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Thursday, November 21, 2024
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Qta. Crespo: El “edif. Manfredir” comparte paredes con el Colegio Monseñor Castro



El edif. Manfredir comparte paredes con el Colegio Monseñor Castro

Piden reubicación de ocupantes
del invadido edif. Manfredir

 

Recogieron 200 firmas que entregarán a Ernesto Villegas.

Coletivos utilizan el colegio Monseñor Castro como basurero.

En persecución de los colectivos el Cicpc entró al colegio Monseñor Castro.

En las áreas abiertas del plantel caen objetos que ponen en peligro a los alumnos.

Desde el allanamiento en el que mataron a 5 miembros de los colectivos, los alumnos del colegio Monseñor Castro no hacen deporte.

La operación policial que ocurrió en una de las torres del complejo Manfredir en la que ultimaron a cinco integrantes de los colectivos 5 de Marzo y Escudo de la Revolución fue la expresión desbordada de una situación de tensión que desde varios años padece la comunidad. El Manfredir comparte paredes con el Colegio Monseñor Castro, entre las esquinas de Glorieta a Hospital. El consejo educativo de padres y representantes del colegio asegura que el calvario por la convivencia lo caminan, en silencio, desde cuatro años, cuando el edificio fue ocupado por un grupo de damnificados. “La torre, que tiene 24 pisos, se llenó primero de damnificados. Luego estos fueron reubicados y entraron los invasores. Después llegaron los colectivos”, dijo un miembro del consejo educativo que no dio su identidad por temor a represalias. Algunos docentes, trabajadores del plantel y habitantes del sector aseguran que la situación empezó a hacerse insostenible en 2011. Los ocupantes del edificio empezaron a usar el techo del colegio como botadero. En 2013 lograron que se desprendiera por completo. “Han lanzado orine, bolsas con excrementos, pañales, pocetas, lámparas y hasta un revólver, que estaba cargado. En esa ocasión llamamos al Cicpc”, dijo un miembro de la comunidad .

Esa no fue la única visita del Cicpc. El 20 de septiembre de 2013 fue hallado en la acera del colegio un feto de cerca de seis meses de gestación. Vecinos de La Concordia aseguran que fue lanzado desde el edifi cio Manfredir. Ese mismo año también hubo un allanamiento en la búsqueda de un carro robado. A raíz de lo ocurrido el pasado 7 de octubre los vecinos, padres y representantes comenzaron a recoger fi rmas para solicitar la intervención del jefe del Distrito Capital, Ernesto Villegas, en la reubicación de las familias que viven allí y en la restitución de la paz del colegio donde estudian 362 niños y adolescentes. Han regido 200 firmas. En el plantel también funciona la congregación Siervas del Santísimo y viven 12 hermanas, con edades entre los 75 y 102 años, y el Santuario Nacional Expiatorio, que es Patrimonio Cultural de la Nación. Los docentes señalaron que las agresiones que ha sufrido la infraestructura escolar inciden en la salud mental de toda la comunidad educativa. La abertura que tiene el techo ha impedido que los niños tomen el recreo en el patio de la escuela, por temor a que caiga algún objeto que los pueda maltratar.

Repararlo cuesta 335.000 bolívares. “Solo dictamos cuatro horas de clases diarias porque los niños no pueden estar retenidos más de ese lapso en las aulas. Ya no se distienden en el patio ni en la cancha”, dijo una docente. Tampoco pueden hacer educación física, pues el día del allanamiento del Cicpc se rompió la malla de la cancha del cuarto piso, que colinda con la torre.

En busca de acuerdos:

El 9 de mayo 2011: Se reunieron en el Manfredir con representantes de la Alcaldía de Libertador, el diputado Robert Serra, el militar encargado del refugio y miembros de Min Comunas. Los vecinos de la torre se comprometieron a realizar actividades de concienciación y colocar rejillas en las ventanas. “Las colocaron y luego las quitaron”, dijo una fuente.

El 1 de junio de 2011: Se volvieron a reunir en el Consejo Municipal de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del Municipio Libertador.

El 8 de junio de 2011: Se realizó una asamblea de ciudadanos con autoridades en el Manfredir. “No se llegó a ningún acuerdo. No se responsabilizaron por los hechos. La asamblea terminó sin solución”, indicó.

Persecución de los colectivos:

Como ocurre todas las mañanas, el martes 7 de octubre las religiosas de la congregación Siervas del Santísimo madrugaron para ir a rezar. Cuando entraron en la capilla del Santuario Nacional Expiatorio, una de ellas fue advertida por una vecina de la comunidad de que la cuadra estaba rodeada de patrullas. “Esto parecía una película. Gracias a papá Dios ese día no había clases porque teníamos programada una asamblea de padres y representantes. Como a las 6:30 de la mañana empezamos a escuchar los tiros, pero no sabíamos de dónde provenían”, relató una hermana de la congregación.

