Fidel el ‘summa cum laude’ de la canallada y
la cara de palo más dura que la de Maduro
■ El régimen de Venezuela y Nicolás Maduro me están provocando casi tanta indignación como el régimen castrista y Fidel Castro.
■ Dicen que son idénticos; discrepo, al abuso y a la injusticia de Cuba debemos sumarle la hipocresía del gobierno venezolano.
Fidel Castro se para frente a diez micrófonos y cinco cámaras de televisión y le grita al mundo mañana mismo: “Fusilé a cientos de opositores, encarcelé a miles durante decenas de años, destruí la economía de mi país, provoqué el exilio de millones de cubanos, todo eso es cierto, ¿y qué demonios? Lo hice y lo volvería a hacer, porque en Cuba hay que estar con la revolución o en contra de la revolución, y hago lo que me sale de las entretelas para mantenerme en el poder. Soy un dictador, no lo niego, y ni el mundo entero ni Washington pueden hacer nada en mi contra, salvo declararme un embargo que no me hace ni cosquillas y que lo necesito para representar ante el mundo mi máximo papel escénico, el de víctima”.
Cierto, Fidel es el summa cum laude de la canallada pero no tiene la sinuosidad, el doblez, la actitud de Tartufo y la cara más dura que un palo de un Nicolás Maduro que trata de posar como un demócrata ante el mundo.
El último acto de irrespeto por la justicia en Venezuela, algo que causa no pavor sino asombro: la jueza del Tribunal 28 de Caracas Susana Barreiros en el juicio contra Leopoldo López rechazó todas las presentaciones de pruebas de su defensa y aceptó sin chistar las 23 de la fiscalía.
¿Hacia dónde va Venezuela? ¿Hasta dónde va a permitirle el mundo que llegue?
Los enemigos de Castro en el exterior él los resolvía fácil, los asesinaba, como en el caso de Aldo Vera en Puerto Rico o José de la Torriente en Miami, cuando éste hace años intentó unificar a este díscolo exilio.
Nicolás Maduro tiene otro estilo: no asesina pero lincha moralmente a sus opositores, manteniendo su dulce y empalagosa imagen de un hombre que está dentro de las leyes internacionales.
Su última víctima es J.J. Rendón. Alguien muy discutible, que ha chocado violentamente también con Alvaro Uribe, a quien respeto mucho, pero que a veces se le va el avión por su carácter apasionado.
Entre Uribe y Nicolás Maduro, una coincidencia inimaginable, pero por razones diferentes le piden la cabeza a J.J Rendón.
Las acusaciones que le hacen en su contra, una no la comprendo y la otra no la creo.
Sobre que se le acercaron abogados de Javier Calles Soriano, alias “El Compa”, para que sirviera de intermediario entre él y Juan Manuel Santos a cambio de entregarse por doce millones de dólares puede ser posible.
Si a mí hace algún tiempo “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más importante del mundo, me hubiera contactado para entregarse a Barack Obama a cambio de la información sobre caletas, rutas, laboratorios, prestanombres y cuentas bancarias, habría contactado a la velocidad del rayo a un prominente abogado de una de las firmas más importantes de Estados Unidos, y le habría dicho que contactara a la DEA o a quien le diera la gana, que se iba a ganar un buen billetito. Hubiera declarado los 12 millones al IRS y me hubiera comprado un apartamento en la Quinta Avenida de Nueva York y una casa a la orilla del mar en Bora Bora.
Pero aquí no termina la persecución de Venezuela en contra de J .J., también lo acusa de siete delitos sexuales. No creo que un hombre rico, famoso, good looking, con una labia capaz de vender refrigeradores a esquimales del Polo Norte, necesite violar a una mujer.
Pero eso sí, de que es alguien honesto e irreprochable lo dudo metódicamente: siendo el consultor político más brillante de América Latina, que ha ganado 20 de 22 elecciones, no puede ser exactamente un San Juan Bosco, y quien se le enfrenta estoy seguro le pasa por arriba con violencia y sin misericordia, y debe mentir como un cosaco: gajes del oficio en el estercolero de la política latinoamericana.
Por: Nicolás Pérez
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El Nuevo Herald
Sabado, 23 de Agosto 2014