Los últimos momentos son los
más difíciles de la vida…
■ Allí es cuando la angustia, el desespero o la impaciencia se apoderan de uno y, cada cual busca el camino más corto, la salida más rápida o la respuesta y acción más inmediata para evitar la desgracia.
[S]i hay oportunidad de hacerlo, se hace, pero los momentos de mayor dificultad requieren inteligencia, habilidad y sobre todo, calma y más calma. Cordura para la victoria, porque quien pierde la paciencia y se desespera, pierde la batalla.
Si un agricultor ha talado un árbol durante tanto tiempo y se desespera para el momento de la caída, es posible que el árbol caiga sobre él o alguna rama lo tiré igualmente al suelo. Los que talan saben de qué lado hay que ponerse. La oposición venezolana lleva años talando el árbol y el trabajo no le ha sido fácil. Ahora cuando ya ha cavado el 80 %, según las encuestas, sospechosamente comienza a recibir críticas de que la tala no ha sido correcta y que es necesario derribar el árbol a costa de lo que sea. Piensan que el hacha del agricultor ya no sirve, que la MUD no es necesaria o que la oposición no está haciendo lo correcto. Tengamos paciencia, porque pronto veremos pasar la gandola cargando el árbol. Por cierto, torcido como nació.
El militarismo no es sano para ningún país, ni conveniente para sus ciudadanos. Los que piensan en la acción militar como salida a la crisis venezolana, son los mismos que fracasaron ayer, han fracasado hoy y fracasarán mañana. Los sistemas de gobierno no pueden ser militaristas, porque la ley se impone por la fuerza y no por la justicia, se pierde la esencia libertaria que nos da la ley. Esa razón es suficiente como para rechazar cualquier proyecto de golpe de estado, y no importa si está a favor o en contra nuestra, lo que importa es que si deseamos una sociedad libre, no podemos ser cómplices ni por acción ni omisión de semejante aventura, aún sabiendo que la crisis nos angustia y nos impacienta. Además, si miramos detalladamente el árbol, podemos ver que es de militarismo puro, del nacido al pie del Samán de Güere.
Lo otro, es un estallido social. La angustia colectiva se impacienta al extremo y se convierte en un liderazgo sin líder. Entretanto, la “revolución” en su agonía, intenta llevarse por los cachos a la democracia. El gobierno venezolano realmente ha perdido el poder e intenta arrebatarlo. Ahora, si quiere atajar el estallido social, pues entonces adelantemos las elecciones (las parlamentarias) para que se de cuenta que el país entero lo rechaza, y se olvide de seguir buscando excusas para esconder su incapacidad de gobernar. El dictador Marcos Pérez Jiménez vivió momentos similares. Un 15 de diciembre de 1957 convocó a un plebiscito, a elecciones, para ver si continuaba en el poder, y a pesar de haber perdido, dijo que había ganado, pero un estallido social lo obligó a abandonar el país un 23 de enero de 1958. Hoy, más que nunca, debemos tener calma, porque el hacha no se ha partido y tampoco el árbol ha caído. La idea del gobierno de sostenerlo con prisioneros, es como echarle su leña al fuego. ¡Cuidado!.
Por: Lenín Valero
Politica | Opinión
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, lunes 23 de febrero, 2015
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