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NICARAGUA: Ortega, quiere ser como Somoza



NICARAGUA, Ortega, quiere ser como Somoza

Daniel Ortega juega la
baza de Somoza…

 

Tras pasar siete años en prisión, Ortega luchó contra el dictador Anastasio Somoza y tomó Managua en 1979 para convertirse en un héroe de la izquierda, una especie de Che Guevara centroamericano sin carisma…

Su hijastra denunció al mundo que Ortega abusó sexualmente de ella desde los 11 años.

La esotérica Rosario Murillo, han establecido un régimen corporativista basado en un tácito equilibrio entre las cámaras empresariales, el clientelismo social y el apoyo a grupos paraestatales de defensa del Gobierno. A estos últimos se culpa de algunas de las muertes de estos días. 

 En medio de una de las crisis políticas más fuertes de su historia reciente, Nicaragua conmemora este jueves 39 años desde que la revolución sandinista puso a fin al régimen de los Somoza.

Ex compañeros de armas del líder sandinista de la oposición nicaragüense, sostienen que la represión, la corrupción y un régimen totalitario y dinástico son los elementos comunes entre Daniel Ortega y Anastasio Somoza.

Managua.- Desde el 18 de abril pasado, en cada manifestación de estudiantes y ciudadanos autoconvocados de la resistencia pacífica uno de los gritos más escuchados es “Daniel y Somoza son la misma cosa”. El opositor Eliseo Núñez asegura que Ortega ha superado a la dictadura somocista, porque su represión sangrienta contra las protestas ha sido más letal hacia una población desarmada. La dinastía Ortega-Murillo también supera en corrupción, enriquecimiento y control de los poderes e instituciones estatales a la otra familia dictatorial de los Somoza, que hace 39 años fue derrocada.

Hace exactos 39 años, el 19 de julio de 1979, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), liderado por el comandante Daniel Ortega, entró triunfante a Managua, poniendo fin a la larga dictadura de Anastasio Somoza. La victoria de la Revolución Sandinista marcó el destino de Nicaragua durante la siguiente década, hasta que en 1990 fueron derrotados en las urnas. Ortega no se dio por vencido e hizo todo lo posible para retomar al poder.

Entonces, negoció con sus antiguos enemigos políticos, rompió con parte importante de sus camaradas, abandonó los sueños del sandinismo y finalmente logró lo que siempre quiso: ganó las elecciones de 2006, aunque a los pocos años transformó su gobierno en un régimen totalitario, marcado por el nepotismo, acusaciones de corrupción y dos cuestionadas reelecciones (2011 y 2016) que lo han llevado a superar los años que el propio Somoza estuvo al mando de uno de los países más pobres de Centroamérica.

Precisamente, cuando el pasado 18 de abril estallaron las protestas contra la reforma previsional de Ortega, varios de los manifestantes salieron a las calles -primero en Managua y luego en otras urbes del país- con carteles comparando a su presidente con Somoza. “¡Daniel y Somoza son la misma cosa!”, han gritado durante ya tres meses los opositores de Ortega.

Aunque en estricto rigor la Nicaragua de los años 70 enfrentó un escenario de guerra civil, con un estimado de 50 mil muertos, las comparaciones entre Somoza y Ortega no son necesariamente por el número de fallecidos (más de 350 desde abril pasado), sino que por el estilo dictatorial, la acumulación de riqueza, el manejo de la policía, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.

“Ortega ha ejecutado un genocidio igual que Somoza”, afirma Dora María Téllez, conocida como la “Comandante Dos” y figura clave de la Revolución Sandinista. “Tenemos una dictadura familiar con pretensiones dinásticas”, agrega, al teléfono desde Managua.

Anastasio Somoza Debayle gobernó Nicaragua con mano de hierro entre 1967 y 1972, y luego entre 1974 y 1979. Es decir, estuvo durante una década al mando de su país. Pero en rigor, su familia gobernó durante cuatro décadas, desde los años 30 en adelante. Si llega a 2022, Ortega habrá gobernado durante 15 años de manera consecutiva, más los 10 años en que estuvo al mando del país tras el triunfo de la Revolución Sandinista. De todos modos, ya lleva más tiempo de lo que estuvo Anastasio Somoza García (19 años en total) y Somoza Debayle (10 años en total).

