“La letra chica muestra historico
endeudamiento con Beijing…“
■ La República Popular de Venezuela
■ Los vínculos de Venezuela con China resultan problemáticos y algo peligrosos.
■ Importaciones financiadas por los chinos han logrado “escasos resultados en su propósito de atenuar la escasez de mercancías”.
Según la revista The Economist, Venezuela vive un momento muy especial de su historia: Tanto el gobierno como la oposición están sumidos en la parálisis. Pero hay algo que sí se mueve en Venezuela.
De acuerdo a un comentarista del Financial Times, el gobierno de Beijing se agita con brío, en su proyecto de cumplir un rol similar al de la Unión Soviética en Cuba durante la época más feroz del embargo estadounidense.
Es curioso que para oponerse al imperio norteamericano, dos gobiernos izquierdistas de América Latina, como los de La Habana y Caracas, soliciten la ayuda de otros imperios. Pero tampoco es cuestión de rasgarse las vestiduras. En todas las épocas de su historia los gobiernos latinoamericanos se han visto obligados a pactar con imperios, o con sus representantes.
Aunque los generales de la Gran Colombia realizaron heroicos esfuerzos para luchar contra el imperio español, sólo cuando los británicos derrotaron a Napoleón en Waterloo y dieron de baja a algunos centenares de oficiales, pudieron las huestes de Simón Bolívar aprovechar la experiencia de esos fogueados combatientes en su intento de causar el ocaso de los godos en nuestras tierras.
La historia de América Latina durante el siglo XX ha impedido tener una buena opinión de los líderes de Washington, tan proclives a propiciar golpes de estado liderados por militares derechistas o por dictadores mesiánicos. (Cuando alguien le reprochó a Franklin Delano Roosevelt su apoyo a “ese hijo de perra de Rafael Leónidas Trujillo”, Roosevelt le recordó a su interlocutor que era “nuestro hijo de perra”).
Y la disposición de varios gobiernos de América Latina de abrir el juego, es muy plausible. Sólo falta decidir si esos imperios alternativos permiten defender mejor la soberanía y a sus habitantes que el coloso del Norte.
La Fractura:
Venezuela ofrece a los economistas y sociólogos una excelente ventana para examinar sus teorías. La superestructura marcha por un lado, y la infraestructura por el otro. Al nivel de la superestructura, la clase política sufre de artritis, tanto en el gobierno como en la oposición. A nivel de la infraestructura, el país está al borde del barranco y aunque el presidente Nicolás Maduro ofrece una gran esperanza por la conversión de Venezuela en un estado vasallo de China, hay signos desalentadores.
The Economist dijo que aunque la calma ha retornado a Caracas y a otras ciudades de Venezuela luego de varios meses de enfrentamientos entre “jóvenes opositores, escuadrones antimotines y pistoleros del gobierno”, el descontento sigue siendo profundo.
La inflación continúa impertérrita es la más alta del mundo, la escasez de productos esenciales es inconmovible, y el colapso de los servicios públicos y del crimen sigue viento en popa. Además, las tensiones persisten, no sólo entre el gobierno y la oposición, sino en el seno del gobierno y de la oposición.
Una demostración del mar de fondo en el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, según la revista británica, es la abstención de sus bases durante el reciente congreso. Por un lado, “la izquierda radical acusa al señor Maduro de traicionar el legado del fallecido Hugo Chávez”, dijo The Economist; por el otro, el descontento en las filas del gobierno fue subrayado por la escasez de votantes para elegir delegados al congreso del PSUV.
El jefe de estado estimó que “casi dos millones, quizás más”, votaron en los comicios. El PSUV dice contar con 7,6 millones de integrantes. Pero, “según disidentes”, indicó la publicación, “la mayoría de las mesas electorales mostraron escaso movimiento durante todo el día, y la tasa de abstención fue de entre un 85 y un 88 por ciento”.
En cuanto a la Mesa de Unidad Democrática, “no está en condiciones de aprovechar la impopularidad del gobierno”, dijo The Economist . Eso se debe la división en sus filas, entre quienes proponen una actitud de confrontación, como el encarcelado dirigente Leopoldo López, y quienes sustentan o sustentaban la posibilidad de un diálogo con el gobierno.
Guiso Chino:
Entre tanto China ha elegido a Venezuela como su oso panda preferido. The Financial Times estima que otorgó al gobierno de Caracas unos 50.000 millones de dólares en préstamos en el curso de los últimos años.
Durante la reciente visita del presidente Xi Jinping, hubo nuevas promesas de ayuda. Y aunque Maduro está convencido que “todo lo que hacemos cada día con China es para la felicidad de ambos pueblos”, no todos coinciden con ese optimismo.
El ex candidato presidencial opositor Henrique Capriles ha señalado en varias ocasiones que “los préstamos que Nicolás ha recibido de China no han ofrecido beneficio alguno a los venezolanos”. Y su opinión es compartida por otros críticos.
Hasta ahora, buena parte de los fondos chinos, dijo The Financial Times, han sido canalizados hacia proyectos de infraestructura, construcción de viviendas y otros planes “todavía en progreso, o que no han cumplido con las expectativas”. Por otra parte, importaciones financiadas por los chinos han logrado “escasos resultados en su propósito de atenuar la escasez de mercancías”.
El gobernador Capriles resumió la situación al señalar: “Nicolás se endeudó con China en 5.000 millones de dólares para comprar comida. En la actualidad hay una escasez del 60 por ciento en materia de leche, aceite comestible y azúcar”.
Más allá de los acuerdos entre Xi y Maduro, que incluyen cooperación y financiamiento en los campos de la energía, la minería, la industria, la agricultura y la infraestructura, la letra chica muestra mayor endeudamiento del gobierno de Caracas con el gobierno de Beijing.
Eso dificultará a Venezuela pagar el servicio de sus cuantiosas deudas en otros mercados. Diego Moya-Ocampos, analista de riesgos de la empresa IHS Global Insight, dijo al periódico que entre 364.000 y 464.000 barriles diarios de petróleo deben ser enviados a China para pagar los intereses de los préstamos ya contraídos. Y el nuevo préstamo requerirá al menos otros 100.000 barriles diarios de crudo.
Eso aumenta los riesgos de que Venezuela no pueda pagar a otros proveedores, dijo el economista. Se estima que la deuda del gobierno con sectores locales de bienes básicos, entre ellos alimentos, es de entre 18.000 y 24.000 millones de dólares.
Los vínculos de Venezuela con China resultan problemáticos y algo peligrosos. Teniendo en cuenta la incapacidad de los gobiernos chavistas para administrar el erario público, es posible pronosticar que el pacto con los chinos además de prometer más hambre para mañana, garantiza escasez de pan para el día de hoy.
Por: Harry Blacmouth
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Caracas, miércoles 27 de agosto, 2014