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    BOGOTÁ: Venezolanos, en la mira del crimen organizado

    En Bogotá hay cerca de 500.447
    ciudadanos venezolanos.

    “Al menos seis de los 13 cuerpos hallados en bolsas en los últimos meses serían ciudadanos venezolanos. Los migrantes también fueron las principales víctimas de la guerra que se libró en 2021 en Kennedy. Esto reflejaría cómo el crimen organizado instrumentaliza a esta población…”.                                                                                                                                         El Espectador


    Entre enero de 2017 y abril de este año han sido asesinados 415 ciudadanos venezolanos en Bogotá. Son muertes violentas, con arma blanca o de fuego; en riñas u otras condiciones, que relacionan agravantes como la servicia con la que fueron atacados.

    Esta cifra se da en un contexto en el que persiste el fenómeno migratorio, del cual aún no hay cifras consistentes. Mientras el DANE dice que en la capital hay casi 500.447 venezolanos, Migración Colombia habla de 397.716.

    Tan inconsistente como estos datos parece ser el conteo de víctimas extrajeras, en medio de las guerras delincuenciales que se viven en Bogotá. Así lo sugiere Medicina Legal, al indicar que, pese a contar con un consolidado, en 2021, por ejemplo, las víctimas pudieron haber sido más de las 143 que están en el listado, pues hubo cuerpos que no pudieron identificar.

    Bogotá, Colombia.- No son solo cifras. Estos muertos tienen nombres, historias y familia. Buena parte de ellos llegaron a la capital en busca de mejores condiciones de vida, pero la falta de oportunidades (hasta para los nacionales) hace que algunos de ellos terminen vinculándose a redes criminales. Son instrumentalizados, muchas veces, porque sus condiciones de migrantes e indocumentados hacen que la justicia no actúe con la misma severidad que lo haría con los locales.”

    Las dos guerras que hay detrás de los cuerpos embolsados en Bogotá:

    A pesar de las intenciones de la administración por tener el control sobre esta población y del constante trabajo en fronteras para filtrar la llegada de extranjeros, pareciera que las estructuras criminales se han organizado de una mejor manera, pues son quienes aprovechan los vacíos legales y las ausencias de acompañamiento gubernamental para abrirles las puertas del mundo del hampa.

    Está claro que no todas las víctimas mortales de los últimos cuatro años están vinculadas a redes delictivas, pero sí es cierto que buena parte de estas personas han estado relacionadas con enfrentamientos entre organizaciones que buscan el control territorial para la distribución de alucinógenos.

    Las autoridades podrían estar cerca de resolver los casos de los cuerpos hallados en bolsas de basuras, con signos de tortura y algunas heridas por arma de fuego o arma blanca, que han ocurrido en los últimos meses. De acuerdo con las investigaciones, y como lo anticipó El Espectador desde finales del año pasado, esta situación obedecería a enfrentamientos por el control de las líneas de microtráfico, en dos puntos de Bogotá.

    Por lo menos esa es la realidad de la localidad de Kennedy, especialmente de los barrios que limitan con el corredor de la calle 38 sur, en donde desde hace nueve meses se viene librando una guerra a sangre y fuego por ver quién queda al mando de la criminalidad. En los dos últimos meses se han presentado, en ese mismo sector, cuatro casos de asesinatos en donde se han hallado cinco cuerpos embolsados.

    Una situación similar, pero con menor impacto, estaría ocurriendo en Los Mártires, en donde, en los últimos dos meses, se han presentado cuatro casos que han dejado cinco víctimas mortales. Además del crimen que se cometió en una casa del barrio San Bernardo (Santa Fe) y cuyo cuerpo apareció en la localidad de Antonio Nariño.

    Si bien en uno de estos casos del centro de Bogotá, el cuerpo fue encontrado en límites de Los Mártires y Teusaquillo, y las autoridades insisten en que serían hechos aislados, fuentes cercanas a las bandas que operan allí, le confirmaron a este medio de comunicación, el pasado 1 de mayo, que ese hecho y el del barrio San Bernardo son producto del mismo ajuste de cuentas, y, al igual que en Kennedy, se trata de una guerra por el control del tráfico de drogas y la criminalidad.

