“La AgroPatria roja jamás fue, ni en sus
comienzos, lo que significó AgroIsleña…”
Las similitudes entre la decisión en 2010 de Hugo Chávez con la firma Agroisleña y el caso en Argentina de Vicentín. Lo de Venezuela fue un salvavidas de plomo para la compañía…”.
[karma_by_kadar__simple_player title=” Chávez: Agroisleña obstaculizaba desarrollo agrícola en Venezuela…”.” src=”https://reportero24.com/wp-content/uploads/2020/06/Chávez-Agroisleña-obstaculizaba-desarrollo-agrícola-en-Venezuela.mp3″]
AUDIO: Chávez: La empresa privada instauró en el país la “práctica del uso y abuso” de los insecticidas altamente contaminantes / Además especulaba con los precios, vendiendo productos con un sobreprecio de hasta 500%/ Gobierno se compremete a dignificar los trabajadores…”.
■ “La Vicentin” (Agroisleña) de Venezuela: coincidencias y diferencias con una ruinosa expropiación.
■ “Bueno… Agroisleña está expropiada. Ven a mí que tengo flor. Se acabó el tiempo de la Agroisleña esta… Le hago un llamado a sus dueños para que se pongan en contacto mañana mismo. Pasa a ser ahora propiedad popular. Propiedad patria”, anunció Chávez en 2010 en un mensaje televisivo, mientras la claque aplaudía hasta romperse las manos. Así empezó la destrucción de la industria agroalimentaria en Venezuela.
[L]a frase de Chávez desafiaba a sus rivales. La expresión se usa en el truco, un juego de cartas en el que el engaño al rival es parte del juego, hacerle creer que se tienen buenas cartas cuando por ahí no se las tiene y viceversa. Ahora, si se canta flor y no se tiene, los puntos van en contra.
En Venezuela la historia le iba a cargar los puntos en contra a los venezolanos por el engañoso relato de Chavez, quien cantó flor, pero la agroindustria se terminó marchitando.
Ese día, Hugo Chavez dijo que en la semana se iban a reunir con los dueños de Agroisleña.
Los dueños se enteraron de la expropiación por la tele. Una coincidencia con el caso Vicentín.
En esos días, la reacción de una parte del pueblo venezolano y de los empresarios del país fue totalmente contraria a la expropiación de la empresa, que en ese momento progresaba y generaba riqueza para el país.
Ante la reacción, el chavismo respondía que el gobierno no estaba en guerra con la empresa privada pero la expropiación se hizo. El argumento fue la “soberanía alimentaria”.
No era la primera expropiación ni sería la última relacionada con la política de la “soberanía alimentaria”.
Con el tiempo estas empresas expropiadas iban a languidecer lentamente para pasar a ser totalmente ineficientes, y en muy pocos años.
Los empresarios fueron equiparados por el gobierno a los funcionarios públicos.
Decía el ministro de alimentación, Carlos Osorio, “todas las estructuras que participan en el sistema agroalimentario, de una u otra manera, todos los que allí trabajan, aun siendo una empresa privada, son funcionarios públicos y deben considerarse funcionarios públicos porque el trabajo que hacen es para servir a la población”. Y así se fue captando todo.
Los medios nacionales e internacionales fueron destacando en sus títulos paulatinamente los hechos que fueron cambiando al sistema productivo del país para derrumbar la economía venezolana hasta los niveles de hoy.
Cuatro años después de la expropiación de Agroisleña ya se hablaba de la necesidad de una inversión de miles de millones de dólares para recuperar el potencial de la empresa, que ahora se llama AgroPatria.
La política de “soberanía alimentaria” en realidad fue una política de control de manejo de los alimentos, y el resultado en el mediano plazo fue el hambre y el desabastecimiento.
La crisis alimentaria de Venezuela:
Antes de Agroisleña, se expropiaron millones de hectáreas de campos cultivables, pero la producción de alimentos bajó. Los pequeños y medianos productores no pudieron conseguir nunca más lo que necesitaban para sus chacras en Agropatria. Sólo lo pudieron hacer generalmente a precio “blue” de alguien que les vende a precio más caro y menos competitivo. No ganó la gente, ganó la especulación.