El petróleo de Hugo Chávez:

“Las comparaciones son entre Daniel Ortega y Anastasio Somoza Debayle, porque este último es quien aún está en la memoria colectiva de los nicaragüenses. Yo no recuerdo un período de tres meses de la dictadura somocista con tantos muertos y tanta represión”, cuenta a La Tercera Luis Carrión, uno de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del FSLN que dirigió Nicaragua entre 1979 y 1990. De esta manera, mientras Somoza manejó como quiso a la Guardia Civil, Ortega está al mando de la policía y grupos paramilitares como los que el martes lograron retomar Masaya, el mayor bastión de la oposición.

El otro punto donde hay similitudes es en el carácter dinástico de ambos regímenes. En el caso de los Somoza, primero gobernó Somoza García (1937-1947 y 1950-1956), luego su hijo Luis Somoza Debayle (1956-1963) y finalmente el hermano de este, Anastasio Somoza Debayle (1974-1979). En el caso de los Ortega, su esposa es desde enero de 2017 la vicepresidenta, mientras que siete hijos de la pareja figuran en cargos clave. “El poder está concentrado en la familia Ortega, no en el partido. Es un régimen dinástico”, advierte Carrión.

También parte de la prensa nicaragüense y los detractores de Ortega han puesto énfasis en la corrupción generalizada del país. “Los Somoza jamás acumularon tanto poder económico como Ortega. Daniel Ortega tuvo la suerte de establecer un convenio de petróleo con Hugo Chávez. Pero el dinero proveniente de esa venta barata de petróleo se lo apoderó Ortega. Se embolsó más de cuatro mil millones de dólares”, denuncia a La Tercera Hugo Torres, excomandante sandinista y el único que participó en dos hitos clave en la lucha contra la dictadura de Somoza: la toma de la casa de Chema Castillo y la del Palacio Nacional. “Daniel Ortega es peor que Somoza”, concluye.

En las manifestaciones contra el gobierno nicaragüense se han visto carteles en los
que se compara a Daniel Ortega con Anastasio Somoza.

“Tacho y Tachito”

De acuerdo con el diario nicaragüense La Prensa, en 40 años los Somoza acumularon una fortuna de US$ 500 millones, mientras que la de Ortega sería de US$ 3.500. Tanto ese periódico como analistas nicaragüenses y excompañeros de armas de Ortega coinciden en que el líder sandinista controla el Poder Judicial, la Asamblea Nacional y el órgano electoral.

“Tacho”, como le decían a Somoza García, solía vanagloriarse: “Plata para los amigos, palo para los indiferentes, plomo para los enemigos”. Y lo mismo habría repetido “Tachito”, su hijo. “Aquí las reglas las pone la Constitución, a través del pueblo. Las reglas no pueden venir a cambiarlas de la noche a la mañana porque se le ocurrió a un grupo de golpistas”, dijo Ortega días atrás.

“Hemos logrado finalmente ir venciendo el odio”. Daniel Ortega reapareció el viernes en la caravana bautizada como el ‘repliegue por la paz’ para disparar sus llamadas a la reconciliación. Vestía cazadora y gorra azul -pese a que los colores del sandinismo son el rojo y el negro y pese a que usa el blanco de forma reiterada- como si se tratara de un pastor evangélico intentando conducir a la fuerza un inmenso rebaño de seis millones de nicaragüenses. Un rebaño que ya no le quiere.

“Retomemos el camino de la paz, el único que nos dará tranquilidad. ¡Qué viva Nicaragua bendita y siempre libre!”. Las palabras del presidente centroamericano, de 72 años, contrastaban una vez más con la realidad: a esa misma hora sus tropas policiales y sus huestes paramilitares comenzaban un nuevo ataque despiadado contra los rebeldes.

El aparato oficialista de propaganda, que cuenta con la generosa ayuda de periodistas venezolanos y medios chavistas, no puede ocultar una realidad que salta a la vista entre represión, asesinatos y torturas. Por mucho que se empeñen, nada queda del guerrillero Daniel Ortega, aquel revolucionario que, tras pasar siete años en prisión, luchó contra el dictador Anastasio Somoza y tomó Managua en 1979 para convertirse en un héroe de la izquierda continental, una especie de Che Guevara centroamericano sin carisma, pero respaldado por un gesta.