    Lo que pasa en Kennedy y Los Mártires, según la Fiscalía, no tiene nada que ver entre sí, es decir, no es una misma red la que opera en las dos localidades, únicamente son puntos que han sido blanco de una misma problemática: la delincuencia común que se ha venido estructurando para ganar terreno.

    En total, de acuerdo con la información que han recolectado las autoridades, ya son 13 los cuerpos que se han hallado en Bogotá en lo corrido de los dos últimos meses, varios de los fallecidos serían de nacionalidad venezolana.

    Las escenas del crimen parecen calcadas, pues los cadáveres que se han encontrado en Kennedy (cinco), Suba (uno), Teusaquillo (uno), Los Mártires (cuatro), San Bernardo (uno) y Bosa (uno), han aparecido en condiciones similares: amarrados de pies y manos, con signos de tortura y algunos con heridas de arma blanca o de fuego; en riñas u otras condiciones, que relacionan agravantes como la sevicia con la que fueron atacados. Esta cifra se da en un contexto en el que persiste el fenómeno migratorio, del cual aún no hay cifras consistentes. Mientras el DANE dice que en la capital hay casi 500.447 venezolanos,

    Migración Colombia:

    Autoridades hablan de 397.716 venezolanos. Tan inconsistente como estos datos parece ser el conteo de víctimas extrajeras, en medio de las guerras delincuenciales que se viven en Bogotá. Así lo sugiere Medicina Legal, al indicar que, pese a contar con un consolidado, en 2021, por ejemplo, las víctimas pudieron haber sido más de las 143 que están en el listado, pues hubo cuerpos que no pudieron identificar. No son solo cifras. Estos muertos tienen nombres, historias y familia. Buena parte de ellos llegaron a la capital en busca de mejores condiciones de vida, pero la falta de oportunidades (hasta para los nacionales) hace que algunos de ellos terminen vinculándose a redes criminales. Son instrumentalizados, muchas veces, porque sus condiciones de migrantes e indocumentados hacen que la justicia no actúe con la misma severidad que lo haría con los locales.

    A pesar de las intenciones de la administración por tener el control sobre esta población y del constante trabajo en fronteras para filtrar la llegada de extranjeros, pareciera que las estructuras criminales se han organizado de una mejor manera, pues son quienes aprovechan los vacíos legales y las ausencias de acompañamiento gubernamental para abrirles las puertas del mundo del hampa. Está claro que no todas las víctimas mortales de los últimos cuatro años están vinculadas a redes delictivas, pero sí es cierto que buena parte de estas personas han estado relacionadas con enfrentamientos entre organizaciones que buscan el control territorial para la distribución de alucinógenos.

    El caso más reciente es el de los trece cuerpos que fueron hallados en bolsas durante los dos últimos meses, en seis localidades de Bogotá. Según la Fiscalía, se habla de que por lo menos seis de las víctimas de esos homicidios son ciudadanos venezolanos, que han estado involucrados en hechos delictivos. Otra situación similar tuvo lugar entre agosto y septiembre de 2021, cuando se registraron doce asesinatos en 31 días en la localidad de Kennedy. El reporte oficial estableció que cinco de esas víctimas eran migrantes. En cuanto al móvil, según aseguran, todos estuvieron relacionados con ajustes de cuentas por temas de microtráfico.

    Así avanza la investigación en Kennedy:

    La Fiscalía confirmó que Kennedy tiene un antecedente que permitió que la criminalidad se expandiera. Según cuentan, la captura de alias Camilo, señalado de por lo menos 15 homicidios, y quien impactaba la localidad de Kennedy y Bosa, dejó un vacío en el mundo del hampa, el cual están intentando ocupar dos organizaciones.

    Pese a que las autoridades atribuyen las acciones violentas de hoy en día, a lo que vino después de la detención del señalado delincuente, las cifras demuestras que previo a que Néstor Aguirre, alias Camilo, quedara en poder de las autoridades, los crímenes ya se ejecutaban por docenas. Su captura fue en octubre pasado, pero solamente entre el lunes 2 de agosto y el martes 7 de septiembre de 2021, en cercanías a la calle 38 sur, ocurrieron doce homicidios, todos relacionados con ajustes de cuentas, es decir, el panorama antes y después de este “gran golpe” es similar.

