PADRE JOSÉ PALMAR: Moriré en la calle protestando

El diablo utiliza las tres estrategias del
infierno: dividir, confundir y asustar…

Las últimas protestas en Venezuela han sido semanas de masacres, asesinatos y represiones. La opción es muy clara: agonizo de hambre escondido en mi casa, o muero en la calle protestando por mi país”.

■ La indiferencia va siempre unida a la cobardía, los cobardes tienen bien definido su rol en la sociedad, los que lamen las botas del dictador tienen como nombre “oportunista” y de apellido “cobarde”. La protesta en la calle en tiempos de dictadura es difícil y dura, pero los hijos de nuestros hijos lo merecen y la historia nos premiará con sus páginas de libertad y justicia.

[L]os que desde siempre hemos optado por la calle tenemos una adhesión por la lucha, los que optaron por sus escondites domésticos están adictos al miedo y padecen de apatía. Será muy triste para los adictos al miedo no poder mirar a sus hijos de frente por el error de no haberlos defendido. Esta etapa de esta lucha a la que llamará la historia como la fase “después de estafar al Vaticano” es la postrema curva del camino para la salida. En la calle tenemos que demostrar lo grande que somos como pueblo y lo noble que somos como Nación. La calle no es para turistear, sacarse fotos o estrenar ropa deportiva. La calle es para guerrear santamente y para luchar espiritualmente. No hay otra forma de salir de la tiranía, la “rebelión subversiva” es la forma más rápida y la “resistencia activa” es la manera más expedita de tumbar al dictador.

La calle no es para una masa sin liderazgo y carente de objetivos. La calle requiere de un líder que sepa encaminar hacia la persecución de fines comunes, el objetivo nacional es que el narco dictador renuncie y se vaya lejos de Venezuela, después que se consoliden los poderes constituidos se extradita, se juzgará, se le condenará y se le hará pagar por sus crímenes y fechorías. Esta pretensión judicial no es una quimera, Chile lo hizo con Pinochet, Perú lo practicó con Fujimori y con la gracia de Dios, Venezuela lo hará con Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, Vladimir Padrino López y todo el combo de narco ladrones que hicieron añico al país. Cada ciudadano que se atreva a salir a la calle estará contribuyendo por una patria libre y justa, los cobardes en sus casas son tontos colaboracionistas con la narco dictadura. Ser hombre es una realidad muy distinta a ser humano, como ser persona es muy distinto a ser ciudadano.

Hombre es el que lucha desde las limitantes y ciudadano es el que hace respetar sus derechos. En la calle necesitamos hombres-ciudadanos. Nuestros ancestros nos libertaron para que fuésemos una patria próspera, la dictadura se mantiene cuando la patria es de cobardes encuevados, de lisonjeros vendidos y de hincados vende almas. Quien no está dispuesto a morir por su patria no es digno de vivir en ella. Los que se han marchado en busca de prosperidad, tienen mucho del temor a pensar que esto no pasará.

Algunos que se quedan tienen el miedo a pensar que algún día se enchufarán. Ambos extremos son erróneos e incorrectos. El valor no es morir en la lucha, el valor es luchar hasta morir. El peor enemigo no es el chavismo, madurismo o castrismo, el enemigo a vencer es la mezquindad política de los partidos, si no hubiese la usura partidista desde el 2006 ya el socialismo del siglo XXI fuese una putrefacta página del pasado. En una tiranía hay militarismo y terrorismo, Venezuela es una dictadura militarista y terrorista que se ampara en una chequera compradora de conciencias financiada abruptamente por el narcotráfico, la regaladora de petróleo, el entreguismo de territorios, el contrabando de oro y el suministro de uranio enriquecido.

Que la Guardia Nacional Bolivariana nos asesine en la calle no es doloroso, eso una honra ciudadana, los cuerpos militares y policiales solo pueden matar nuestro cuerpo; lo que sí es triste es que nuestros hermanos nos maten el espíritu al no hacer nada por ayudarnos. En una lucha por la patria, hay dos opciones: morir luchando o luchar para vivir. Es seguro que muchos podemos morir durante la defensa de la patria, pero nuestros hijos sabrán que son libres gracias a nosotros, y los hijos de nuestros hijos que aún no han nacido sentirán orgullo de llevar nuestros apellidos, raza y religión. Luchar por la libertad es la batalla más digna de los hombres que desean ser ciudadanos. La historia que se lee en los libros es simplemente la sumatoria de las crónicas de las guerras que ganaron los militares. La historia que se cuenta en las mecedoras de los abuelos es la memoria de las batallas que vencieron los ciudadanos.

