Dialogar es escucharnos..
■ El diálogo no es un acuerdo, ni un pacto, sino la disposición para un entendimiento.
El país necesita entenderse, hay razones de parte y parte. Es verdad que tenemos heridas, pero también es verdad que es necesario sanarlas. Razones hay muchas para encontrarnos de nuevo y también hay razones para no doblegar nuestros principios. El diálogo no es fácil, pero: ¡okey!, vamos a hablar. Esta es una tarea no sólo de los líderes nacionales, sino también de todos nosotros. Lo más seguro es que vamos a encontrar obstáculos, tanto dentro de los nuestros, como fuera de nosotros, pero cuando todos logremos hablar como hermanos, como compatriotas, como compañeros o como dignos unos de los otros, a pesar de las diferencias, le vamos a sonreír a la vida y nuestra madre patria se sentirá feliz.
Debemos entender que el primer enemigo del diálogo es el delito. Él nos tiene contra la pared y logró penetrar todos los estamentos de nuestra sociedad. Nosotros para enfrentarlo debemos entender que el Estado somos todos, pero al mismo tiempo hacerle ver al Estado que no puede ser cómplice del delito, ni puede actuar como protector de quien actúa para destruirnos. El diálogo nos permitirá entender muchas realidades, muchas injusticias, pero igualmente nos permitirá encontrar fórmulas para protegernos, para aplicar un plan nacional de seguridad para las personas y sus bienes. Muchos dirán: “eso es asunto del gobierno”, es verdad, pero también es asunto nuestro, porque nosotros somos los que estamos poniendo los muertos. Si las instituciones públicas y privadas del país, llámense como se llamen, logran dialogar con los organismos policiales, militares y todos los que tienen que ver con la seguridad del Estado, por ejemplo, sobre el poner en acción el plan de desarme y la modificación del Código Orgánico Procesal Penal, entonces estaríamos logrando el primer triunfo.
Gobierno y oposición están en eso, están hablando. Debemos apoyarlos, debemos meterle la mano. Es verdad que hay intereses políticos, pero también es verdad que los vecinos tenemos igualmente intereses allí. El gobierno no tiene la mayoría parlamentaria para designar a los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que hace rato tienen su tiempo vencido. El gobierno tiene en la Asamblea Nacional 99 votos y requiere 110 no sólo para designar a los magistrados, sino también para designar a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE), al Procurador General de la República y para finales de este mismo año al nuevo Fiscal General de la República. El diálogo es una necesidad para el país, no una concesión para nadie. El que crea que no tiene necesidad de ello, pues estaría pensando en el peor de los delitos políticos: una dictadura.
Pienso que debemos darle un voto de confianza al Presidente Maduro y a la oposición venezolana. Maduro necesita convencer a los suyos de la necesidad de un diálogo, y la oposición igualmente requiere sincerar el interés político. Si algún partido no quiere el diálogo o si una personalidad del gobierno o de la oposición, tampoco quiere diálogo, no le vayamos a decir como Vicente Emparan en los tiempos de la Independencia: “Yo tampoco quiero mando”. No podemos decir como Emparan, porque quien precisamente pide diálogo es el pueblo, mientras que sólo dos o tres se oponen o una organización se niega. El diálogo es el camino para la paz, es el clamor nacional no sólo para entendernos de cómo enfrentar al delito, sino de cómo entendernos para la libertad de los presos políticos, del regreso de los exiliados, para volver a producir, a trabajar, a estudiar y a servirle con orgullo y honestidad a nuestro país. Ese es el deseo de un pueblo que se cansó de darse la espalda. ¡Hablemos!.
Por: Lenín Valero
(Periodista)
Politica | Opinión
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, jueves 09 de enero del 2014
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