    Tras su judicialización, alias Camilo, llegó a un preacuerdo con la Fiscalía, de 27 años de cárcel, por los 15 homicidios que le fueron atribuidos. Así las cosas, luego de firmarse el pre-acuerdo y empezar a purgar su condena, en 10 años, aproximadamente, podría salir libre por buena conducta y prácticas como trabajo o estudio, hechos que ayudan a redimir la pena.

    Estas papeletas de color verde son las que comercializan bajo el nombre de “Gancho Mosco”.

    Los Mártires, por el microtráfico:

    El hallazgo en las calles, el último mes, de seis cadáveres envueltos en bolsas, dicen, tendría relación con el arribo de una nueva organización criminal a la zona, la cual pretende apoderarse del microtráfico. Tras seis años de haber sido desmantelado el Bronx, vuelven a sonar los llamados “Ganchos”, estructuras que dominaban el narcomenudeo y toda actividad ilegal en el centro de Bogotá.

    Los seis cadáveres envueltos en bolsas, que el último mes encontraron cerca del centro de Bogotá, serían un mensaje para quien fue su jefe. Son códigos encriptados que, en las dinámicas de la calle y el hampa, se leen como una advertencia: “Se quieren quedar con el negocio y están acabando con la gente”. Los crímenes no los quisieron ocultar. Por el contrario, la intención fue dejarlos expuestos a la ciudadanía y, sobre todo, a los ojos de la delincuencia, para dejar claro que hay una nueva banda que llegó a apropiarse de las líneas del microtráfico.

    Los cuerpos los encontraron entre el 27 de marzo y el 26 de abril en los barrios Voto Nacional, Plaza España, El Listón, San Antonio y Las Américas. La particularidad: tenían múltiples heridas de arma blanca y señales de tortura. Además, estaban amordazados y envueltos en plástico, casi de la misma forma. Pese a que en los sitios donde los hallaron hay dos sectores que forman parte de otras localidades, esas muertes habrían sido ejecutadas por una organización ilegal, en el terreno que hoy intenta dominar: Los Mártires.

    El hallazgo en las calles, el último mes, de seis cadáveres envueltos en bolsas, dicen, tendría relación con el arribo de una nueva organización criminal a la zona, la cual pretende apoderarse del microtráfico. Tras seis años de haber sido desmantelado el Bronx, vuelven a sonar los llamados “Ganchos”, estructuras que dominaban el narcomenudeo y toda actividad ilegal en el centro de Bogotá.

    Kennedy, Los Mártires, Suba y Teusaquillo son las localidades en donde se han hallado los 13 cuerpos en bolsas.

    El microtráfico:

    Se trata del corazón de la capital, que ha sido marcado históricamente por la delincuencia común, el tráfico de estupefacientes y manejado por algunos de los capos más buscados, quienes, a pesar de haber quedado en poder de las autoridades, sus nombres siguen haciendo eco en las calles. Hoy esa guerra entre bandas ha cobrado varias vidas, todas ellas, de acuerdo con una fuente cercana al negocio ilícito, encargadas de vender droga a la orden del mítico “Gancho Mosco”.

    Sumado a la facilidad con la que operan los delincuentes, vendiendo droga y segando vidas, parece estar la parsimonia de las autoridades para atacar este negocio, que está a su vista y se ejecuta a plena luz del día. A solo ocho predios del Comando de la Policía de Bogotá, sobre la avenida Caracas, está uno de estos puntos de narcomenudeo, que estaría en disputa, el cual opera las 24 horas, los siete días de la semana. Además, en ese mismo sector fue donde ejecutaron uno de los crímenes que puso en la agenda pública el nombre de esa localidad.

    De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad, el homicidio en este punto de la ciudad es uno de los indicadores delictivos más altos. Para 2019 se registraron 66 crímenes, en 2020 fueron 52 (cifra que disminuyó por el confinamiento tras la pandemia), mientras que para el año pasado el número de casos fue de 71. En lo corrido de este año van 12. Si bien estas cifras no obedecen a la guerra entre bandas, sí dejan a la vista que existe una tendencia violenta en la localidad, que permite que las redes delictivas operen con facilidad y amplíen sus negocios.

