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Thursday, November 21, 2024
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GINA MONTANER: Venezuela y los relojes blandos



Una manifestante participan en una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro, en el sector Chuao, en Caracas. EFE
Una manifestante participan en una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro, en el sector Chuao, en Caracas. EFE

El esclerotizado
régimen castrista

 

Han transcurrido algo más de cuatro semanas desde que estallaran las protestas en Venezuela y hace un mes, el 18 de febrero para ser exactos, encarcelaron al opositor Leopoldo López en la prisión militar Ramo Verde.

Para los manifestantes que arriesgan sus vidas en las calles, el tiempo pasa con la rapidez con que la adrenalina recorre el cuerpo en los momentos de peligro. Pero cada vez son más quienes desde las filas de la oposición temen quedar atrapados en un ‘impasse’. Revueltas que pueden eternizarse en escaramuzas sin resultados reales. Tal vez por eso María Corina Machado, integrante del sector más enérgico de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), el domingo en una protesta multitudinaria denunciaba la “injerencia” de Cuba, asegurando que los venezolanos no están dispuestos a padecer 50 años de penurias como los cubanos.

A estas alturas, y tras unas elecciones turbias que le dieron el triunfo al presidente Nicolás Maduro contra el opositor Henrique Capriles, la MUD y los estudiantes universitarios que encabezan las marchas luchan para hacerse oír antes de que el déficit de atención del que sufre la aldea global los condene al olvido. No es casualidad que su lema sea SOS Venezuela. Son conscientes de que su llamado a la comunidad internacional tiene las mismas probabilidades de surtir efecto que la botella que lanza al mar un náufrago. La presencia en su país de ‘técnicos’ enviados por el Gobierno castrista es la triste prueba de que todos pueden olvidar a un pueblo subyugado durante más de medio siglo.

Maduro sabe que el tiempo está de su parte, mientras los estudiantes debaten qué acciones tomar frente a las fuerzas paramilitares. También sabe que en el seno de la oposición hay disensión en cuanto a la estrategia a seguir a medida que aumenta el número de víctimas mortales, heridos y torturados.

Precisamente, el mismo día en que Leopoldo López respondió por escrito desde la cárcel un cuestionario del diario ‘El Universal’, su compañero (pero acaso rival) Henrique Capriles volvió a tenderle al Gobierno un ramo de olivo en una entrevista en la cadena Televen. Desde su celda, el primero insistió en la importancia de las protestas y reiteró que no se arrepiente de haberlas alentado, porque sólo el clamor popular puede acabar con el despropósito chavista. El segundo, en cambio, dijo estar dispuesto a aceptar la invitación de Maduro a dialogar para acabar con la tensión social. Sin embargo, López dice que no cree en una negociación escenificada. Tal pareciera que los dos se respondían mutuamente con mensajes opuestos. El mayor beneficiario de este desencuentro es Nicolás Maduro. Al fin y al cabo, los chavistas respiran tranquilos al ver cómo el ominoso avance ruso barre el recuerdo de las protestas que parecieron triunfar en Kiev hace apenas un mes.

A modo de conjuro, María Corina Machado proclama que 15 años no se pueden convertir en 50 años de soledad. Sin saber cuándo será liberado, Leopoldo López afirma que el sacrificio no es en vano. Por su parte, Capriles se presta a un debate con el presidente que dé pie al diálogo. Entretanto, Maduro ya anunció la puesta en marcha de tarjetas de racionamiento para adquirir los alimentos que escasean y las zonas más rebeldes del Chacao y Altamira en Caracas han sido completamente militarizadas. Un eco de la primera etapa del esclerotizado régimen castrista. El tiempo avanza implacable con la lentitud de los relojes blandos.

Por: Gina Montaner
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martes 18 de marzo, 2014