“El comandante galáctico se encargó de
destruir la Iglesia mientras vivía..”
■ Me enteré de último, como suele a veces pasar con las personas inocentes que dejan pasar los detalles.
Tal vez ustedes lo sepan pero yo no lo supe sino cuando en la misa de difuntos que realizamos todos los años de manera intima y familiar por el descanso eterno de mi hija fallecida, luego de ser nombrada, surgió poco después el nombre del inefable comandante galáctico Hugo Rafael Chávez Frías. Así, con el nombre completo, como no dijeron el nombre completo de mi hija, dijeron completo el del Eterno.
Y ustedes se preguntarán, ¿y cuál es el problema? Tal vez alguien deseaba rezar por el descanso eterno del galáctico en ese preciso servicio religioso donde estuve con mi familia. Pero ocurre que este fenómeno está sucediendo en prácticamente todas las misas de difuntos y al parecer es del dominio público, como me informó la feligresía del lugar. Y yo no lo supe hasta hoy en la misa de mi hija… No había escuchado nada tan retorcido como cuando me enteré de la intención de colocar al difunto Chávez en el Panteón Nacional, y luego fueron más allá y le hicieron el suyo en el llamado Cuartel de la Montaña.
Se me hace cuesta arriba pensar que espontáneamente en cada una de las más de 10.000 misas que se hacen diariamente en el país alguien coloque en todas ellas al comandante eterno en la lista de la misa de difuntos sin que exista un plan organizado detrás de ello. Es claro que los sacerdotes de esas iglesias reciben todos los días cientos de nombres de difuntos que son referidos durante el transcurso de la misa por una pequeña colaboración. La Iglesia como organización obviamente no tiene nada que ver con eso.
Sin embargo, la cosa tiene una trascendencia mayor. Tiene un impacto absolutamente político que está mezclando las creencias religiosas de las personas con la vigencia de ese nombre en la mente de un pueblo en su mayoría católico. A la sola mención de Chávez algunas personas se retiraron de la misa pero otras continuaron allí por respeto pero con mucho desagrado. Es una manera sumamente inteligente y manipulada de hacer permanecer el nombre del comandante galáctico en el imaginario de un pueblo que asiste regularmente a la misa a rezar por los suyos pero que también lo hace obligada por un personaje definitivamente coleado en el camino.
No podemos pedirle a la Iglesia que deje afuera el nombre de alguien, ni siquiera el del comandante galáctico. No seríamos cristianos si lo hiciéramos. Pero si podemos pedir respeto a quienes están detrás de esa manipulación abiertamente política en los templos con la intención aviesa de mezclar lo que es a todas luces incorrecto mezclar. No solo están usando la red de medios del Estado, están usando las iglesias para hacer esta manipulación que se complementa con la campaña de mercadeo del régimen de mantener viva en la mente de las personas la imagen del comandante, siendo esta una estrategia muy bien dirigida y las iglesias un instrumento para esos fines.
Esto tal vez no sea del conocimiento de la Conferencia Episcopal Venezolana. Nombrar en las misas de los sectores populares del país a Hugo Chávez todos los días indica una “presencia” indiscutible del personaje, que hace realidad la campaña que están llevando a cabo de que Chávez “vive”. Esa manifestación hace pensar en la omnipresencia del Galáctico en la gente de menores recursos que terminan cayendo en una suerte de habituación y resignación ante lo que nos pasa, pensando que no se puede cambiar.
Pero lo más grave de todo este asunto es que pareciera que es imposible revertir la situación. ¿Qué hacer? No le puedes pedir a la Iglesia que impidan que sus feligreses, incluidos aquellos enviados por el G-2 cubano, a rogar por el descanso del alma del galáctico en todas las misas de difuntos de Venezuela. Pero yo sí podría hacerles una solicitud que muy difícilmente pueda considerarse inapropiada.
Si un sacerdote recibe una solicitud por el descanso del alma de Hugo Rafael Chávez Frías en una misa de difuntos en cualquier iglesia, que el mismo sacerdote le indique al solicitante que en su pedido debe colaborar también por el descanso del alma de Franklin Brito, Génesis Carmona, Geraldine Moreno, Bassil Da Costa o la totalidad de los más de 40 fallecidos a consecuencia de la represión del régimen, y que se nombren de la misma manera durante la misa de difuntos. Y si de presidentes se trata, de igual forma se podría incluir en esa lista que se contribuya para rezar por el descanso eterno de las almas de cualquiera de los presidentes de la democracia venezolana, como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi, o Ramon J. Velázquez.
De esa manera se obligaría a que la reconciliación comience en los templos, si alguien desea politizar un servicio tan serio y que significa mucho para los familiares de los difuntos que asistimos a esos servicios religiosos y que demandamos el respeto debido para nuestra pérdida. Sería una manera extraordinaria de comenzar a predicar en nuestras iglesias católicas que es urgente que Venezuela entre en una etapa de reconciliación y que Dios ilumine a los dirigentes políticos para acordar el mecanismo idóneo para lograrlo.
Solicito muy respetuosamente desde esta pequeña tribuna a la Conferencia Episcopal Venezolana que se pronuncie en relación a esta situación que considero sumamente grave, e instruya a los sacerdotes de todas las iglesias de Venezuela a tratar con la debida equidad esta polarización que azota a la sociedad venezolana. Nunca como antes Venezuela necesitó de su Iglesia y de su guía espiritual para superar esta barbarie que ya está penetrando nuestros templos y amenaza con también robar allí la paz de nuestros difuntos.
Y si, como decía Andrés Eloy Blanco en el “Palabreo de la alegría perdida”, todavía “no hay en el castillo guitarra pal prisionero”, procedamos de igual manera que el compadre Venancio Laya: arrebatémosla. Con cada nombre de nuestros difuntos que registremos en las iglesias, pidamos también por otro que le recuerde al régimen que nosotros tampoco olvidamos a nuestros muertos, y en la próxima misa de difuntos en la que registre a mi hija, pediré y contribuiré también por el descanso eterno de quienes, con nombre y apellido, dieron su vida por la democracia que el Galáctico se encargó de destruir mientras vivía y sea entonces Dios el que decida quien deberá descansar en paz.
Por: Luis Manuel Aguana
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El Nacional
Caracas, martes 2 de septiembre, 2014
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