EL CALABOZO DE LA LIBERTAD
Excelentísimo Sr. Presidente:
Me dirijo a usted muy respetuosamente, en la oportunidad de consignar ante su despacho, mi más firme rechazo a la acción ejecutada por su gobierno en días pasados, cuando violando disposiciones legales, tratados internacionales y la Convención Americana de Derechos Humanos, su gobierno procedió a deportar de su país a dos ciudadanos venezolanos, Lorent Enrique Gómez Saleh y Gabriel Valles Sguerzi, quienes se encontraban en esa nación realizando trámites para realizar estudios en diferentes instituciones educativas de Colombia.
La acción ejecutada por su gobierno, Sr. Presidente Santos, deja mucho que desear, no solamente por el hecho cierto y comprobado de que se violaron los derechos de estos dos jóvenes venezolanos, sino porque además, demuestra que su gobierno actúa de forma complaciente y lisonjera frente al gobierno de Nicolás Maduro Moros, el cual ha batido todos los récords de violación de derechos humanos en Venezuela en apenas 17 meses de gestión.
Sr. Presidente Santos: alarma ver como un gobernante como usted, trata como delincuentes a dos estudiantes universitarios, que no representaban ningún peligro para Colombia, y en contraste, trata como amigos e invitados especiales a los jefes guerrilleros de las FARC, responsables de miles y miles de muertes en territorio colombiano.
Indigna ver la forma jalamecate y lameculos, como su gobierno trata a Iván Márquez, a Rodrigo Granda y a muchos otros delincuentes y forajidos, responsables de haber colocado bombas, de haber secuestrado gente, de haberle quitado la vida a personas inocentes, mientras trata como peligrosos delincuentes a dos jóvenes universitarios que lo único que hacían era buscar refugio en Colombia, en razón de la persecución y hostigamiento de que han sido objeto en Venezuela por parte del gobierno de Nicolás Maduro.
La deportación de estos dos jóvenes venezolanos, como bien lo apuntaron organizaciones pro defensa de derechos humanos en Venezuela, es violatoria del artículo 22.8 de la Convención Americana, según el cual: “en ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas”.
La deportación de Saleh y Valles, fue tan arbitraria, tan destemplada y tan ilegal, que el señor Sergio Bueno Aguirre, director nacional de Migración Colombia, dijo que “se evidenció que Gómez Saleh y Valles “adelantaban constantemente actividades proselitistas que son de conocimiento público, gracias a las redes sociales, y que en algunos casos afectaron el orden público y la tranquilidad social (…) También se tuvo conocimiento por información reservada de que estos dos ciudadanos adelantaban actividades que atentaban contra la seguridad nacional”.
¿En qué cabeza cabe que dos estudiantes venezolanos puedan afectar el orden público en Colombia? ¿Qué peligro puede haber en que dos estudiantes venezolanos utilicen las redes sociales para expresar sus opiniones sobre lo que pasa en Colombia o en cualquier otro país del mundo, si eso es lo que hacen millones de jóvenes en el mundo entero todos los días? ¿De qué manera podían estos dos muchachos poner en peligro la seguridad nacional de un país que se ha enfrentado con éxito a la guerrilla colombiana y que ha logrado derrotar a peligrosos delincuentes como Pablo Escobar Gaviria?
Saleh y Valles fueron tratados peor que Walid Makled, el peligroso narcotraficante venezolano capturado en Colombia. Quienes en Venezuela nos oponemos al gobierno de Maduro, ahora tenemos miedo de ir a Colombia, por temor a ser deportados por su gobierno.
Sr. Presidente Santos: con el debido respeto debo decirle que usted ha resultado, al menos para mí, una gran decepción. Su interés en lograr la paz con la guerrilla de las FARC, a costa de lo que sea, pareciera que está pasando por encima de los sagrados intereses de Colombia. Su ambición por ser candidato a un Premio Nobel de la Paz, parece que lo ha desviado de sus orígenes democráticos y lo ha colocado en el filo de la prepotencia dictatorial.
Sr. Presidente Santos, quizás usted no sabía lo que dijo el defensor de los derechos humanos Carlos Nieto Palma, quien declaró al diario El Espectador que “no existía dentro del expediente de Lorent Saleh ninguna orden de captura ni tenía código rojo de Interpol, ni solicitud al gobierno de Colombia para que lo expulsara. Las solicitudes que hay, tanto del Ministerio Público (Fiscalía) como la orden de captura del mismo tribunal, tienen fecha del 6 de septiembre. Pero Lorent fue detenido en Bogotá y deportado el 4 de septiembre. Las solicitudes de Venezuela son posteriores a la deportación, fueron hechas cuando Lorent ya estaba en Caracas, en el Sebin”.
Sr. Presidente Santos: quisiera entender su afán en lograr la paz en Colombia. Quisiera entender también su derecho a querer ganar un Nobel de la Paz para pasar a la historia. Lamento sin embargo que su afán y su derecho estén por encima del derecho que tenemos los venezolanos a tener un gobierno decente y del derecho que tienen los colombianos a tener un Presidente que respete a su país y se respete a sí mismo.