hay más.

Terror:

En Patio Bonito, desde el Hotel Negro, se envió una amenaza directa a los vecinos, incluso a la Policía del sector. Por medio de una foto que hicieron llegar a los uniformados del cuadrante, se advertía, con apellidos, una pistola y una granada, que estaban identificados. Hernández, Mata y Leitón eran los policías en la mira del Tren de Aragua.

A los comerciantes también les llegó una amenaza por WhatsApp, un día después de que la Policía entregó los resultados de un operativo que permitió la captura de alias Alfredito, cabecilla asesino del Tren, según los informes, responsable de 40 asesinatos en Colombia y quien entrenó a dos menores de edad venezolanos como sus brutales sucesores.

El Hotel Negro parece abandonado, incluso con avisos de “se arrienda”. Hace dos semanas, la Secretaría de Seguridad de Bogotá hizo un operativo en este sitio sin saber la aterradora historia que guardaban las habitaciones. Encontraron estupefacientes, armas y capturaron a una persona. El problema, según los testigos, es que las intervenciones se convirtieron en rutina para el Tren de Aragua.

Más temprano:

Cuerpos aparecen en bolsas:

El cadáver de un hombre, amarrado de pies y manos, con 162 heridas de arma blanca y envuelto en bolsas de basura fue encontrado por recicladores en un andén del centro de Bogotá. Las señales de tortura sobresalían desde la cara hasta los pies. El hombre, sin identificar, se sumó a otras cinco víctimas asesinadas en iguales circunstancias, al parecer, por la misma mano criminal.

Se conoció que los cuerpos abandonados en esquinas de Bogotá y metidos en bolsas de basura son, según los investigadores, una macabra mensajería entre organizaciones criminales que se disputan el tráfico de drogas en la capital. Las víctimas desaparecen en la llamada “cuadra de la muerte”, en el sector de San Bernardo, donde hay casas de pique para torturarlas y matarlas.

Los agentes de la Sijín, en la Metropolitana de Bogotá, tienen una investigación con detalles escalofriantes, elementos de una película de horror que se escribe en pleno centro de la ciudad. La disputa criminal y la reorganización de los traficantes empieza a sumar víctimas. Consumidores, distribuidores y quien permanezca cerca del mercado ilegal de las drogas está en riesgo.

Todos los cuerpos arrojados en bolsas son hombres entre los 25 y 35 años. Medicina Legal encontró un patrón común en los asesinatos, signos de violencia, la forma en que los ataron y las causas de la muerte. Los investigadores establecieron el lugar de los hechos: viviendas en el centro de Bogotá conocidas como las “casas de masajes”.

El barrio San Bernardo, el sector de Cinco Huecos y La Favorita, zonas que están ubicadas muy cerca de la Alcaldía de Bogotá, la Metropolitana de la Policía y un batallón del Ejército, se convirtieron en los escenarios de las aterradoras historias. Algunas casas debieron ser demolidas por el Distrito en el marco del plan de mejoramiento del centro. Pero como no se hizo nada, ahora albergan el máximo ejemplo de crueldad humana.

Se conocen como las “casas de masajes”, espacios de tortura que se esconden bajo la fachada de pagadiarios, un amago de hotel que cobra hasta 5.000 pesos por una noche de alojamiento. En esas habitaciones, las víctimas son secuestradas, amarradas, torturadas y asesinadas. Lo que sigue es sacar los cadáveres.

A las viviendas llegan habitantes de calle que, en carretas impulsadas por ellos mismos, retiran los cuerpos con unas indicaciones y horas específicas. El transporte mortuorio se completa con basura, escombros y hasta colchones fétidos, con el ánimo de evitar cualquier intento de requisa por parte de la Policía. Los restos son arrojados en plena vía pública, junto a los desperdicios.

Las carretas salen de las casas, cargadas de mugre, sangre y cuerpos. Una avanzada en bicicleta garantiza que la Policía no esté en la zona, también que el habitante de calle cumpla el recorrido acordado hasta la fosa pública en un andén. SEMANA conoció las imágenes de carretas escoltadas por los criminales en bicicleta, un seguimiento que los lleva hasta por 5 kilómetros de distancia, envías principales de la ciudad.