En Venezuela estamos llamados a escribir un folio hermoso con los dos anales, la letra será con la gallardía de nuestro ejército forjador de libertades y la tinta será con la sangre de nuestros ciudadanos sembradores de república. La vergüenza será de los cobardes que prefirieron la bolsa del maíz rancio, con las sobras del café y el residuo del chocolate que en tiempos de la colonia los “grandes cacaos” regalaban a sus serviles y esclavos para que no salieran a los campos de batalla a defender la patria. Hoy esa bolsa de miseria es el llamado CLAP. El temor es de valientes, el miedo es de cobardes. El salir a la calle es de valientes, el esconderse en casa es de cobardes. La calle es para los valientes, y la casa para los miedosos. Si los habitantes de una nación desean su libertad deben luchar por ella. Vivir como cobardes es una afrenta a nuestras futuras generaciones. Hasta ahora la valentía la han demostrado las mujeres y los jóvenes.

Como las monjas con sus hábitos han demostrado más valor que los curas que salen a las marchas disfrazados de laicos para que los obispos no los vean, o tal vez para que sus gobernantes benefactores del narcorégimen no les quiten sus dádivas y propinas oficiales. Las madres de familia que son abuelas se han sublevado para defender a sus hijos y darles futuro a sus nietos. En la calle faltan los hombres que sean varones capaces de guerrear con la voz, luchar con sus manos y batallar con sus ideas. Una persona con miedo, escondida en su casa esperando que otros luchen padeciendo del síndrome del espectador es un vil súbdito del dictador. Un dictador medirá su fuerza al calcular la cobardía de sus súbditos.

El dictador cuando los valientes salen a la calle huye hacia adelante, el súbdito del dictador cuando ve que los valientes se vuelcan a las calles se le presenta una encrucijada de discernimiento: se queda en su cueva domesticando su miedo o sale resucitado a liberarse y a liberar a su pueblo. Donde los dictadores tienen el control solo moran los cobardes. Venezuela está en la calle y los militares institucionales están en los cuárteles, solo los esbirros matones de la GNB y la PNB masacran al pueblo de manera inhumana y despiadada. Recuerden que cuando habla un dictador callan los cobardes, cuando cae un dictador hablaron los valientes. Una nación dominada por sus mandatarios es una cárcel con fronteras, un preso político enjaulado en una prisión es un alma libre con un cuerpo confinado.

La diferencia no la hacen las leyes que nadie las cumple, la diferencia no la hacen las instituciones que nadie respeta, la diferencia no las hacen los medios de comunicación que viven de la parrilla comercial, la diferencia ni siquiera la hacen las iglesias que escandalizan con la división, la gran diferencia, la única diferencia entre vivir en dictadura o en libertad la hacen los hombres valientes que miran al cielo para invocar a Dios y aprietan las manos para defender a sus hijos. Cuando el miedo a morir te impida salir a protestar, recuerda que vivirás con hambre y rodeado de miseria para siempre. Tener temor es lícito de todo hombre, poseer miedo es una ofensa a la genialidad de Dios que nos hizo a su imagen y semejanza. Recuerden que el diablo utiliza las tres estrategias del infierno: dividir, confundir y asustar; Jesucristo nos dejó los tres antídotos contra el diablo: contra la división nos dijo: “que todos sean uno” (Jn.17,20-26); contra la confusión nos recalcó: “yo soy la verdad, y la verdad les hará libres” (Jn.8,31-38); y frente al asustar nos mandó: “levántense, no tengan miedo” (Mt.17,1-9). La lucha es por la libertad y la dignidad, no quiero decir nunca que me avergüenzo haber nacido hombre en una patria de cobardes.

Ruines los cobardes que se esconden detrás del supuesto respeto a la constitución y a las leyes para no hacer frente al régimen opresor que roba, mata y aniquila. Si tememos salir a la calle a defender nuestros derechos, siempre tendremos la opción de escondernos para morir de hambre y miseria. Por mi parte como ciudadano católico, cura de barrio y guajiro de pura cepa moriré en la calle protestando para la mayor gloria de Dios.

El Señor Jesucristo resucitado y la Virgen de Coromoto les bendigan. AMÉN.

¡Paz y Bien!

Dios siga uniendo a los buenos, amén.

*El padre José Palmar ha sido critico con el Gobierno, al punto que los oficialistas han arremetido varias veces en su contra. No teme emitir sus opiniones a pesar de las amenazas que pueda recibir por ellas.

*Padre José Palmar Morales. Cura de barrio, locutor, periodista y rebelde con causa 28 de abril 2017”

Por: Padre Palmar
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Maracaibo, viernes 28 de abril, 2017

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