La religiosa explicó que debido a la conmoción no pudieron abrirse las puertas de la iglesia a todo el vecindario, el Evangelio solo fue escuchado por las monjas. La paz se interrumpió cuando alguien exclamó: “¡Acaban de matar a uno!”. El colegio estaba rodeado de policías. Las hermanas decidieron desalojar a todo el personal del Colegio Monseñor Castro. Pero cinco personas se quedaron dentro del plantel, dos de ellas religiosas y tres trabajadores.

Ellos, alrededor de las 11:00 de la mañana, escucharon el enfrentamiento armado en la calle y el ruido por la entrada de los funcionarios del Cicpc al colegio. “Estábamos en los pasillos resguardándonos y de pronto empezamos a escuchar cómo tumbaban la puerta del colegio”, comentó una persona que presenció la entrada de los policías. Otro apuntó: “Empezaron a tocar el portón, pero como no sabíamos quiénes eran corrimos hacia la iglesia. De allí llegamos a la cocina y tuvimos que esperar como hasta las 3:00 pm hasta que todo se calmara”. Un informe de la Asociación de Padres y Representantes del día 13 de octubre de 2014 señala que a las 11:00 de la mañana unos individuos no identificados se metieron a las áreas del colegio y de la comunidad religiosa, y estos fueron perseguidos por más de 100 efectivos armados del Cicpc, quienes violentaron las puertas de la institución para capturar a los sujetos: “Fueron momentos de pánico para todos los que hacíamos presencia”, reza el texto. La contundencia de la acción policial causó el destrozo de dos portones: uno que da al patio del recreo y otro que da al garaje de la comunidad. Los padres tendrán que costear la reparación que alcanza los 82.000 bolívares. También se rompieron algunos escalones cuando los funcionarios ascendieron a la parte superior del edificio del colegio para acceder a la torre. Testimonios de las personas presentes indican que en un área del colegio estaba uno de los policías que los colectivos tomaron de rehén. Por este caso, el Tribunal 7º de Control ordenó la aprehensión de 6 funcionarios que participaron el procedimiento.

Las hermanas tuvieron que cubrir con láminas de zinc algunos de los hermosos vitrales
de la capilla, que tiene cien años, para evitar que los sigan rompiendo.

Sin recreo:

Los 400 estudiantes de la Unidad Educativa Monseñor Castro tienen tres años sin recreo. Cuando suena el timbre del receso algunos se quedan en los pasillos y otros en los salones.

Salir al patio está prohibido por medidas de seguridad. “Estando aquí afuera a mi hija le cayó una lata de pintura al lado”, cuenta una de las madres que ayer trancó la calle donde esta ubicado el colegio, de Glorieta a Hospital, al lado de la plaza Concordia, en la parroquia Santa Teresa.

Representantes y docentes exigen que los más de 700 damnificados que viven en el refugio Manfredi (una torre de oficinas de 20 pisos que está detrás del colegio) sean reubicados porque están inundando de basura al colegio Monseñor Castro y al edificio residencial Centro Manfredi.

Para los padres se trata de un problema de salud pública y una situación que pone en peligro la vida de sus hijos. En julio, en el acto de fin de curso, explotó una botella de vidrio en el patio, al lado de los niños.

Desde el refugio han lanzado sillas, pedazos de baldosas, envases llenos de orina, tuberías, sacos de escombros y hasta un lavamanos aterrizó en el patio del colegio. “Nuestros niños están en peligro. Van esperar que ocurra una desgracia para hacernos caso”, decía Iris da Silva, una representante.

Iris Guerra, madre de un alumno del Monseñor Castro, dijo que también sostuvieron reuniones con los coordinadores de piso del refugio. “En ese momento aseguraron que la situación cambiaría, pero eso no ocurrió”.

Los objetos que caen desde el refugio acabaron por destruir dos techos del colegio. “Cada representante aportó Bs 500 para cambiarlos. Los pusimos nuevos pero ya tienen basura otra vez”, se queja Glendys Peñaloza, madre de una niña de 4to grado.

El profesor de Educación Física del Monseñor Castro (un colegio subvencionado que pertenece a la AVEC) también optó por suspender las clases pues la cantidad de desperdicios que caen al lado de la cancha la llenan de gusanos y de un olor nauseabundo. Excrementos, carne podrida, pieles de pollo, pañales sucios también traen cucarachas, zamuros y ratas a los alrededores del colegio.

Los desechos lanzados desde el refugio también llegan al techo y a la mezzanina del edificio residencial Centro Manfredi. Carolina de Abreu, vive en el edificio, y explica que cada residente tiene que pagar una cuota extra a la del condominio para labores de limpieza.

Al lado del colegio está el Santuario Nacional Expiatorio de las Siervas del Santísimo Sacramento, obra del arquitecto Manuel Mujica Millán y patrimonio de la ciudad. Las hermanas tuvieron que cubrir con láminas de zinc algunos de los hermosos vitrales de la capilla, que tiene cien años, para evitar que los sigan rompiendo. Los objetos que arrojan desde el refugio ya quebraron dos.


Por: Dalila Itriago
ditriago@el-nacional.com
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El Nacional
Caracas, lunes 27 de octubre, 2014