A Pablo Iglesias no le interesa que se
airee más su relación con el chavismo
■ En muchas ocasiones los malos tiempos sirven de abono a planteamientos radicales que prenden en sociedades frustradas. Sólo así se explica la creciente popularidad en España de Podemos, un partido más extremista que Izquierda Unida, conformación ésta de antiguos militantes del Partido Comunista.
En las recientes elecciones europeas Podemos obtenía cinco escaños y su líder, Pablo Iglesias, se ha convertido en un habitual de las tertulias políticas de la televisión, donde maneja la dialéctica con habilidad en un ambiente en el que los dos grandes partidos, PP y PSOE, sufren una crisis de imagen por los escándalos de corrupción que los han plagado en plena crisis económica.
Sin duda, los españoles están atravesando un periodo muy difícil por un alto índice de desempleo que afecta, sobre todo, a los jóvenes que aspiran a insertarse en la vida laboral, y a millones de familias cuyo poder adquisitivo ha disminuido drásticamente. De hecho la UNICEF acaba de publicar un informe en el que España aparece como el segundo país de la Unión Europea, sólo superado por Grecia, en el que el Estado es incapaz de proteger debidamente a los niños que están viviendo una situación precaria.
Así, con el descontento manifiesto en las calles, un discurso como el de Pablo Iglesias, que promete la redistribución de la riqueza, vivienda subsidiada y empleo para todos, puede resultarles atractivo a quienes se sienten defraudados con la clase política tradicional. No obstante, es conveniente seguir muy de cerca este fenómeno político relacionado al movimiento de los Indignados porque su demagogia encierra más riesgos que soluciones.
De todos es conocido el vínculo de Podemos al gobierno chavista de Venezuela. Su principal ideólogo, el profesor de la Universidad Complutense Juan Carlos Monedero, ha pasado largas temporadas en Caracas y el propio Iglesias no oculta su admiración por el proyecto del socialismo del siglo XXI que lanzó el desaparecido Hugo Chávez con la misión de propagarlo por el mundo.
Todo indica que la relación de las figuras principales de Podemos con el gobierno de Caracas va más allá de la empatía ideológica. El diario El País ha publicado un detallado reportaje sobre la estrecha colaboración de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), en cuya dirección ejecutiva ha figurado el dirigente de Podemos, con el gobierno chavista. Según datos que han salido a relucir en el reportaje mencionado, desde el 2002 dicha fundación percibió unos 3.7 millones de euros que le pagó el chavismo por asesoramiento político, entre otras cosas, que incluían consulting a la televisión oficial. Pablo Iglesias, en concreto, trabajó para el CEPS desde Venezuela entre el 2006 y el 2007. El lema de esta entidad sin ánimo del lucro es el de promover “la redistribución de la riqueza’’.
Sin ir más lejos, hace unos días, con motivo de una charla del líder de Podemos en el exclusivo hotel Ritz de Madrid, Alberto Casillas Asenjo, un camarero que se dio a conocer en el 2012 por albergar en el bar que administra a unos jóvenes manifestantes que buscaban refugio contra la carga de la policía antidisturbios, irrumpió en el acto y sorprendió a todos con su reclamo. Resulta ser que Casillas vivió veinte años en Venezuela y allí todavía viven su esposa y su hija. Ante las miradas de estupor de los presentes y del propio Iglesias, este hombre de la clase trabajadora cuyos intereses supuestamente defiende Podemos, increpó a Iglesias: “Mi esposa no puede comprar papel higiénico ni comida. ¿Ha asesorado al gobierno de Venezuela en eso?’’ Y fue más lejos, al preguntarle al político si también es responsable de la represión policial que sufre su hija universitaria cuando sale a protestar contra el gobierno de Maduro. Iglesias se defendió tímidamente y mal, restándole importancia a aquella intervención espontánea. Sin perder tiempo, cambió de tercio ante el público. A Pablo Iglesias y la cúpula de Podemos no les interesa que se airee más su relación con el chavismo y ya no mencionan abiertamente sus lazos con el régimen de Caracas.
En España la gente lo está pasando mal y desea que haya soluciones para salir de un bache económico y social que se prolonga. Pero la mayoría no cree que el arreglo de la situación pasa por un experimento fallido como el que hoy en día padecen los venezolanos. El señor Casillas se encargó de mostrar públicamente que en realidad el Emperador se pasea desnudo. Detrás de los ropajes de Podemos se oculta la peligrosa palabrería del chavismo.
Por: Gina Montaner
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Miami, viernes 04 de julio, 2014