Violencia subterránea
■ Me asaltaron dos veces con pistola dentro de los vagones.
■ A pesar de la presencia militar, usuarios del sistema subterráneo son víctimas de robos, hurtos y enfrentamientos.
■ Haiman el Troudi, ministro de Transporte Terrestre y presidente del Metro, “asegura” que el número de hechos delictivos ha bajado.
■ La delincuencia no sigue rutas predefinidas en el Metro de Caracas: sorprende a la espera de un tren en las estaciones Altamira, Zona Rental o Artigas, dentro de vagones colmados de gente o en una solitaria escalera.
■ El 22 de julio fue militarizado el sistema para reforzar a la Policía Nacional Bolivariana, que desde 2010 no ha podido contener la inseguridad. De acuerdo con informes obtenidos, se calcula que 374 hechos irregulares, en promedio, ocurren a diario en el subterráneo y entre enero y abril de este año se reportaron 28 fallas diarias.
■ Fuentes internas relatan que diariamente se genera un promedio de 374 hechos irregulares. La cuenta @Caracasmetro ha descubierto algunos de los modus operandi: “Los robos suceden en la noche, días feriados o fines de semana, en estaciones solitarias o vagones de la Línea 2; mientras que los hurtos son en horas pico y en estaciones muy concurridas”.
Debajo, en lo profundo de la ciudad, también corre la sangre. En el Metro de Caracas se cuentan tres asesinatos en menos de un año. El último sucedió el 15 de julio en la estación Colegio de Ingenieros: Juan José Figueroa Mora, de 19 años de edad, caminaba con su mamá, Nancy Elena Guerra, por uno de los accesos del subterráneo cuando le dispararon a la cabeza.
Metro Colegio de Ingenieros
La historia es mencionada por pasajeros, policías y fue reseñada en la prensa como recordatorio de que ya ni en el subterráneo se está seguro. “Hoy mataron a un tipo frente a mí, en la estación Colegio de Ingenieros, y las personas del Metro se quejaban porque uno pasaba sobre el torniquete. O sea, qué desgracia, se formó un tiroteo dentro de la estación, y ¿tú me vas a exigir que use un ticket?”, escribió el usuario Rubén Carrillo en su cuenta de Twitter @rubencarrito.
El caso de Figueroa Mora no es el último tiroteo que se registra en el subterráneo. El pasado miércoles 29 de julio, un sujeto le disparó a otro en el andén de la estación El Valle. El agresor fue capturado por la Policía Militar, que portaba armas largas. El servicio tuvo que ser suspendido por más de media hora.
Los otros homicidios del último año fueron los de Carlos Julio Parriaga y Francisco Maizo. El primero, mecánico de 38 años de edad, perdió la vida una noche de septiembre de 2013 entre Plaza Venezuela y Petare, cuando lo apuñalearon en el pecho para robarlo dentro de un vagón. Al segundo, le dispararon en la estación Los Jardines el 28 de marzo.
Pero a los homicidios se suman robos, hurtos, intentos de violación, golpizas, retrasos, fallas, arrollamientos, comercio informal, situaciones que han convertido al subterráneo, que nació como un emblema de civilidad, en un escenario caótico. El Metro de Caracas dejó de ser un sitio seguro y de confort hace más de una década, y en los últimos 2 años se ha disparado la violencia, coinciden expertos. Son más de 66 kilómetros, 49 estaciones, 4 líneas, 29 rutas de Metrobús y 220 unidades para cubrirlas, el Buscaracas (al que llaman “la Línea 7” y forma parte de la institución), más de 6 obras inconclusas y 2.200.000 pasajeros al día en Caracas y Los Teques.
Fuentes internas refieren que se denuncia diariamente un promedio de 374 hechos irregulares en el sistema de transporte: robos, hurtos, extravíos (o presunción de hurto) y peleas, entre otros. Esto representa un índice de 17 eventos por cada 100.000 pasajeros, que en 2013 era de 14 (equivalente a menos de 308 hechos irregulares), según declaraciones el año pasado de Ricardo Sanssone, miembro de Familia Metro.
