¿Se esfumará como lo hizo el
tan cacareado Banco del Sur.?
■ El anuncio de los jefes de Estado de China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica —los países del llamado grupo BRICS— de que crearán sus propias instituciones financieras internacionales fue recibido con una mezcla de escepticismo y desdén en Washington D.C. Pero hay motivos para creer que los BRICS están haciendo lo correcto.
En la cumbre celebrada días atrás en Fortaleza, Brasil, los líderes de las mayores potencias emergentes del mundo —un grupo que incluye dictaduras y democracias que difieren en muchos aspectos— anunciaron la creación de un banco de desarrollo y un fondo de reservas con $100,000 millones de capital cada uno, que serán usados como alternativas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS tendrá su sede en Shanghai, China. El presidente chino Xi Jinping y sus colegas dijeron que los BRICS no pretenden reemplazar al Banco Mundial ni al FMI, que tienen su sede en Washington. Pero el mandatario chino dejó claro que la idea será “mejorar el sistema de gobierno del mundo” y “ampliar” la representación de los países emergentes en las decisiones internacionales más importantes.
De hecho, tienen razón: pese a lo mucho que se ha hablado sobre la necesidad de ampliar los derechos de voto de los países emergentes en el Banco Mundial y el FMI, esas instituciones no han cambiado mucho desde que fueron creadas en Bretton Woods en 1944. Pero el mundo ha cambiado, y hoy en día Estados Unidos y Europa tienen una mayor representación en ambas instituciones que lo que representan en la economía mundial.
Además de sentirse frustrados por su escasa representación en el Banco Mundial y el FMI, los BRICS argumentan que su Nuevo Banco de Desarrollo será más adecuado para ayudar a los países en desarrollo.
Brasil e India, por ejemplo, necesitan desesperadamente mejorar su infraestructura, un área en la que China tiene gran experiencia (aunque sería deseable que los expertos chinos no recomienden a sus colegas de los BRICS que erradiquen a pobladores a punta de pistola para construir caminos y puentes, como se ha hecho muchas veces en China.)
Y también alegan que el Banco Mundial se ha visto limitado por sus reglas ambientales para otorgar préstamos destinados a la infraestructura en los países emergentes. El nuevo banco de los BRICS tendrá más flexibilidad, sin por ello destruir el medioambiente, dicen.
Sin embargo, la gran incógnita es si las nuevas instituciones financieras de los BRICS se materializarán. Hay varios motivos para ponerlo en duda.
En primer lugar, los BRICS están creando esas entidades bancarias en un momento en que sus economías están en baja. China crecerá este año un 7.5%, mientras India ha desacelerado su crecimiento al 5.4% anual, y se calcula que Rusia y Brasil crecerán apenas un 1% este año. Todos estos países están creciendo a tasas mucho menores que en la década pasada.
En segundo lugar, no será fácil resolver las diferencias internas entre los BRICS. Pese a sus cálidos abrazos en la cumbre de Fortaleza, los líderes de China y Brasil están en medio de una seria disputa comercial. China se queja del creciente proteccionismo de Brasil, el gigante sudamericano se queja de que el país asiático le compra solamente materias primas mientras invade su mercado con productos manufacturados.
Además, los diplomáticos de los países BRICS admiten en privado de que no será fácil lograr que estos nuevos bancos sean manejados equitativamente por todos sus miembros. China tiene una economía más grande que la de todos los otros BRICS juntos, y los chinos no tienen la costumbre de poner dinero en proyectos en los que ellos no tengan la sartén por el mango, dicen.
En tercer lugar, la historia reciente de esfuerzos similares —aunque más pequeños— para crear bancos de desarrollo alternativos para países emergentes no ha sido muy esperanzadora.
En el 2009, Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay anunciaron con bombos y platillos la creación del llamado Banco del Sur. Según el anuncio, el Banco del Sur tendría un capital inicial de $20,000 millones para reemplazar al Banco Mundial y al FMI. Sin embargo, el Banco del Sur nunca se materializó.
Mi opinión: la idea de crear nuevas instituciones financieras para hacer préstamos adicionales a los del Banco Mundial y el FMI es buena. Cuanto más dinero para los países emergentes, mejor.
Y si el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shanghai, logra que China se convierta en un mejor ciudadano del mundo, y contribuya más en ayuda económica a los países en desarrollo, tanto mejor. Pero la gran duda es si estas nuevas entidades financieras de los BRICS lograrán ponerse en marcha, o si se esfumarán como lo hizo el tan alardeado Banco del Sur.
*Andrés Oppenheimer. Periodista argentino que reside en Estados Unidos. Es el editor para América Latina y columnista de The Miami Herald; analista político de CNN en Español y conductor del programa de televisión Oppenheimer Presenta.
Por: Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@MiamiHerald.com
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sabado, 19 de julio, 2014
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