¿Proyecto millonario o
estafa planificada?
■ Venezolanos decepcionados tras la búsqueda del sueño americano.
■ Fueron a la fiesta y les ‘hicieron creer’ que eran dueños del restaurante.
■ Fraude, motos y Donald Trump, la quiebra del sueño americano de un grupo de venezolanos.
■ Grupo de venezolanos denuncia que fueron estafados por el empresario Carlos Urbaneja, quien les vendió la inversión de franquicias de restaurantes de la marca Orange County Choppers (OCC) de la mano de la estrella de la televisión Paul Teutul Sr. Se estima que al menos una decena de personas dieron diferentes aportes que sumarían más de $17 millones.
Miami.- Más que una inauguración de gala, el evento era una bocanada de alivio para los inversionistas, que angustiados por las recurrentes demoras ya habían comenzado a sospechar que habían cometido un grave error al ponerle dinero al proyecto.
De manera que algunos de ellos viajaron desde muy lejos para presenciar finalmente la inauguración del primer restaurante de Orange County Choppers (OCC) en Nueva York. Celebraron, todos creyendo ser dueños del local, pero la reunión terminó siendo un chiste cruel para la mitad de los socios. Éstos no figuraban en los verdaderos registros de la compañía.
“Había un gentío, donde supuestamente éramos socios y aliados del Joint venture, pero nadie supo bien quienes éramos todos los que estábamos allí”, relató Ángel Briceño, uno de los socios del proyecto. “Ninguno de nosotros preguntó: ¿cuánto pusiste tú? ¿cuántas acciones tienes?”.
En el caso de Briceño, él alega que terminó enterándose dos meses después que estaba entre los inversores que se habían quedado fuera del negocio pese a haber invertido alrededor de $400,000.
Al igual que Briceño, cerca de una docena de inversionistas, la mayoría de ellos venezolanos, dicen haber sido defraudados por el empresario Carlos Urbaneja a través de un proyecto basado en la imagen de Paul Teutul Sr., la estrella del programa American Chopper del Discovery Channel.
Los presuntos defraudados alegan que son víctimas de un esquema que les acarreó pérdidas en conjunto por un monto cercano a los $15 millones. Cuatro de ellos presentaron una demanda colectiva contra Urbaneja, Teutul y empresas que éstos manejan.
La Reacción de Urbaneja:
Urbaneja, quien declinó ser entrevistado por el Nuevo Herald, dijo inicialmente en un breve correo electrónico que la acusación presentada en su contra “no tiene mérito y hemos presentados mociones en corte para desestimar el caso”.
“Vamos a presentar significativas contrademandas por los daños provocados a nosotros por los demandantes”, agregó.
Posteriormente, y en respuesta al primer artículo de la presente serie que calificó de “difamatoria” y “parcializada”, el abogado de Urbaneja, Mark Goldstein, refutó algunos de los datos publicados en uno de los gráficos de el Nuevo Herald, argumentando que los $400,000 que presuntamente habrían entregado Briceño en realidad no le pertenecían a él, sino al inversionista Humberto Del Grosso.
De la misma manera, Urbaneja alega que Briceño —quien se desempeñó como director en OCC— recibió comisiones de entre $300,000 y $400,000 de OCC, montos que Briceño alega no superaron los $90,000.
El abogado de Urbaneja también alega en su misiva que no todos los inversionistas presuntamente defraudados han presentados quejas en su contra. No obstante, el Nuevo Herald conversó con algunas de las personas nombradas por Urbaneja. Éstas manifestaron que perdieron cientos de miles de dólares en el proyecto de OCC, aportando documentos como prueba de los fondos transferidos.
Según los afectados, Urbaneja captó las millonarias inversiones para lanzar una cadena de restaurantes que rivalizaría con Hard Rock Café, en proyectos que nunca arrancaron.
Cuando los reclamos de los inversionistas y los problemas se tornaban intolerables, el proyecto era relanzado bajo un nuevo nombre y una nueva estructura accionaria. De esa manera, la cadena de restaurantes que comenzó como OCC RoadHouse, luego se convirtió en OCC Café y posteriormente fue nombrada como OCC Fast Food.