El Estado invirtió 30.599.735.334 bolívares el año pasado en la compañía Metro de Caracas, pero 90% de los recursos, sin contar 22.745.121.991 bolívares recaudados por transferencias del Ejecutivo, ventas de boletos y otros ingresos no especificados en la Memoria y Cuenta de 2013 del medio de transporte, fueron utilizados en proyectos de ampliación de la red del sistema Metro en la Línea 5 (tramo Plaza Venezuela-Parque del Este) y el Caracas-Guatire; en el Modelo Socialista y el Fortalecimiento del Poder Popular; construcción de viviendas; Metrocable de Petare Sur y de Antímano; sustitución de importaciones del sector ferroviario; Buscaracas (patios y talleres); mejoras viales en la Gran Caracas; pagos de deudas con contratistas de las líneas 3 y 5, y el proyecto Caracas-Guarenas-Guatire. El 10% restante fue destinado al mantenimiento del sistema, sin que aparezca ninguna asignación destinada a la seguridad.
metro de Caracas
Desde 2010 todas las estaciones están custodiadas por la Policía Nacional Bolivariana. El 22 de julio el Ejecutivo decidió reforzar la seguridad militarizando el servicio por primera vez desde los sucesos de abril de 2002. El Comando Regional Número 5 de la Guardia Nacional Bolivariana pasó a custodiar la estación Plaza Venezuela y la Policía Militar el tramo La RinconadaCiudad Universitaria. La razón, según Miguel Rodríguez Torres, ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, no fue el aumento de la inseguridad ciudadana, sino el incremento de pasajeros que de acuerdo con datos que él ofreció ha sido de 25% desde 2012.
Aunque la inseguridad se mueve a sus anchas por el subterráneo, hay estaciones con más reportes de delitos. Son El Silencio, Capitolio, La Hoyada, Colegio de Ingenieros, Plaza Venezuela, Sabana Grande, Chacaíto, Petare, Carapita, La Yaguara, Mamera, El Valle, Palo Verde y La Rinconada, según Carlos Becerra, administrador de la cuenta de Twitter @Caracasmetro.
Un día después de la llegada de los guardias hubo una estampida de pasajeros en la estación Palo Verde debido a un asalto. “Yo bajaba las escaleras cuando comenzó a subir la gente corriendo. Estaban aterrados porque en el lobby de la estación había 3 tipos atracando a los usuarios. La policía llegó 10 minutos después y ya los ladrones habían huido. No es la primera vez que soy testigo de robos en Palo Verde, esta estación tiene un largo prontuario. Ya habían atracado a 4 personas”, contó Idimidox Volpe, usuario del subterráneo.
La estación tiene antecedentes. Al periodista Alejandro Botía lo hirieron en una rodilla el 21 de marzo, cuando iba a salir de Palo Verde. “La bala vino desde afuera, de la calle, y debió rebotar antes de darme en la rodilla”, escribió en su cuenta de Twitter. A Braulio Salazar, estudiante universitario, lo asaltaron a mano armada allí: “Iba pasando los torniquetes para salir cuando dos tipos me pidieron el celular y dinero o me disparaban”.
“La ciudad de abajo y la de arriba ya no se diferencian. Ahora el Metro de Caracas y la capital son la misma cosa, se observan las mismas conductas y delitos.
Había comunicación, originalmente, entre la brigada policial especial del subterráneo y los operadores para proteger a los usuarios. Se hacían labores de inteligencia para detectar a rateros, que siempre han existido.
Pero eso se dejó de hacer con el paso del tiempo.
Con el descuido y el aumento del tráfico de pasajeros se incrementaron los delitos, pues es proporcional”, dice Luis Manuel Aguana, miembro de Familia Metro y ex gerente corporativo del Metro de Caracas.
La transferencia:
Neira Linares, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, puede dar cuenta del débil sistema de seguridad del subterráneo: “Me han asaltado dos veces, en noviembre y mayo, con pistolas dentro de vagones; y, pese a que hemos tocado alarmas, nadie ha detenido a los ladrones. Han sido robos masivos en la Línea 2. La última vez los ladrones se cambiaban de vagón en vagón para ir despojando a la gente de sus pertenencias”.
