Venezuela se desliza
hacia un abismo…
■ Tiroteos en Venezuela pueden durar hasta diez horas.
■ Cadena de homicidios, linchamientos y pequeñas batallas a tiro limpio.
■ El hampa toman las calles y elevan la cifra de asesinados un 8% desde 2014.
■ Las autoridades han incautado armas de guerra, pero los “esfuerzos” no han sido suficientes.
■ Durante los enfrentamientos entre policías y bandas criminales, puede haber explociones producto de granadas.
Caracas.- La violencia en Venezuela se ha desatado con mayor fuerza en últimos tiempos. Según cifras obtenidas de una encuesta realizada por el Observatorio de Violencia, 22% considera que “mandar a matar a alguien” es muy fácil en este país.
Por otra parte, el 54% de los encuestados dijeron que percibían actividad de pandillas en sus barrios; mientras que el 52% señalaron que oyen disparos con frecuencia; y el 51% indicaron que ha habido homicidios en los alrededores de su vivienda.
Asimismo, el 55% de los encuestados dijeron que creen que la policía está involucrada en actividades criminales, aunque la mayoría dijeron que no sabían si en su barrio había policías corruptos.
Llama la atención que en la mayoría de los enfrentamientos, según han informado las autoridades, se han incautado armas de guerra. Una muestra de ello, fue el tiroteo que se produjo este jueves desde las 11:00am y se extendió por diez horas en un sector popular de Caracas llamado “El Cementerio”, donde hubo un enfrentamiento entre cuerpos policiales y presuntos delincuentes.
Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana intentaron subir a la zona pero fueron recibidos por disparos. Los hombres, fuertemente armados, se refugiaron en las torres de la misión Vivienda en la parte alta de El Cementerio. Durante el intercambio de disparos se escucharon dos explosiones fuertes.
Asimismo, ocurrió en el estado Monagas donde funcionarios de PoliMaturín detuvieron a dos sujetos, quienes poseían un fusil solicitado por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) del estado Guárico, así como una panela de supuesta marihuana y 14 envoltorios de la misma.
En contraste, el presidente Nicolás Maduro aseguró el pasado mes de abril que está decidido “a luchar con toda nuestra alma por construir una patria segura”. Sin embargo, con la petición del régimen con el “plan desarme” persiste la existencia de bandas fuertemente armadas.
La Venezuela chavista:
“¡Aquí estamos, en el salvaje oeste!”. Las seis palabras del escritor Leonardo Padrón resumieron ayer, con su habitual ironía descarnada, una cadena de homicidios, linchamientos y pequeñas batallas a tiro limpio que en los últimos días golpean al segundo país más violento del planeta.
Como cuando un ‘tsunami’ abate las costas con la primera ola, cuando llega la segunda es aún más devastadora. Así se presenta hoy la violencia en el país sudamericano, conmovido por el asesinato de un joven dirigente estudiantil, consejero en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador y estudiante de Historia.
A Conan Quintana (28) le mataron de dos disparos. De nada le sirvió al líder estudiantil su nombre de guerrero mítico, que en otras ocasiones pareció blindarle con un escudo invisible; tampoco su lucha constante en contra de la violencia que desangra Venezuela. Una de las balas le atravesó el cuello. A él y a su amigo les mataron en La Candelaria, el barrio de emigrantes españoles, para robar el vehículo en el que se disponían a regresar a sus hogares. A pocos metros del Ministerio de Interior, donde ayer se congregaron sus amigos para clamar su desespero.
“Es lamentable ver La Candelaria sumergida en inseguridad, escasez y basura y miles de personas haciendo largas colas”, escribió Quintana a finales de abril en sus redes sociales. El joven, que trabajaba de charcutero, se mostraba horrorizado por las sucesivas olas de violencia. La última, es implacable. Dos adolescentes, músicos en el famoso Sistema de Orquestas Nacionales, cayeron abatidos por el hampa. A Carlos Hernández (13) le dispararon mientras robaban en su hogar. Jimbert Hernández (15) quedó atrapado en una balancera callejera. “La inseguridad en Venezuela no es un problema de hampa común, sino de hampa de paramilitares”, se justificó Gustavo González, ministro de Interior y uno de los militares sancionados por EEUU por conculcar derechos humanos durante las protestas de 2014.
La ineficaz acción del estado, sumada a la impunidad judicial (de cada 100 asesinatos, sólo nueve van a juicio), han provocado que proliferen los linchamientos de delincuentes. El penúltimo tuvo lugar el jueves en Lomas de Ávila, en Caracas. Dos ladrones fueron agredidos con fiereza por vecinos, después de que atracaran a una mujer que iba con su bebé. El mismo jueves el barrio de Cementerio fue escenario de una batalla a tiro limpio entre bandas y policías, que se prolongó por más de seis horas.
Algo parecido ocurrió en Maracay, donde se desplegaron hasta 1.500 agentes para contrarrestar el poder de los malandros de la zona.
En un país donde está prohibido dar información oficial, son las organizaciones no gubernamentales y los periodistas los encargados de suministrar unas cifras que no dejan de crecer.
En 2014, Venezuela sufrió 24.980 homicidios, según el prestigioso Observatorio Venezolano de la Violencia. Los cálculos de este año elevan en un 8% más la cifra de asesinatos. Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999 se registraban 4.550 muertes violentas al año. “Hoy la madre de Conan, que trabaja como conserje, llora el asesinato de su hijo y no cuenta con recursos para enterrarlo”, denunció Jesús Torrealba, portavoz de la Mesa de la Unidad Democrática.
“Se busca un país donde la juventud pueda disfrutar de nuestra adolescencia sin tener miedo a salir”, escribió Conan Quintana en su twitter hace sólo unos días. Un sueño que ya no podrá cumplir y que parece imposible en la Venezuela de hoy.
Por: Daniel Lozano
Observatorio de violencia
Redacción/R24
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Venezuela, 15 de mayo, 2015
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