Los representantes de OCC no han querido entrevistarse con el Nuevo Herald o comentar sobre los reclamos de los presuntos afectados.
Se vende como pan caliente:
Según los afectados, Urbaneja y Teutul terminaron vendiendo tres o cuatro veces el mismo proyecto a distintas “camadas” de inversionistas, en ocasiones otorgando participaciones accionarias en empresas de papel que en realidad no tenían activos.
Para Paola Arciniegas, los problemas con sus inversiones comenzaron a surgir desde Venezuela.
Urbaneja, quien le fue presentado a Arciniegas como dueño de las franquicias en Venezuela de restaurantes Benihana y Miga’s, también estaba buscando socio para el desarrollo de nuevos locales de la cadena TGI Friday’s.
Arciniegas dijo que pagó algo más de $900,000 por participaciones de 35% en dos restaurantes distintos de TGI Friday’s, uno de ellos que estaría ubicado en la ciudad venezolana de Barquisimeto, y otro en El Paraíso, una urbanización de Caracas.
El problema es que los restaurantes no terminaban de iniciar las operaciones, comentó Arciniegas.
Arciniegas contó que luego se enteró que los restaurantes estaban generando pocas ganancias, al punto que el local ubicado en El Paraíso terminó cerrando.
“Para que yo esté tranquila, comenzaron a depositar presuntas utilidades en los primeros meses, pero el dinero venía del mismo dinero que yo había aportado”, dijo la empresaria venezolana en una entrevista.
Pero Arciniegas llegó a esa conclusión mucho después y en el ínterin terminó aceptando una invitación de Urbaneja para que viajara a Miami donde ya estaba desarrollando un nuevo proyecto que les haría multimillonarios, OCC RoadHouse.
“Me interesó mucho, comienzo a ver. Ellos me piden un aporte para el 10% del holding. Me piden 2.2 millones de dólares en total, un millón cien para el 10% del holding y un millón cien por el 30% del primer restaurante”, declaró.
Arciniegas colocó una mitad, pero al cabo de cuatro meses comenzó a dudar sobre su decisión.
“Ya había pasado un intervalo de entre seis y siete meses desde que iniciamos [incluyendo la inversión en TGI Friday’s], y allí comienza mi inquietud porque no veo nada en Venezuela, no veo nada en Estados Unidos”, narró Arciniegas.
“Y ellos me empezaron a hacerme presión porque a mí me faltaba el otro millón cien. Pero yo les digo que hasta que no viera los avances, yo no iba a depositar más dinero porque ya prácticamente tenía invertido 2 millones de dólares y yo no había visto nada en seis meses”, dijo.
El restaurante nunca llegó a abrir. Luego Urbaneja le explicó que su socio Mark Advent había robado el dinero, dijo Arciniegas.
El abogado de Urbaneja alega en su carta que Arciniegas no tiene razones para decir que fue estafada en el proyecto, argumentando que los depósitos que habría realizado la empresaria fueron entregados a Advent, sin reconocer que éste era uno de los ejes centrales de su proyecto de OCC, tal como figura en el material de promoción de la cadena de restaurantes.
Advent no pudo ser contactado para la presente serie.
OCC Roadhouse se queda en el camino:
De acuerdo a los presuntos afectados, los problemas con Advent llevaron a Urbaneja a dejar de lado el nombre OCC RoadHouse y a comenzar a promocionar el proyecto como OCC Café.
Según ellos, Urbaneja ya había concretado varios cientos de miles de dólares para el desarrollo de la cadena, pero la operación para conseguir nuevos fondos seguía en pleno apogeo. Para la inauguración del que terminó siendo el único restaurante abierto, en octubre del 2012, el proyecto ya llevaba al menos $7 millones, aseguraron.
Pero el proyecto les parecía a los inversionistas que estaba siendo sobrevendido, y no todos los que estuvieron en la fiesta tenían derechos a llevarse una tajada del pastel.
Briceño se dio cuenta de esto dos meses después de la inauguración del restaurante, cuando se reunió con Boris Durán, otro de los socios de la compañía.