La Línea 2 es conocida por los robos masivos en vagones. El 25 de septiembre del año pasado sucedió otro entre las estaciones La Yaguara y Carapita. “El ladrón se montó en Artigas o La Paz. Estuvo sentado a mi lado hasta que arrancó el tren y se levantó, sacó un arma de fuego y atracó a la mayoría de los usuarios. Luego se bajó y no lo detuvieron”, recordó Dulce Muñoz, pasajera del vagón asaltado.
Becerra, que lleva el pulso de los delitos reportados por usuarios en la cuenta @Caracasmetro, ha observado algunos modus operandi: “Los robos suceden en la noche, días feriados o fines de semanas, en estaciones solitarias o vagones de la Línea 2, sobre todo. Pero los hurtos son en horas pico y estaciones muy concurridas, especialmente cuando hay mucha gente”.
Muñoz, a quien también le hurtaron el teléfono recientemente, está segura de que los delincuentes están organizados: “He visto muchachos que se montan en los vagones para armar escándalos, empiezan a empujarse entre sí y de esa manera, en medio del alboroto, hurtan a los usuarios”.
En la transferencia de las líneas 2 y 1, entre las estaciones El Silencio y Capitolio, cortan las cintas de las carteras para robarlas. “Yo solo escuché el raaas del bisturí y ya me habían quitado el bolso. No supe del paradero del ladrón ni de mis pertenencias”, dijo la pasajera Mirian Contreras.
En el blog de @Metrochoros un grupo que denuncia delitos y supuestos ladrones en el medio de transporte, insta a los cuerpos policiales a investigar sobre la procedencia de teléfonos celulares vendidos en el centro de la capital. Pero el comisario Robinson Navarro, director de la Policía de Caracas, asegura que no han podido determinar si son sustraídos del subterráneo: “Hay muchos casos, es difícil conocer la procedencia de los artículos. Nosotros no tenemos competencia en la seguridad del Metro”.
Luis Román, miembro de Familia Metro, considera que la rehabilitación de la Línea 2 es una vieja deuda.
“Solo se construyó el tramo que comunica Capuchinos con Zona Rental y se incorporaron viejos trenes que presentan fallas debido a que ya superaron su tiempo de vida útil. Hay que considerar que se comenzaron a traer problemas de otras rutas hacia la 2. Ahora, por ejemplo, hay más usuarios procedentes de Los Teques.
Otra cosa ha sido el aumento en el número de delitos contra el sistema, especialmente el hurto de cables”, puntualizó.
Cuando las operaciones cesan y casi todos duermen, los ladrones de cables entran furtivamente a los tramos de superficie del Metro de Caracas. Lo hicieron en mayo de 2003, cuando extrajeron 4.000 metros de cableado eléctrico, lo que inhabilitó por horas el sistema, y en marzo de 2012, cuando dejaron sin servicio a los pasajeros de la Línea 2 durante mediodía. Hace un año la compañía instaló cámaras de seguridad entre Mamera, Las Adjuntas y Zoológico, cuyas vías están descubiertas y rodeadas de caseríos. En febrero, un grupo de delincuentes intentó perpetrar otro hurto en las vías.
Pero el hurto de cables no es lo único que genera retrasos en el sistema. De acuerdo con un informe de Familia Metro solo 14 de 25 trenes están operativos. El resto no contaría con piezas para ser reparados, aunque Haiman el Troudi, ministro de Transporte Terrestre y presidente del Metro de Caracas, aseguró el 27 de septiembre del año pasado que fabrican más de 8.000 repuestos en el país. También declaró que funcionan 23 trenes en horas pico.
La llegada de los vagones en ese tramo es inexacta.
“Antes sabíamos que se esperaban 10 minutos y llegaría el próximo vagón para abordarlo, pero ahora es una sorpresa. En Las Adjuntas nunca se sabe en qué sitio se parará el tren, la gente debe correr de un andén a otro, porque ya ni sirve la señalización. Muchas veces llega un tren y el operador informa que no prestará servicio.
Así se va acumulando gente hasta llegar a la violencia”, dijo Noelia Rincón, pasajera de esa ruta.
En un informe interno del Metro se lee que en ese tramo ocurrieron más de 3.400 fallas en sistemas operativos entre enero y abril de este año. Eso es un promedio de 28 al día, un poco más de una por hora. En esa cifra no se incluye la avería eléctrica reportada el 6 de junio por usuarios del tramo Las Adjuntas-Capuchinos.
