El Tejado Roto
■ Habría que dudar de cada una de sus palabras y sentimientos.
Como la canción, los ojos les desmienten lo que dicen con la boca. Pronto podrían aparecer las brigadas nocturnas que entren en su casa a fiscalizar, no tanto si ha acaparado azúcar y papel tualé, sino su grado de atención a las cadenas de radio y tevé; si ha tomado apuntes, como los disciplinados ministros que las presencian en vivo; si han sido tema de conversación con sus vecinos, y si se ha dejado crecer el bigote, que no dice mucho, pero ayuda a homogenizar la estética urbana, junto con la franela roja y la cachucha ídem con estrella amarilla.
Es difícil no barruntar las ruinas que esperan a la vuelta de la esquina si unos y otros siguen en la borrachera del consumismo y el nariceo. Todavía retumban en los callejones de la historia la alegría de los cubanos, sus gritos y aplausos, cuando hace más de cincuenta años, cada noche, Fidel Castro anunciaba nacionalizaciones, tomas de fábricas, intervenciones de comercios, expulsiones de extranjeros y fusilamientos de “gusanos”. El Caballo no dormía “poniendo orden en la isla, rescatando la dignidad del pueblo, del hombre y de la mujer cubana”. Ay, pajarito, ahí empezó la demolición; también las colas.
Ahí están las paredes derruidas, los techos desplomados, los baños tapados y las aguas negras corriendo por las avenidas, mientras todos salen a marchar con una banderita de juguete para pedir la libertad de los cinco sapos presos, que para Elías Jaua son héroes; su función era la misma que la de los esbirros que mandaban Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez: delatar a sus connacionales, pero son la excusa que usa el Partido Comunista para obligarlos a acostarse sin esperanzas y sin cena.
Con total desparpajo anunciarán los de aquí la libreta de racionamiento, pero solo para los que no firmaron la solicitud del referéndum; para los que pueden adquirir carros chinos, los combos de las casas bien equipadas y otros muchos privilegios. La mitad del país será condenada al hambre, al apartheid.
Y además de víctimas tendrán el mote de fascistas y oligarcas parasitarios, entre muchos otros.
Dirán, sin duda, que solo con su eliminación habrá patria y dignidad, los dos únicos asuntos por los que vale la pena vivir. No me jeringues, patán.
El juego está cantado, pero son tan ilusos los que quieren imponer el guion del fracaso cubano como quienes piensan que el venezolano está vacunado contra el comunismo y sus sucedáneos. Ni lo uno ni lo otro. Los resultados se verán al final de los combates. No basta tener la razón para ganar ni basta ser mayoría para tener la razón. La indiferencia es la ruta más corta hacia la esclavitud y la miseria, no importa cuán grande sea el televisor pantalla plana que se tenga. Vendo libro de profecías cumplidas y por repetirse, con 50% de descuento.
Por: RAMÓN HERNÁNDEZ
@ramonhernandezg
Política | Opinión
EL NACIONAL
SÁBADO 23 DE NOVIEMBRE DE 2013
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