“La protesta es la mejor
aliada del diálogo..“
■ No somos muchos los venezolanos que pondríamos nuestras manos sobre el fuego por quienes están sentados en la mesa del diálogo político en Venezuela.
Lamentablemente los vemos con desconfianza y suponemos que entre ellos también se ven igual, (por eso los mediadores) pero la realidad es que todos nos necesitamos. Tanto ellos necesitan de nosotros, como nosotros de ellos. Esa es la verdad verdadera. Lo otro es arrogancia o autosuficiencia nuestra. Aceptamos el diálogo como una necesidad, no nos hablábamos; nos gritábamos y nos ofendíamos. Todavía lo hacemos, pero los que están en la mesa de diálogo ya encontraron entenderse en el discurso político, en los temas que interesan para retomar el rumbo democrático, sólo les falta la difícil tarea de volver abrir los canales institucionales, especialmente para garantizar la ecuanimidad y el equilibrio de los poderes electoral y judicial, y restituir la garantía y libertad comunicacional, así como la libertad política y económica. Debemos reconocer el diálogo y brindarle nuestra confianza a los que dialogan, aún sabiendo que estamos entre fuego.
Igualmente debemos entender que la protesta es la mejor aliada del diálogo, sin ella no estaríamos sentados alrededor de la mesa. Reprimirla, censurarla, criminalizarla o simplemente prohibirla, es contribuir con el estallido social radical y sin control. Si estamos entre fuego, cuál es la idea de atizarlo más. Sabemos que existe una presión permanente para derrotar al diálogo. Tanto de allá como de acá hay intereses, algunos ocultos, otros por mampuesto y otros visiblemente identificados. Estando sentados los invitados y los anfitriones del diálogo en “Miraflores”, la propia Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en el interés radical de interpretar el artículo 68 de la Constitucional Nacional, lo modifica ( no lo interpreta) asumiendo atribuciones contra la propia ley y deja a los ciudadanos sin derecho a la protesta espontánea. Inmediatamente surgió lo esperado: la protesta en la calle, dejando ver que ella era más legal que la modificación hecha al ordenamiento jurídico. No podemos ser más papistas que el papa, ni pensar que uno puede aniquilar al otro. El diálogo es para lograr compartir intereses, para encontrar soluciones conjuntas, para hacernos entender lo que no podemos compartir y, o para evitar que un tercero se haga dueño de lo que les pertenece o representan quienes dialogan.
El diálogo del sector empresarial con el gobierno, está igualmente lleno de desconfianza. Arriman su cuenta en la batea, pero con las manos puestas sobre las fichas. El gobierno necesita de la inversión y los empresarios necesitan invertir, pero no hay confianza entre ellos porque las reglas del juego no están todavía totalmente claras. La verdad es que la política económica del gobierno es una tizana mal hecha, no sólo porque tiene ingredientes que no le corresponden, sino que muchos tienen las manos metidas allí, y lo más grave es que factores externos tienen tanto o más poder que los nuestros. Allí el gobierno tiene que hacer un esfuerzo mayor, a pesar de que ya hay el acuerdo de fortalecer la producción nacional para sustituir las importaciones. Es un buen comienzo, es urgente comenzar a producir, pero se hace necesaria una mayor libertad económica, una disposición anímica del gobierno de considerar al empresario, al productor, como su aliado y no como el enemigo a vencer.
Entendemos que hay necesidad de diálogo para todo, porque llevamos mucho tiempo escuchando una sola voz, pero pareciera que ahora hay otra voz detrás de la voz. Si eso es así, los disparos por mampuesto, por detrás, destruirán la mesa del diálogo. Y los que apostamos a ofrecerle confianza al otro, no vamos a tener resultados como lo exige el país, pero podemos advertir seria y responsablemente que lo que se deseche en la mesa de diálogo, encontrará eco en la calle y avivará el fuego de la insurrección. En la mesa de diálogo le dijeron No a la ley de amnistía política y ya tomó la calle. Vendrán otras y otras manifestaciones, porque la calle no calla y menos cuando intereses oscuros vinculados al comunismo internacional, atizan el fuego, avivan las llamas y preparan emboscadas como la resolución 058 del Ministerio de Educación. El gobierno tiene la palabra. Nosotros tenemos la calle. Estamos en un diálogo entre fuego, no avivemos las llamas porque el fuego no va a permitir vernos y menos continuar dialogando. .
Por: Lenín Valero
(Periodista)
Politica | Opinión
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, miércoles 26 de marzo, 2014
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