¿Habilitante? No,
¡espeluznante!
■ Ese es el único calificativo que puedo darle a la aprobación de la ley que le da “carta blanca” a Maduro para que desgobierne a sus anchas.
Como un falso adalid de la justicia, impoluto, gracias a sus “súper” poderes especiales, adquiridos por el empujoncito del diputado 99, se propone acabar con la corrupción, la especulación y defender, cual héroe de historietas, la economía venezolana. El problema está en que el showcito, con guión y producción cubana, que le está dando rating –y quizá hasta votos para el 8D– se le va a poner difícil cuando, de novelita rosa –con un protagonista bueno, una protagonista desvalida y un villano especulador– pase a reality show xtreme y tenga que enfrentarse a una economía destruida por sus políticas de “precios bajos a como dé lugar”. Entonces arrancará el momento de la verdad porque, después de esta embriaguez y atracón de electrodomésticos y zapatos con la que se está engolosinando el pueblo, sólo quedará un “ratón” terrible que afectará incluso a quienes nos mantuvimos al margen y críticos ante este vergonzoso festín de rebatiñas.
Maduro se propone ir contra los especuladores; pero, pregunto: ¿Irá contra quienes, haciendo gala de la viveza criolla, se apropiaron de televisores para después registrarse en páginas web especializadas, y venderlos a precios inflados? ¿Hurgará hasta el fondo o se quedará sólo en la puntica del iceberg? ¿Luchará de verdad contra la corrupción o seguirá poniendo presos sólo a “los chinitos de Recadi”? Porque, hasta ahora, sigo sin ver a los peces gordos –a los verdaderos cabecillas que orquestan los guisos y se llevan las ganancias jugosas– detrás de las rejas.
¿Podrá, por ejemplo, con su Ley Habilitante poner en el banquillo de los acusados a Diosdado para que responda por los gastos que realizó durante su gestión como gobernador del estado Miranda, los cuales justificaba a través de facturas emitidas por el IPSFA, y con las que adquiría carros, camiones y hasta instrumentos musicales? ¿Le torcerá Nicolás “el pescuezo” a Diosdado o sólo le dará un pellizquito de advertencia? ¿Se atreverá Maduro a meter presos a los hermanos de Chávez, su Comandante Eterno, acusados de comprar fincas, aprobar contratos sin licitación y malversar los fondos públicos de Barinas, a la que convirtieron en una especie de la Nueva Atenas? ¿Irá Nicolás, en su lucha contra la corrupción caiga quien caiga, contra Cilia, su Primera Combatiente, sobre quien abundan las acusaciones sobre tráfico de influencias? ¿Se atreverá Nicolás a solicitarle a las autoridades competentes que le abran una averiguación y le dicten –sí, a él mismo– una orden de captura por los presuntos hechos de corrupción que cometió en 2005, cuando era presidente de la Asamblea Nacional, con Bs. 265 millones que le fueron asignados para arrendar por ocho meses un edificio que nunca fue utilizado por el Legislativo? ¡Eso sí sería un ejemplo de lucha ejemplar contra la corrupción!
¿Logrará Maduro meter tras las rejas “a los loquitos de Chávez” por todos los delitos de los que están acusados: homicidios, porte ilícito de armas de guerra, malversación de fondos, tráfico de influencias, obtención fraudulenta de divisas, peculado, terrorismo de Estado, hasta traición a la patria meeesma? ¿Sacará del baúl de los recuerdos las denuncias de Mario Silva, quien se encargó de señalar a más de uno de los que hacen vida –parasitaria– y militan con los ideales de este desgobierno? Es más, chico, ¿a que no te atreves a meter preso a tu papá: el propio Chávez, por los delitos a los que el Poder Judicial se negó a enjuiciarlo en vida: traición a la Patria, instigación a delinquir y al odio público, tráfico de armas, asociación con organizaciones terroristas, peculado y utilización de niños para emitir mensajes políticos? ¿Cómo se llama eso, Nicolás? Más de uno lo llama corrupción.
¿Será capaz Maduro, tendrá la valentía y la decencia, con su recién aprobada Ley Espeluznante de destapar ollas podridas y aclarar los centenares de cangrejos revolucionarios que se han acumulado en todos estos años? Porque, si de justicia se trata: hay que dar el ejemplo poniendo el orden primero en casa. Comenzar por allí: desempolvando las denuncias sin respuesta sobre hechos de corrupción cometidos por los rojos-rojitos gobierneros y castigando a los culpables.
Por eso veo con horror esta Habilitante -¡espeluznante!- que vuelve a ser otra usurpación y, como tal, no pretende otra cosa que concentrar el poder en un solo hombre –¿todo en manos de Fidel? La prudencia no es más que experiencia, y la recomiendo en este momento hasta que logremos que nadie acumule tanto poder como para hacer peligrar al poder en sí mismo. Hoy más que nunca debemos crear pequeñas ofensivas contra esta ley; encontrar entre los distintos actores, opositores a este régimen, señales comunes que se sumen hasta que lo hagamos tambalear y reconducir nuestro destino.
Por: JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)
mingo.blanco@gmail.com
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EL UNIVERSAL
viernes 22 de noviembre de 2013
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