“Hubo una reunión entre Boris Duran y yo, y allí es que empezábamos a ver que yo no aparecía por ningún lado […] Yo le digo que ¿cómo es que es eso, si aquí tengo esta vaina?”, contó, haciendo referencia a unos certificados de acciones emitidos por la compañía.
Fue allí que llamaron al abogado de OCC quien —según Briceño— le confirmó sus temores. “Ese abogado […] me dice, hermano, para mí, tú lo que eres es un empleado de Carlos”.
Tras una posterior revisión, el abogado de inmigración de Briceño le dice que la empresa en la que él era accionista solo valía $500, en vez de los $5 millones que él creía y que no ejercía control sobre el recién abierto restaurante y la franquicia.
Briceño no ha sido el único de los socios de Urbaneja que terminó denunciando que habían sido estafados.
Los relatos de otras de las presuntas víctimas del proyecto de una supuesta franquicia de restaurantes Orange County Choppers serán ampliados en la próxima entrega de la presente serie.
Más temprano:
Lejos quedaban los días en que iba a ser candidato y más lejos aún su sorprendente victoria electoral que lo convertiría en presidente electo, pero cuando Donald Trump se bajó del helicóptero para ingresar al edificio, Ángel Briceño no podía más que sentirse maravillado por su buena fortuna.
“Sentía que ya tenía mi vida resuelta”, comentó Briceño, quien estaba en Nueva York, en ese día de octubre del 2011 para presenciar el ingreso de Trump en un negocio que crearía una cadena de restaurantes que pretendía rivalizar con Hard Rock Cafe.
El éxito del proyecto —basado en la imagen de Paul Teutul Sr., la estrella del programa American Chopper del Discovery Channel— parecía estar garantizado. Era como disparar al suelo, pensaba Briceño, un empresario venezolano que buscaba maneras de migrar a Estados Unidos.
“¿Cómo podía fracasar un proyecto con el Discovery Channel atrás, y con Paul [Teutul] Sr. como imagen. Y si Donald Trump llegaba a meterse, los inversionistas iban a llover. Yo me veía ya apareciendo en algún momento en la lista Forbes. Todo lo que venía era gloria”.
Estaba equivocado; lo que terminó llegando fue ruina y decepción.
Briceño terminó perdiendo sus ahorros, al igual que cerca de una docena de inversionistas que también colocaron dinero en alguna de las distintas versiones de la misma cadena de restaurantes diseñadas por el empresario venezolano Carlos Urbaneja alrededor de la figura de Teutul, y de su fábrica de motocicletas personalizadas Orange County Choppers (OCC).
Los afectados, la mayoría de ellos venezolanos, alegan haber sido llevados a invertir por separado y bajo engaño entre $12 millones y $15 millones en un negocio que nunca arrancó. Algunos de ellos, creyendo ser víctimas de un esquema Ponzi, presentaron una denuncia ante el FBI y luego procedieron a demandar a Urbaneja y a Teutul, en un proceso judicial que está siendo llevado en el Condado Broward.
También alegan que Urbaneja y Teutul terminaron vendiendo tres o cuatro veces el mismo proyecto a distintas “camadas” de inversionistas, en ocasiones otorgando participaciones accionarias en empresas de papel que en realidad no tenían activos registradas en ellas.
Cuando los reclamos de los inversionistas y los problemas se tornaban intolerables, el proyecto era relanzado bajo un nuevo nombre y una nueva estructura accionaria. De esa manera, la cadena de restaurantes que comenzó como OCC RoadHouse, luego se convirtió en OCC Café y posteriormente fue nombrada como OCC Fast Food.
La mayoría de los inversionistas no se conocían entre sí, con la excepción de algunos que enfrentando la posible pérdida de su dinero salieron a buscar nuevos socios para que compraran sus participaciones.
Urbaneja, quien también es solicitado por estafa por la Fiscalía 87 del Área Metropolitana de Caracas en Venezuela, declinó ser entrevistado para este trabajo de investigación, emitiendo solo un breve pronunciamiento por escrito.
“La demanda presentada en mi contra, en contra de mis socios y mis compañías no tiene mérito y hemos presentados mociones en corte para desestimar el caso”, manifestó Urbaneja en un correo electrónico.
