La seguridad relativa y la posibilidad de
negocios atrae a disidentes del chavismo
■ En febrero hubo tantas peticiones de refugio político como en todo 2013
Un recorrido por el centro comercial Multiplaza en el oeste de San José indica que alguien nuevo ha llegado a Costa Rica. El acento venezolano brota en la mesa de los restaurantes o en los probadores de las tiendas de esta mole instalada en el cantón adinerado de Escazú, al que la nueva comunidad de inmigrantes le llama con algo de humor: “Escazuela”.
Son casi 20.000 venezolanos, según los líderes de la colonia, compuesta en su mayoría por disidentes del chavismo. La cifra de residentes reportada por la Dirección de Extranjería costarricense lo deja en 5.000 y el consulado de Venezuela, menos, pero ningún registro niega que los venezolanos son ahora más que hace 10 años. Y la realidad tampoco: hay negocios pequeños o grandes inversiones, sobre todo inmobiliarias. Hay una comunidad que presiona al gobierno costarricense, que ha evitado tomar posición más allá de llamar al diálogo y abogar por la no violencia. Hay un equipo de softbol en la liga costarricense que se llama “Pitiyankees”.
“Chávez nos llamó así a los que nos oponemos a él y salimos a buscar dónde vivir. En señal de protesta nos apropiamos del término en el 2008”, cuenta César Vargas, encargado del cuadro de softbol compuesto casi todo por venezolanos que llegaron a Costa Rica después de las políticas socialistas aplicada por el presidente Hugo Chávez, que tomó el poder en 1999. Entonces los residentes venezolanos eran menos de 450 en este país, pero ahora están multiplicados por diez, según los conservadores registros oficiales, con un repunte en este febrero y marzo por el recalentamiento político en Venezuela, de acuerdo con dirigentes de la comunidad.
Están llegando solos o con la familia ahora que las cosas en Venezuela llegaron al extremo de los extremos
E. Velasco, emigrante venezolano
“Ha sido evidente. Están llegando solos o con la familia ahora que las cosas en Venezuela llegaron al extremo de los extremos, pesar de que las condiciones son más difíciles para poder salir y para poder instalarse aquí”, dijo a EL PAÍS Eduardo Velasco uno de los dirigentes de la colonia. Predominan profesionales de clase media o media-alta, con dinero para invertir en negocios o al menos para manejarse en un país donde el costo de la vida espanta a los migrantes sin dinero.
Los líderes de la colonia sostienen que hay más venezolanos en Panamá, con más de 30.000. La cercanía, la facilidad de vuelos y el dinámico sector financiero son imanes para los emigrantes venezolanos, pero resaltan que Costa Rica tiene semejantes posibilidades de invertir en negocios y con niveles de calidad de vida que ellos resumen fácil: “chévere con pura vida”, en referencia a las expresiones positivas de venezolanos y costarricenses. Muchos aquí han estado ya en Miami, mayor destino de emigrantes venezolanos, o en España. O tienen familiares allí. O van y vienen a menudo.
“En el 2003 salí de Venezuela porque vi la que se venía y yo tengo nacionalidad española. Me establecí en Barcelona y pasé bien, pero se vino la crisis en España y decidí buscar otro destino. Unos amigos me dijeron que acá se podía vivir bien y aquí estoy muy contento”, cuenta Ricardo Mas, que trabaja en una empresa de transportes y como pasatiempo hace de cátcher de los Pitiyankees.
Las complicaciones para salir de Venezuela han aumentado. El vuelo diario regular de Caracas a San José está por suspenderse, dijo el dirigente Víctor Quintero. Eso encarece los billetes y se suma a las restricciones en el disponible de dinero en efectivo para sacar de Venezuela. A Costa Rica pueden entrar sin necesidad de visa y permanecer 30 días. Algunos agotan el período, salen del país y vuelven a entrar. Otros piden residencia y otros, refugio político.
Las solicitudes de refugio también aumentaron en los últimos dos meses. En el mes de febrero 20 peticiones de venezolanos, una cantidad idéntica a la registrada en todo el año 2013. Es la segunda nacionalidad en solicitar esta categoría migratoria, después de los colombianos, que llegan a Costa Rica sobre todo por razones de seguridad civil. “En los últimos años recibimos solicitudes mayoritariamente de colombianos y cubanos, pero hechos como los de Venezuela pueden cambiar las cosas”, contestó Kathya Rodríguez, directora de Migración y Extranjería.
Costa Rica ha evitado tomar posición sobre Venezuela, más allá de llamar al diálogo y abogar por la no violencia
Las posibilidades de aprobación de refugio rondan el 10%. Esa es la tasa de aceptación vigente en los últimos años en este país reconocido por su tradición de refugio. Es el más abierto a otorgarlos en América Latina, según Rodríguez. Aquí viven en calidad de refugiados militares opositores a Chávez, algunos de los que participaron en el intento de golpe de estado de 2002. Son parte de los vecinos de ‘Escazuela’, aunque no de los electores registrados ante el Consulado, mayoritariamente opositores; en los comicios de octubre del 2012 Chávez obtuvo aquí solo 35 votos, frente a 1.078 de Henrique Capriles.
La posibilidad de otorgar el refugio no depende en principio de la posición del gobierno. “Se analiza cada caso individual, independientemente de si Costa Rica apoya una posición política determinada”, explica la Directora de Migración. Costa Rica no apoya a nadie de manera explícita en Venezuela. O sí, apoya a ambas partes. Deplora la violencia sin mencionar su origen, aboga por el diálogo y subraya su respeto por los asuntos internos de terceros países.
“Claro que queremos más firmeza de un país como Rica, pero entendemos que hay asuntos de conveniencia y que doña Laura Chinchilla se va en mayo. Al menos sí sentimos en Luis Guillermo Solís (nuevo presidente electo) que está verdaderamente preocupado y podría tomar una posición más proactiva, aunque pareciera increíble por ser de un partido más de izquierda (Partido Acción Ciudadana, PAC, socialdemócrata)”, opinó Quintero, quien lideró un encuentro de la comunidad venezolana con el expresidentes Óscar Arias, quien a mitad de febrero criticó con dureza al gobierno de Maduro.
Tampoco dependen mucho de las declaraciones políticas. La comunidad tiene un grupo en Facebook donde hace convocatoria, busca negocios y ofrecen cambiar ‘lechugas’ (dólares). Coinciden en centros de recreo en Escazú, en las calles de sus proyectos inmobiliarios o en reuniones de negocios. A veces se juntan también para animar a los Pitiyankees, orgullosamente opositores.
Por: Álvaro Murillo
Corresponsal en San José
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Costa Rica, Domingo 13 de abril, 2014
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