    La misma entidad del Distrito también dio a conocer que, entre enero y marzo de este año, al número único de seguridad y emergencias se han reportado 423 casos de consumo de narcóticos en el sector, siendo el barrio Voto Nacional desde donde más se reciben llamadas. Para el año pasado, en el mismo período, se dieron 553 reportes, siendo esa vez los barrios La Sabana y Santa Isabel los puntos críticos, hecho que demostraría que la criminalidad ha migrado en la misma localidad.

    Los detenidos habría sido los encargados de transportar el cuerpo luego de que otras personas, al parecer, le quitaran la vida en el centro de Bogotá.

    Los hombres que transportaron el cuerpo:

    Los hombres que transportaron cuerpo que tenía 161 heridas de arma blanca. De acuerdo con la investigación, tanto los capturados como la víctima del hecho tienen antecedentes penales.

    A la cárcel fueron enviados H. Banguero y Y. Martínez, los hombres señalados de transportar uno de los cuerpos que apareció recientemente en el centro de la capital, con múltiples heridas de arma blanca. Según las autoridades, el hecho ocurrió el pasado 27 de marzo, en el barrio San Antonio de la localidad Antonio Nariño.

    Gracias a videos de cámaras de seguridad y el análisis de expertos investigadores y forenses, se pudo establecer que el cuerpo tenía 161 heridas con arma blanca, las cuales fueron propinadas en un lugar ajeno al sitio en donde fue encontrado el cuerpo.

    Todo parece indicar que este hecho estaría relacionado con los otros cinco casos que se han registrado en el mismo sector, en lo corrido de este mes. Situación que las autoridades han catalogado como una retaliación de organizaciones dedicadas al narcomenudeo, quienes pretenden apoderarse de los puntos de distribución de drogas.

    “De acuerdo a lo que tenemos, se trata de retaliaciones internas con otros grupos criminales por tráfico de estupefacientes. Gracias a información obtenida, establecimos que la persona fallecida, como los capturados, tienen antecedentes. En este momento hay un proceso macro acompañado por investigadores para dar con los responsables de los otros casos”, señaló el general Eliecer Camacho, comandante Policía de Bogotá.

    De acuerdo con la Fiscalía, “la víctima fue hallada en vía pública y envuelta en una colchoneta de color rojo y el informe concluyó que la muerte fue producto de actos de extrema violencia y crueldad”. Así las cosas, la Fiscalía les imputó el delito de homicidio agravado por la sevicia con la que fue atacada la víctima, el cual no fue aceptado por los procesados. Pese a que no se allanaron al delito, un juez los envió a prisión.

    Tras las pistas de las muertes sistemáticas en el centro de Bogotá:

    Las autoridades han podido establecer que si bien no existe una casa de pique en Bogotá, sí hubo un centro de tortura. Uno de los seis cuerpos hallados en el centro de la capital fue atacado en ese sitio, ubicado en la localidad de Santa Fe.

    A dos casas de un colegio distrital, y en el corazón de una zona residencial del centro de Bogotá, está la “casa de los masajes”. El sitio lo identificó la Fiscalía como centro de tortura y ajuste de cuentas, y según la Policía, desde ese predio transportaron uno de los seis cuerpos que encontraron en el último mes, envueltos en bolsas y abandonados en diversos puntos de la ciudad. Aclaró, eso sí, que las otras cinco víctimas no tendrían conexión con dicha casa.

    El cadáver, que tenía 161 puñaladas (algunas en los ojos) y marcas de asfixia mecánica, lo abandonaron en una calle de la localidad de Antonio Nariño. El traslado desde el sitio del crimen estuvo a cargo de dos hombres, que están en prisión. Los vincularon como responsables de intentar ocultar el cadáver y de ser parte de la banda que comanda las acciones ilegales en la zona. Del centro de “tortura” también se tendrían reportes de agresiones físicas contra otras personas. Por lo menos, así lo dejó claro el jefe de la Unidad de Homicidios de la Policía.

