“A los buenos luchadores cada
batalla les enseña algo..”
■ En una novela del escritor alemán, Erich Paúl Remark, convertida en una vieja e inolvidable película del cine norteamericano. En ella, el escritor utilizando el seudónimo de Erich María Remarque, cuenta los horrores de la primera guerra mundial, pero a pesar del sufrimiento y de la muerte de los jóvenes que batallaban, el ejercito informaba: “sin novedad en el frente”. Si hubo novedad en aquella oportunidad.
Y en Venezuela también la hubo este domingo 8 de diciembre. No fue una batalla con violencia, sino contra la violencia. La oposición avanzó, conquistó y tomó las puertas de entrada de las principales capitales de los estados del país; entretanto, el partido de gobierno, el PSUV, en la mayoría de esas capitales no apoyó, rechazó, se abstuvo o votó en contra de los candidatos que le impuso la cúpula de su organización. Hubo una insurrección contra el cogollo, pero al mismo tiempo luchó con pasión y logró triunfos donde los candidatos salieron del seno del partido. El PSUV y la oposición coincidieron en luchar por más democracia. Esa es la novedad.
La violencia que utilizó el gobierno para ofrecer como sacrificio, remates y precios bajos de mercancías en manos del sector privado, para hacerle ver a las clases populares y a la clase media que tenía la oportunidad de presentarle ofertas en productos atractivos para ellos como los llamados de “línea blanca”, televisores, equipos de sonido y muchos otros artefactos eléctricos, así como la idea de designar candidatos a alcaldes a figuras de la farándula, militares de renombre o funcionarios de confianza de la cúpula del gobierno, no tuvieron el efecto esperado por el oficialismo en las ciudades donde están instalados los grandes conglomerados de clase media y los modernos almacenes por departamento. Es bien sabido que en los municipios pequeños, las ofertas obligadas de rebaja no llegaron y no fueron aprovechadas por los habitantes de esas pequeñas poblaciones del país y sin embargo allí ganó el PSUV. Podrán decir que no hubo novedad en el frente, que todo fue perfecto, que la estrategia fue perfecta. Será necesario esperar unos días, porque todavía no sabemos el daño que pudo haber causado tanto lo primero como lo segundo. Ese populismo no es revolucionario, se le ve mal a los demócratas y poco serio para un hombre de estado.
A los luchadores cada batalla les enseña algo. La del domingo enseñó demasiado. Los partidos políticos de oposición y grupos de electores, agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), están conscientes de que son y seguirán siendo partidos políticos, porque la MUD no es un partido político como lo anunció el domingo la Presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE). La MUD es un grupo de electores, es una coalición de partidos, es una agrupación con una tarjeta única, donde los partidos pueden sumar sus fuerzas, pero para realmente hacerlo es necesaria una reingeniería de la propia estructura de la MUD, al igual que una reorganización de los cuadros políticos de los partidos, sus estrategias y la modernización del aparato comunicacional. Esa es la novedad. Lo primero, requiere de lo segundo, pero tanto uno como otro, deben regresar a la misma mesa, al mismo camino, pero dispuestos a librar la batalla tierra adentro, donde no pudieron lograrlo ahora, ni lo han logrado en los últimos años. Para ello es necesario organización, mensaje político, disposición personal, sacrificios y sobre todo convicción política. Los nuevos líderes que tomaron las puertas de los estados, deben mirar tierra adentro y no sentarse en el portón porque la nueva batalla será para conquistar los espacios perdidos. Los partidos de oposición no sólo tienen que lavarse la cara, sino darse una ducha completa. Hay tiempo, incluso, hasta para cantar victoria.
Por: Lenín Valero
(Periodista)
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, miercoles 05 de Diciembre del 2013
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