“No obstante, y dado a que este caso se encuentra en medio de un litigio, mis abogados recomiendan no realizar ningún tipo de pronunciamiento público sobre los detalles específicos del caso, más allá de manifestar que vamos a defender vigorosamente este caso y vamos a presentar significativas contrademandas por los daños provocados a nosotros por los demandantes”, agregó.
Teutul, cuyas oficinas están en Newburgh, Nueva York, también declinó ser entrevistado, argumentando que aún no tenía detalles de la demanda. El Nuevo Herald sí logró entrevistar a más de media docena de los inversionistas afectados, quienes documentaron sus testimonios con extensas pruebas, incluyendo copias de contratos, transacciones bancarias e intercambios de correos electrónicos.
Autos de lujos y motocicletas exóticas:
Quienes alegan ser víctimas dicen que Urbaneja proyectaba una imagen de éxito, sobrellevando un estilo de vida suntuoso.
Tenía la práctica, por ejemplo, de ir a buscar a potenciales clientes al aeropuerto de Miami en autos de lujo y en ocasiones, prestarlos para que éstos no tuviesen que alquilar vehículos.
Eloy Jiménez, otro de los afectados, dijo que el día que lo conoció, Urbaneja manejaba un súper auto que impresionó a todos los que se encontraban en el restaurante donde lo estaba esperando, La Esquina del Lechón, pero a Urbaneja, siendo una persona de gustos refinados, no lo gustó el sitio.
“Llegó a buscarme en su súper Lamborghini y se paró todo el restaurante. [Pero] me dijo que no nos podíamos reunir allí, en ese lugar poca clase, y nos fuimos para su casa”, narró Jiménez.
Briceño también dijo haber recibido el mismo trato.
“La primera vez que yo vine a los Estados Unidos a ver ese negocio, Carlos me fue a buscar al aeropuerto en un Lamborghini y me llevó a una casa en Brickell Avenue, que costaba supuestamente siete millones de dólares”, manifestó el ex socio de Urbaneja antes de insistir de que eso no era todo. Luego, “iba a un concesionario de carros y te prestaban un Ferrari para que no alquilaras carro y te llevaba a comer al restaurante Morton’s, en Brickell, y él siempre tenía un casillero donde metía su botella donde decía Carlos Urbaneja en una placa”.
Pero más que los autos y el lujo que le rodeaba era la talla de las personas con que se codeaba lo que terminaba generaba la mayor impresión, y ya para el año 2011, teniendo solo dos años en Estados Unidos, Urbaneja ya contemplaba entrar en negocio con celebridades.
Varios de los afectados fueron trasladados a Nueva York para reunirse con Teutul, cuyo reality show, American Chopper, se había vuelto popular en Estados Unidos y en América Latina.
Gabriel Argüello, otro de los inversionistas afectados conoció a Teutul en su fábrica de motocicletas de Newburgh y recuerda que al principio fue recibido con algo de indiferencia, pero eso cambió tan pronto Carlos lo presentó como un potencial inversionista.
“Cuando le dijo así, Paul cambió su forma de tratar y ya éramos, ‘como tu sabes, ven para acá, ésta es tu casa’, y nos dio una oficina, tuvimos allí cinco días dentro de sus headquarters”, dijo Argüello.
Paola Arciniegas, otra de las presuntas víctimas, explicó que la imagen de Teutul era crucial para el desarrollo de la cadena de restaurantes.
“Íbamos a tener publicidad por parte de Paul Senior. Él iba a promover de cierta forma el restaurante en su programa, iba a diseñar una moto especial para el local y lo iba a visitar una cantidad de veces al año, como para la publicidad”, explicó Arciniegas.
Negociando con “Donald” y la hamburguesa de $300,000:
Los promotores pretendían lanzar la cadena de restaurantes en grande y buscaron reforzar el proyecto con la imagen de otro celebrity, Donald Trump.
Briceño, quien en ese momento ya estaba vinculado con otros proyectos de Urbaneja en Venezuela, recuerda haber recibido una llamada muy entusiasmada de Carlos en el 2011.