    La versión de un hombre, cercano a la comercialización de estupefacientes de ese sector, da cuenta de que ese último caso podría ser aislado, no del enfrentamiento entre grupos al margen de la ley, sino de los homicidios sistemáticos. Por su experiencia, deduce que la vivienda no operaría en función de matar a otros criminales, sino como centro de acopio de droga. “Las heridas en los ojos seguramente fue porque vio algo. Eso es para mandarse mensajes entre las bandas o entre la misma banda. Alguien intentó desviarse o quedó mal con algo”, señala.

    Develar el supuesto centro de torturas no es el único objetivo que tienen las autoridades. El Espectador conoció que ese mismo punto, aparentemente, funciona como una de las “cajas” que fue denunciada por este diario en su edición del pasado domingo 1° de mayo, en la investigación titulada “Los Mártires, una guerra por el microtráfico y el crimen organizado”. Si bien esa casa ubicada en la localidad de Santa Fe no estaría al mando de las estructuras que operan en Los Mártires, sí tendría en común esa guerra por el poder de las rutas de distribución.

    “Cajas y taquillas”:

    El barrio San Bernardo (Santa Fe) pareciera una imagen calcada de lo que se vive en el Voto Nacional, en Los Mártires. Además de tener dinámicas delictivas similares, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad, las cifras de homicidios también son similares. En Santa Fe, entre enero y abril del año pasado, se registraron 18 muertes violentas, mientras que en el mismo período de este año van 16 casos. La tendencia es similar en Los Mártires, en donde el año pasado, entre enero y abril, ocurrieron 21 asesinatos, y en este año fueron 18.

    Allí, de acuerdo con el relato de los “taquilleros” que venden las dosis de bazuco o los cigarrillos de marihuana, la forma en la que operan las organizaciones criminales es la misma, incluso es la que se emplea en buena parte de la ciudad. Los estupefacientes son cargados por transeúntes que ingresan a paga diarios y los dejan en poder de distribuidores, que se encargan de dárselos a los pequeños vendedores, quienes mueven la droga en mínimas cantidades por los barrios aledaños.

    “Los turnos para la venta son a cualquier hora, pero todo el día se vende. Se vende de manera voluntaria y no obligatoria. Para los vendedores hay un sueldo, pero hay unos que compran y revenden. En los puntos la venden a tres ($3.000). El que la quiera comprar a ese precio tiene que ir hasta la 18 o al “Sanber”. Pero en la parte de arriba (vías principales del centro) el precio sube a cuatro ($4.000). Pero no a todos los dejan vender a ese precio. Los que lo hagan los pueden “pelar”, porque se enriquecen a costillas de ellos (los distribuidores mayores)”, asegura uno de los “taquilleros”.

    Estos centros de acopio de droga, y las mismas “taquillas”, no son sitios estáticos. Por los mismos operativos de las autoridades, y para evitar ser identificados, los puntos de distribución están en constantes movimientos. Incluso, como la venta es mano a mano, los bolsillos de los vendedores son donde se guarda parte de la mercancía. Así es como operaría el punto de acopio en cercanías a la “casa de los masajes” o, por lo menos, eso dicen quienes frecuentan el sector. “Ese paga diario de la segunda (“casa de los masajes”) también funcionaba como “caja”, pero después de que la Policía llegó por lo del muerto, la cerraron y la gente no apareció más”, agrega el informante.

    En otra de las declaraciones de este hombre, que opera entre el barrio San Bernardo y Voto Nacional, asegura que el dinero de la comercialización se maneja de forma cuidadosa y precisa. Y así como entra la droga, también sale el dinero. “La plata la sacan a cualquier hora, en un morral o en una bolsa. Hay moneda o billete, de todo”, asevera.

    Con relación a la supuesta banda que tendría como centro de operaciones la “casa de los masajes”, a la que la Fiscalía identificó como Los Seguros, dice la fuente que ese podría no ser su verdadero nombre, ya que de esa manera es como llaman a las personas de seguridad de los puntos de distribución. Son estructuras tan organizadas, que tienen rangos y cargos. “Los seguros son los que cuidan los puntos, para que la gente no se pierda o evitar que entre otro a quitarles la línea de microtráfico”, concluye.

    Los detalles de la cruda guerra entre bandas delincuenciales se siguen conociendo de a poco. El reto para las autoridades, de cara a mejorar la seguridad, es claro.

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