Escalofriante:

Detrás de los restos abandonados en bolsas de basura hay un mensaje, explícito y violento, entre organizaciones criminales. De acuerdo con los investigadores de la Sijín, los traficantes de droga acudieron a la barbarie para imponer una idea de superioridad en determinadas zonas de la ciudad. Una especie de venganza anticipada que garantiza su permanencia o la impone con sangre.

En sectores como el barrio Santa Fe, las fronteras están divididas por cuadras. Zonas en línea recta que no superan los 300 metros con la advertencia de quién puede pasar, qué se puede vender y cuánto se puede cobrar. Mientras que en una cuadra se vende marihuana, en otra, bazuco y en la siguiente, cocaína. La posibilidad de equivocarse es una sentencia de muerte.

Cuando esos límites y condiciones se rompen, el precio es la vida. Las personas son llevadas a las “casas de masajes”, las torturan, las pican y las asesinan; en cuestión de horas sus cuerpos son abandonados como advertencia para la banda rival. Es una macabra forma de mensajería que no se preocupan en ocultar; todo lo contrario, entre más violento el mensaje, resulta más efectivo.

En una de estas viejas y lúgubres casas, se ve una carreta de las que utilizan para mover los cuerpos luego de ser torturados, asesinados y picados. Posteriormente, son tirados a la calle en basureros.

La investigación:

Se conoció avances importantes en las investigaciones que adelanta la Policía y que se mantienen en reserva, mientras se completan los operativos para capturar a los sádicos encargados de torturar y desmembrar. En el curso de estos procesos se estableció el origen del mal.

Los investigadores tienen claro que las perturbadoras escenas de cuerpos desmembrados y abandonados en bolsas de basura, más allá de causar pánico entre la población, es una señal de que algo ocurre en el sórdido mundo del crimen de la capital del país. Hay una reorganización de los traficantes que surten de sustancias ilícitas, desde el centro de Bogotá hacia las 20 localidades.

En esta nueva coyuntura, se tiene claro que hay un reacomodamiento de las estructuras criminales. Las dudas están en quién o quiénes aspiran a quedarse con el poder. Una hipótesis que empieza a tomar forma indica que delincuentes de origen venezolano se cansaron de ser lacayos de traficantes colombianos y ahora se enfrentan a sus jefes en una asonada asesina.

Estos inmuebles, que más parecen escombros y no han sido derrumbados por negligencia de las autoridades distritales, se han convertido en sitios de tortura y muerte para enviar mensajes de advertencia a grupos rivales en el tráfico de drogas.

Las víctimas:

Los casos de cuerpos desmembrados en bolsas de basura, costales o envueltos en colchones abandonados en andenes incluye solo hombres. En lo corrido del mes de abril de este año, de manera oficial y en los reportes de los investigadores de homicidios en la Sijín, se cuenta el hallazgo de seis cadáveres que comparten las mismas características y patrones criminales.

Las señales de tortura eran similares, la forma en que ataron sus manos, el cuello y el mecanismo de muerte dibujó a un único perpetrador, un brutal asesino que ahora asfixia y apuñala para reiterar el terrorífico mensaje a los rivales de crimen. Ninguno de los seis cuerpos inspeccionados mostró signos de defensa, de que trataron de enfrentar a sus asesinos; estaban reducidos y a merced de la tortura.

Aunque los hallazgos ocurrieron en distintas partes de la ciudad, la conclusión de los investigadores se contrae hacia el centro de Bogotá. Desde la localidad de Los Mártires se estaría controlando el tráfico de drogas de toda la capital, y, cuando algún expendedor o consumidor se sale de la dinámica, termina en las bolsas de basura.

Todas las víctimas llegaron como NN a la morgue. La tortura se extendió a las partes del cuerpo clave para la identificación, como las manos. No conocer la identidad, sumado al miedo que persiste entre la población, hace muy difícil el trabajo de investigación. Aun así, la Policía reportó una disminución en los homicidios en lo corrido de este año. Los operativos contra las bandas y el trabajo de los investigadores permitió la judicialización de varios asesinos.

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*Las opiniones emitidas en esta sección no tienen que reflejar la postura editorial de este diario y son de exclusiva responsabilidad de los autores.

 



*Damià Bonmatí: Corresponsal de Noticias Telemundo Investiga. Cubre temas de inmigración y frontera. Pueden contactarlo por email: damia.bonmati@nbcuni.com

Por: Luis Miguel Castellanos Barragan
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Bogotá, sabado 13 de agosto de 2022






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