La expropiación de Agroisleña fue muy elogiada por el entonces vicepresidente Elías Jaua: “Con esto garantizamos que el 51% de la producción sea recibido en la red de distribución social del estado y los productores tratados con justicia”. Cantó falta envido con un caballo y una sota, y el efecto fue el contrario. La producción cayó sistemáticamente y la importación de alimentos aumentó igual que la especulación.
La crisis alimentaria de Venezuela empezó con la expropiación de una empresa de emprendedores canarios. Agroisleña se convirtió en AgroPatria y no fue una solución, fue un nuevo problema.
Ese 2010 fue el comienzo de la destrucción de la agroindustria venezolana. En 1998 Venezuela se garantizaba el 60% de las necesidades alimentarias con producción nacional. Diez años después apenas llega a producir el 25% de los alimentos que necesitan los venezolanos. Habían cantado vale 4 pero tenían un ancho falso.
AgroPatria, y la política de “soberanía alimentaria” no aseguraron la “soberanía alimentaria” de Venezuela .
Aquél relato fue brutalmente desmentido por los hechos y por los padecimientos de los venezolanos. La verdad está en los hechos.
Y esto es lo que pasó y lo que pasa.
Hoy faltan semillas para siembra, créditos, facilidades de comercialización, con los que los productores y la gente, al final no recibieron los beneficios de la “soberanía alimentaria” declamada, que en definitiva, quienes repiten esta expresión sin muchos fundamentos deberían explicar si entienden realmente de lo que están hablando.
La escasez de alimentos aumentó y esto generó desnutrición y el aumento de la mortalidad infantil.
La dictadura venezolana empezó con Chávez, la destrucción del campo en Venezuela empezó con Agroisleña.
Expropiación… Tu cara me suena.
Chavez en Venezuela decía las cosas con sinceridad brutal, (tenía la suma del poder público, y en términos del juego del truco, tenía todo el mazo en su poder), Alberto Fernandez en la Argentina dice las cosas con amabilidad y sin usar palabras brutales.
A la expropiación le dice rescate y a la usurpación de una empresa sin base legal, la llama intervención. Suena similar a aquel fiscal que llamó desahogo sexual a una violación.
Vicentin, empresa agroindustrial de Argentina con más de 90 años de existencia, será expropiada ("intervenida"), según anunció el Gobierno de ese país.
Aquí en Venezuela nos recuerda al caso de Agroisleña (ahora Agropatria), expropiada hace 10 años. https://t.co/ra4GJjc21t
— Urbi Garay (@urbigaray) June 9, 2020
A través de las diferentes alianzas con el Consorcio Agroalimentario del Sur (Agrosur), Agropatria y la gobernación del estado Guárico, el Gob @josemvasquez, realizó la entrega de insumos agropecuarios a 150 campesinos del punto y círculo en San José de Tiznados, municipio Ortiz. pic.twitter.com/pejXyWw4dA
— Gobierno de Guárico (@Gob_Guarico) June 4, 2020
anunciado como tal”. Algunas de las AgroPatria “están con las puertas abiertas
pero sin nada que ofrecer”.
“La Vicentin”:
Dos empresas distintas en dos países también diferentes, pero dos empresas ligadas al campo y con algunos argumentos casi similares para justificar su expropiación.
En octubre de 2010, el célebre “exprópiese” con el cual el eterno difunto Chávez expropió decenas de empresas de Venezuela llegó hasta las puertas de AgroIsleña, una firma fundada por el empresario de las Islas Canarias Enrique Fraga. AgroIsleña, inmediatamente cambiada de nombre por Chavéz a Agropatria, cumplía un rol fundamental en el agro venezolano.
A diferencia de la cerealera argentina Vicentin, que está volcada más al negocio de la exportación de granos y subproductos y ahora el Gobierno de Alberto Fernández la quiere expropiar, AgroIsleña estaba enfocada fundamentalmente en la provisión de insumos para el campo venezolano.