Un Che Guevara sin carisma:

Los papeles han cambiado hoy. La epopeya de los sandinistas del siglo XX la protagonizan ahora los jóvenes rebeldes que resisten en las calles con el apoyo de obispos valientes, que recuerdan a Monseñor Óscar Romero o a los jesuitas españoles de Ignacio Ellacuría.

En cambio Daniel Ortega, envejecido por el tiempo y el poder, cada día se parece más al dictador que derribó. El otoño del patriarca sandinista manchado por la sangre de las más de 300 víctimas mortales que arroja la rebelión de abril. El fracaso del hombre empeñado en pasar a la Historia como un Fidel Castro de los primeros tiempos y que hoy lucha con todas sus fuerzas para que no le comparen con el rey haitiano Henri Christophe, retratado por Alejo Carpentier como un tirano enloquecido.

Mucho se ha escrito sobre el líder sin brillo que se mantuvo al frente del sandinismo durante una década, primero como hombre fuerte y después como presidente, mientras que su vicepresidente, el escritor Sergio Ramírez, intentaba cambiar la vida diaria de uno de los países más pobres del continente.

La sorprendente derrota electoral en 1990 frente a Violeta Chamorro obligó al caudillo a iniciar una larga travesía de 17 años en el desierto político, de la que salió con la lección aprendida y en la que soltó tanto lastre que a su lado solo queda uno de los comandantes sandinistas triunfantes en la guerra civil.

Acusado de violación:

Fueron años de sucesivas derrotas electorales y de acusaciones, no solo por la rapiña que dirigentes sandinistas llevaron a cabo antes de abandonar el poder. La sombra de su hijastra, Zoilamérica Narváez, persigue a Ortega desde entonces. La hija de la vicepresidenta Rosario Murillo denunció al mundo que su padrastro abusó sexualmente de ella desde los 11 años. El sumario del caso, que se mantuvo durante años en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, describe aberraciones de tal dimensión que provocarían de forma automática el fin de cualquier político. Menos el de Daniel Ortega, un superviviente que ya suma 22 años en el poder y varias operaciones a corazón abierto.

El escándalo no impidió que el aliado de los Castro y de Hugo Chávez se mantuviera en primera línea, gestando acuerdos en la sombra con antiguos enemigos, ya fuera la Iglesia o los empresarios. El bisturí legislativo acondicionó las leyes electorales a su medida, lo que facilitó su regreso al poder en 2007.

Desde entonces Nicaragua vive una nueva época, bajo el control autoritario del aparato de poder sandinista. Los petrodólares del chavismo mejoraban la economía local mientras Ortega hacía suya la hoja de ruta de Chávez y Maduro: control de todos los poderes públicos y persecución de la oposición.

Las polémicas elecciones presidenciales de 2016, similares a las vividas este año en Venezuela, atornillaron a la fuerza a la pareja presidencial y a sus ocho hijos. Hasta que la inesperada rebelión de abril situó al líder máximo frente a su espejo más grotesco, el que le iguala con el dictador que tanto odió. Como ese cartel, pegado en las paredes de Managua, que grita ‘Ortega y Somoza, la misma cosa’, y en el que ambos, ensangrentados, parecen el mismo.

En contra de los movimientos opositores cabe señalar que ni EEUU ni México quieren arriesgarse a una crisis migratoria centroamericana en plena renegociación del TLCAN (conocido en inglés como NAFTA), menos aún en año electoral en México y cerca de las ‘mid-term’ legislativas en EEUU Trump ya ha dejado claro que este es un punto esencial para dar o no su bendición al nuevo acuerdo. Paradójicamente, Ortega cuenta aún con fuerzas para representar, 39 años después de derribarlo, el papel de nuevo Somoza. Ese dictador que vendía una estabilidad que, a fin de cuentas, resultó falsa.

*Antonio Gª Maldonado. Consultor. Escribo en El Mundo y El Cultural, The Objective, Letras Libres, Asombrario. Editor externo en Acantilado y Planeta. Aspen Institute Alumni. Sureño.

Por: Daniel Lozano
@danilozanomadri
Antonio Gª Maldonado
@MaldonadoAg
Redacción/R24
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El Nacional/NYT/AP
Caracas, martes 17 de julio, 2018




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