Maduro: “Entre los bovinos nos
entendemos al instante…”
Ya sé. ¡Ya sé! Tú no has firmado un “punto de cuenta” en el que ordenes matar, torturar y capturar a los demócratas.…”.
■ Tampoco Hitler lo firmó: se reunió con Göering para apremiarlo: “Hermann, hay que solucionar la cuestión judía”, a lo cual el grasiento criminal y morfinómano le podría haber respondido: “Claro, mi Führer, pero, ¿una solución? ¿Cómo?”. Hitler: “No te hagas el idiota: me refiero a una solución final, definitiva, para siempre… y no me vuelvas a hablar del tema hasta que sea resuelto”.
[A]llí se desató la cadena: de Göering a Heydrich, de Himmler a Eichmann, y de todos ellos a Treblinka, Sobibor y Auschwitz. No había orden escrita de matarlos, pero todo el mundo entendía que “la solución final” era esa: 6 millones de judíos asesinados. Después, en los juicios, los generales y funcionarios se miraban asombrados: “¿Tú sabías? ¿Yo? No; nada”; y los Eichmann, de hombros encogidos, apenas “cumplían órdenes”.
En tu caso, no has escrito la orden de matar, pero la has dado; no ha aparecido el decreto de torturar, pero has ordenado hacerlo. Me imagino una reunión tuya con tu sicariato: “¡Hasta cuándo esta vaina en la calle!”, mientras el Chapo Guzmán, Pablo Escobar, Bonnie y Clyde se miran de reojo y terminan posando sus miradas en el mariscal Víktor Kulikov que, hecho el Willie, responde asertivo: “Usted lo que quiere es que pacifiquemos la calle porque usted lo que siempre ha querido es diálogo y paz”. Fue en el momento en el que dijiste, contento: “Entre los bovinos nos entendemos al instante”.
Tú eres el responsable directo de los crímenes que se han cometido a lo largo de estos años. Eres responsable de los crímenes que tus verdugos han cometido en las semanas recientes. Nada puedes hacer para revertir tu responsabilidad y tu culpa. No. No puedes decir y no podrás decir “yo no sabía”, “me malinterpretaron esos brutos”, “es que Abdel Hadi Al-Taymullah era demasiado sangriento y yo no lo pude detener”. Nada de eso servirá.
Has creado el contexto para que el odio prospere. Pones el ambiente tóxico con tus gases, incluidos los lacrimógenos, y allí ante los tuyos, presentas como objetivos militares a los demócratas que, por (tu) definición son ricos, oligarcas, imperialistas y enemigos del pueblo que dices representar. Una vez fijados los targets, azuzas a tus policías, generales, doctores y sicarios, para que desaten sus furias en su contra.
No son otros: eres tú el que matas; eres tú el que torturas; eres tú el que enjuicias. Serás tú el que irá a La Haya. Entonces preguntarás y las vacas seguirán sin responderte.
*Carlos Blanco. Consultor Internacional. Ha trabajado con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Unión Europea, Corporación Andina de Fomento, Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Por: Carlos Blanco
Tiempo de Palabra
www.tiempodepalabra.com
@carlosblancog
EL NACIONAL
miercoles 10 de mayo de 2017
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