“Yo estaba en Venezuela, y Carlos me llama y me dice que Paul Senior había quedado clasificado en el programa de Donald Trump, The Celebrity Apprentice, y me decía que eso era un programa súper importante en Estados Unidos”, señala Briceño.
“Iban a hacer una especie de fusión de dos programas, uno American Chopper, donde Donald Trump iba [mandar a] hacer una motocicleta para él, y el otro en el Celebrity Apprentice, donde el reto que Paul Senior tenía esa semana estaba vinculado con las ventas de hamburguesas”, explicó.
Urbaneja y Teutul querían aprovechar la oportunidad para comenzar a construir ante la opinión pública la marca de la cadena de restaurantes de OCC, y convencer a Trump para que se vinculara con el proyecto.
Había gran interés en reclutar a quien cinco años después resultaría electo presidente de Estados Unidos. Trump no solo era una figura mundialmente conocida sino que también tiene edificios en todo el planeta.
Briceño, quien en ese 2011 viajó a Estados Unidos bajo pedido de Urbaneja, recuerda que Trump llegó en helicóptero a la oficina de American Chopper e inspeccionó las instalaciones.
“Él llegó, saludó, echaron un par de chistes y hablaron del color de la moto que iban a hacer. […] Después nos trasladamos hasta Nueva York en el edifico de Donald Trump, donde fue la reunión”.
Briceño no estuvo presente en la reunión, pero recuerda el buen humor de Urbaneja cuando salió del encuentro. “Salió muy entusiasmado. Dijo habían grandes posibilidades y que Donald Trump había dicho que era una genialidad el proyecto, que le había parecido una cosa fenomenal”.
De allí el grupo se trasladó a una calle de la ciudad de Nueva York donde se estaba filmando The Celebrity Apprentice donde participaba Teutul. Allí estaban otras celebridades más, incluyendo a Arsenio Hall, Lou Ferrigno (antiguo interprete de Hulk) y Penn Jillette (integrante de la pareja de Magos Penn & Teller).
En la filmación del programa, Teutul vendía hamburguesas presentadas dentro de una cajita que llevaba su rostro. Competía contra otras celebridades, y los fondos recaudados serían entregados a la beneficencia preferida del fabricante de motocicletas, Make-A-Wish Foundation.
Teutul salió muy bien parado en ese programa, gracias a su socio, Carlos Urbaneja.
“Carlos Urbaneja compró una hamburguesa en $300,000”, relató Briceño. “Eso era porque esa era la forma en que Paul Senior empezaba mediáticamente a decirle al mundo de que se estaba asociando con un gran gurú de restaurantes, y que ese gran gurú compró en $300,000 una hamburguesa”.
La jugada tuvo un golpe mediático pero terminó siendo un colosal desperdicio de dinero.
Pese a las palabras alentadoras de Trump, el magnate nunca llegó a sumarse al proyecto —quizás porque olfateaba los problemas que estaban por venir, quizás porque nunca estuvo en realidad interesado— y Urbaneja pronto comenzaría a ser presionado por sus socios, quienes se tornaban impacientes por la falta de avance en la construcción de los restaurantes y por la manera en que los fondos que ellos aportaban estaban siendo utilizados.
Al final solo un local logró ser abierto bajo la marca de Orange County Choppers. Se encuentra en las instalaciones de Teutul en el estado de Nueva York.
Un segundo local fue inaugurado en Miami, pero éste terminó siendo desarrollado por uno de los inversionistas afectados, quien haciendo uso de los escombros del fracasado proyecto abrió el restaurante por su propia cuenta y bajo un nombre diferente.
Los esfuerzos de los inversionistas por recuperar sus fondos serán detallados en las siguientes entregas de la actual serie.
Nota: La gráfica que acompaña a esta historia ha sido actualizada para precisar el papel de los inversionistas y aclarar que el monto de $700,000 de José Ramírez en realidad es la suma de las aportaciones de tres inversionistas.
Por: Antonio Maria Delgado
adelgado@elnuevoherald.com
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El Nuevo Herald
Miami, jueves 22 de diciembre, 2016
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