Celia Herrera, presidente de la Sociedad de Transporte de Ingeniería y Vialidad, considera que el deterioro del servicio ha condicionado el comportamiento de los pasajeros: “Esto podría relacionarse con lo conductual.
Dependiendo de la calidad del servicio que recibes, se obtiene un comportamiento similar. El Metro de Caracas fue uno de los mejores del mundo, la gente entraba a sus instalaciones y todos se respetaban. Había sentido de pertenencia, pero ahora no”.
La débil artillería:
Un operador de la estación Carapita, en la Línea 2, aconseja a los pasajeros cuidarse por sí solos: “Lo regular es que si un usuario es víctima de robo acuda a la caseta del operador o se ponga en contacto con policías, pero nosotros estamos tan desprotegidos como ellos. No es muy común que los policías estén o lleguen a tiempo y los malandros son muy rápidos y astutos. Así que lo mejor es cuidarse por sí solos, no mostrar los teléfonos y estar vigilantes”.
Marina de Roja, pasajera de la Línea 2, se cansó de tocar el botón de alarma en noviembre del año pasado para que bajara un operador o policía al vagón en el que viajaba y detuviera a un par de ladrones. “Nadie acudió a tiempo. Los malandros se fueron caminando por las escaleras y solo después de 10 minutos se acercó un operador para decirnos que los habían visto irse”, recordó.
Pero El Troudi asegura que los delitos en el Metro de Caracas disminuyeron este semestre con relación al anterior. Expone como logros de la seguridad en el sistema que el Ministerio Público haya dictado 226 acusaciones por infringir las normas en el medio de transporte entre enero y junio y que en julio haya habido 42 detenciones. En una nota de prensa de la compañía, divulgada el 16 de julio, se indica que han capturado a miembros de grupos dedicados al robo y hurto en el subterráneo: Las Petareñas (Plaza Venezuela-Palo Verde), Las Niñas (Colegio de Ingenieros-Palo Verde), Los Malolientes (Capitolio-Chacao), Los Pata ’e Rata (El Silencio-Capitolio), Los Arrugados (El Silencio- Capitolio) y Los Podridos (El Silencio-Capitolio).
Sin embargo, fue el 21 de julio cuando el Ejecutivo decidió reforzar las medidas de seguridad. Ese día incorporaron militares al tramo Ciudad Universitaria-La Rinconada y la estación Plaza Venezuela para contribuir con los 360 funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y de la Guardia Patrimonial, encargados de la seguridad en el medio de transporte. También empezaron a colocar 2.300 cámaras que serán monitoreadas en el Centro de Control de Operaciones, según el ministro Rodríguez Torres.
Pero en la cuenta de Twitter @Caracasmetro se siguieron sumando quejas por robos en las estaciones no supervisadas días después de la incorporación de miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Transporte militarizado:
El Metro de Caracas ha sido militarizado en 2 ocasiones en los últimos 12 años para supuestamente aumentar la seguridad. En diciembre de 2002 se incorporaron al subterráneo integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana con el fin de evitar “sabotajes”, como consecuencia del paro petrolero, ordenó el presidente Hugo Chávez.
“Temían la paralización del servicio y, consecuentemente, un estallido. Después de incorporar a los militares al sistema de transporte, empezaron a despedir a gerentes y empleados no afectos al gobierno”, dijo Luis Manuel Aguana, ex gerente corporativo de Tecnología del Metro de Caracas.
La segunda incorporación de militares ocurrió en julio, o luego de seis meses de protestas en el país contra el presidente Nicolás Maduro, para ofrecer mayor seguridad en el medio de transporte, según Haiman el Troudi, ministro de Transporte Terrestre y presidente del Metro de Caracas. “Esto lo hacemos para seguir reforzando las medidas de blindaje que son trastocadas por situaciones delictivas como hurto o robo, pero también por amenazas de factores externos que buscan alterar el normal desenvolvimiento del Metro de Caracas”, dijo al anunciar en rueda de prensa el plan de seguridad.
Por: Maolis Castro
macastro@el-nacional.com
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El Nacional
domingo 03 de agosto, 2014
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