A maduro la parca de la crisis
le sonrie satisfecha…
■ Hace muchos años, cuando vivía en el pueblo El Guapo del estado Miranda, nosotros, los zagaletones de primaria de tan remota época, solíamos bañarnos en el río que lleva su mismo nombre.
Nuestro sitio predilecto era una especie de piscina natural que llamábamos “el Larguero” Allí aprendí a medio nadar. Teníamos un juego, infantil, no por ello pacífico, que consistía en dar y recibir patadas, bautizadas como pancadas. Al parecer, semejantes a las que en el paroxismo por aproximación a la muerte suelen mostrar quienes intentan salvarse del fallecimiento por inmersión. Los ahogados. Las llamadas pancadas de ahogado.
Como traté de describir en el artículo de la semana anterior, en cada oportunidad que el gobierno chavista/madurista siente el agua rebasándole los pulmones, y al ver a la parca de la crisis sonriéndole satisfecha, con toda seguridad, bajo los auspicios y consejos de los cubanos, especialmente del Patriarca del Mal, inventan una estrategia que es indiscutiblemente una pancada de ahogado. Un señuelo. Una treta. Sienten como un respiro momentáneo que no es sino la efímera alegría del tísico.
De aquellos cinco motores de la revolución, pregunta obligatoria para poder optar por los beneficios de alguna de las llamadas misiones y que se oxidaron, pasaron, años luego, a la estrategia de las tres R. Habían perdido el referéndum revocatorio y su popularidad estaba descendiendo aceleradamente, no tanto como en estos días, cuando la moral y el orgullo del gobierno se filtran con velocidad por los desaguaderos de la sociedad.
Esas tres R. Revisión, rectificación y reimpulso, se suponía que revisarían la política económica. La producción. El desabastecimiento. La crisis hospitalaria. La inseguridad. En tan prometida revisión no solo salió el gobierno aplazado sin derecho a reparación, sino que los propios examinadores, los revisores, resultaron un remedio peor que la enfermedad. Allí se coronó como Judas de la economía el Monje Giordani, quien fue recientemente sacado a patadas y empujones del gabinete y a quien se le atribuyen, injustamente, todos los males de nuestra economía. La rectificación suponía una cierta apertura, una amenaza de diálogo que nunca llegó y que terminó por acorralar, perseguir, apresar y torturar estudiantes. 40 fallecidos para registro de la Historia Chavista de la Infamia. Ya imagino lo inmisericordes que serán los historiadores que se encarguen de analizar este oscuro período de la patria. Serán implacables y demoledores.
Por último venía el reimpulso. Claro que lo hubo. De eso estoy seguro. Un reimpulso al desastre. Un paso adelante en el borde del acantilado de la corrupción. A la inflación más alta del mundo. Al amedrentamiento de los productores, de los comerciantes. A la compra indeseable de medios de comunicación. A la crisis petrolera. A la entrega de nuestro destino al dictador del Caribe. Y hasta la intervención policial de la Dirección de Mercadeo Interno de Pdvsa en búsqueda de los capos que sustraen, transfieren y venden 100.000 barriles diarios de petróleo. Culminando todo este desastre en una acusación vergonzosa contra investigadores y académicos de renombre mundial (Caso Hausmann) por la publicación de opiniones científicas sobre el acontecer nacional.
Son inequívocas pancadas de ahogado. Pataleos inútiles. Manotazos de moribundo. Cuando ya la presencia física del eterno se desvanece de la memoria colectiva. Cuando las encuestas empiezan a mostrar una realidad incontestable. Ante el fracaso ostentoso y universal del gobierno venezolano bautizado por la prestigiosa revista The Economist como un “Bicho Raro” (se refiere al extraño caso de una economía petrolera, con los más altos precios de la historia, que tiene a su vez la más alta inflación del mundo, la recesión más indeseable y el desabastecimiento más cruel), ahora vienen con las llamadas cinco revoluciones: la económica; del conocimiento; de las misiones sociales; de la política del Estado y del socialismo territorial o las comunas, articuladas al Plan de la Patria (2014-2019).
En pocas palabras. La misma paja de siempre. Ya tendremos tiempo para analizarlas en detalle en el marco de la realidad cotidiana, y especialmente frente a la conducta irresponsable y alocada de nuestros gobernantes.