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ELIZABETH ARAUJO: El sapo está de vuelta



Risa de Sapo humorstico

Los “patriotas colaborantes


 

Los llaman soplones o sapos, y constituyen la escala más baja de los gobiernos que proceden a la sombra.

En la Venezuela de Maduro, al ministro del Interior se le ocurrió la brillante idea de crear los “patriotas colaborantes”, pagados desde luego con dinero de los venezolanos, por los servicios prestados.

No se cansa una de leer el Diario de Ana Frank y, aparte de sufrir el drama de los ocho miembros de esa familia judía alemana, que vivió oculta por 25 meses en el sótano de un edificio en Ámsterdam, Holanda, durante la II Guerra Mundial, queda siempre el enigma de las motivaciones del hombre que los delató e hizo los enviaran al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde todos, menos el padre, murieran.

Ana sucumbió de tifus en marzo de 1945, tres días antes de que el campo fuera liberado por tropas americanas. Más que un símbolo del Holocausto, el Diario de Ana Frank muestra a una brillante escritora de 15 años. Al cerrar el libro, pensamos de inmediato en el miserable delator, Karl Silberbauer, sargento de las SS que capturó a la familia oculta en el 263 de Prinsengracht.

El asunto me viene ahora a la mente ­con el debido respeto a la distancia histórica­ porque el abogado Aníbal Ruiz acaba de denunciar que su colega Marcelo Crovato, del Foro Penal Venezolano, fue apresado por el Cicpc que allanó su residencia, a partir de un acto de delación ofrecido por un “patriota colaborante”.

Vayamos por partes. Todo régimen autoritario puede restregar el piso con la Constitución, porque parte del principio de que “la verdad” está de su lado. Son los otros quienes se equivocan y deben pagar por sus errores. De modo que instituciones como la Fiscalía o el Tribunal Supremo no tienen problemas para invalidar los argumentos de quien está sentado en el banquillo.

Seguidamente, el juez de la causa no hará esfuerzo alguno en hallarlo culpable. Pero, para que este juicio adquiera valor, se necesita lo que se denomina inteligencia policial, el agente infiltrado, que procesa la información que sirva para involucrar al culpable.

Los llaman soplones o sapos, y constituyen la escala más baja de los gobiernos que proceden a la sombra, como ocurre en Cuba con los comité de defensa de la revolución, que en los años 60 delataban al vecino, quien terminaba siendo encarcelado por “contrarrevolucionario”.

En la Venezuela de Maduro, al ministro del Interior se le ocurrió la brillante idea de crear los “patriotas colaborantes”, pagados desde luego con dinero de los venezolanos, por los servicios prestados.

Precisamente, fue uno de estos émulos del sargento Silberbauer quien afirma haberse infiltrado en una reunión donde asistió el abogado Crovato. No hay manera de confirmar la veracidad de su acusación pero dice haber escuchado a Crovato continuar con las barricadas en Chacao. El abogado Aníbal Ruiz califica el hecho como una flagrante violación de los derechos humanos, ya que su defendido está siendo acusado por una supuesta grabación que habría hecho el “patriota colaborante”. Importa poco si es verdad o no.

Los “patriotas colaborantes” hacen su trabajo en las ONG, partidos de oposición o consejos comunales. Lo que digan servirá para procesar a quien desde hace tiempo fue marcado con una “X” para perseguirlo, detenerlo, acusarlo y enviarlo a la cárcel. A la manera de los nazis o los castristas. Como el sargento Silberbauer en tiempos modernos.

*Elizabeth Araujo, Periodista. Profesora de Investigación en la Universidad Católica Andrés Bello

Por: ELIZABETH ARAUJO
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Diario Tal Cual
miércoles, 7 de mayo, 2014

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