Tenía unas 60 sucursales en distintas regiones de Venezuela donde suministraba desde semillas, fertilizantes a agroquímicos. Brindaba, además, asistencia financiera a los productores e inclusive tenía una decena de plantas procesadoras. Por otra parte, exportaba productos a varios países.
Según productores venezolanos a los que consultó, con su presencia era responsable de abastecer al menos el 45% de lo que necesitaba la agricultura venezolana.
“AgroIsleña fue un muy importante músculo financiero y operativo del campo venezolano. Estaba creciendo de una manera acelerada y organizada. Tenía una amplia gama de insumos, para diversos cultivos ( todos los más importantes de Venezuela ) incluso financiaban equipos y maquinarias que uno amortizaba según el convenio con arrime de cosecha a sus silos”, contó Carlos Albornoz, vicepresidente de la Confederación de Agricultores de Venezuela y de la Federación Nacional de Ganaderos cuando se concretó la expropiación.
Hoy, según remarcó Albornoz, la sucesora Agropatria manejada por el Estado “operativamente está quebrada”. El productor remarcó que hoy solo se consigue solo el 10% de los insumos que antes y solo un 14% de la maquinaria está con su vida útil funcional.
Agropatria sigue con sucursales, y de hecho promociona sus acciones en su cuenta de Twitter, pero nunca volvió a ser lo que era en cuanto al volumen de abastecimiento de insumos para el campo venezolano. Para muchos, gran parte de crisis alimentaria en Venezuela está ligada a que la firma dejó de ser gravitante.
“AgroPatria jamás fue, ni en sus comienzos, lo que significó AgroIsleña. En realidad fue una excusa para golpear el apto (campo) productivo Venezolano e ir haciendo dependiente al ciudadano de los programas de ayuda”, señaló.
El lunes pasado, al anunciar la expropiación de Vicentin, Fernández habló de que se trataba de un “rescate” a una empresa que afronta un pasivo declarado por casi $100.000 millones. En la conferencia de prensa que compartió con el ministro de Producción, Matías Kufas, el designado interventor en Vicentín Gabriel Delgado y la senadora kirchnerista Anábel Fernández Sagasti, también se habló de “empresa testigo” y de “soberanía alimentaria”.
Chávez, en su expropiación, también recurrió a un concepto parecido. En rigor, en los fundamentos del decreto de expropiación habló de “garantizar la soberanía y seguridad agroalimentaria de la Nación”. Venezuela, que cubría la producción de más del 70% de sus alimentos, pasó al 21/23% después de una seguidilla de expropiaciones donde, además de empresas, fueron confiscadas miles de hectáreas de campos que eran productivos y luego cayeron su producción.
“Lo que ocurrió con AgroIsleña no fue expropiación. Fue un burdo robo con militares que ocuparon las instalaciones y nombraron directivas”, señaló el exvicepresidente de la Confederación de Agricultores de Venezuela.
AgroPatria sigue existiendo aunque, destacó Albornoz, “operativamente está quebrada pero no será anunciado como tal”. Agregó que algunas de las AgroPatria “están con las puertas abiertas pero sin nada que ofrecer”.
“El Gobierno siempre apela a los controles. La inflación en Venezuela siempre ha sido muy alta, por diversos motivos. El alto costo de la vida debía tener un responsable distinto a quien no controló gasto público, generaba dinero inorgánico, etc. Entonces, se apeló a la excusa de la expropiación de AgroIsleña para evitar el monopolio de la producción de alimentos y bajar el costo de la comida”, recordó el productor.
La expropiación dio lugar a demandas y planteos internacionales de sus dueños. Una expropiación que, según remarcó Albornoz, nunca se pagó.
La historia de la expropiación de AgroIsleña no significa necesariamente que vaya a ser la historia de una expropiada Vicentin. Sin embargo, muchos productores hoy ven con desconfianza la intromisión oficial en la cerealera.
Por: Luis Otero.
Especial para Clarín y
Fernando Bertello/Lanacion.ar
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Caracas, miercoles 17 de junio de 2020
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