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    TULIO HERNÁNDEZ: El plasma, los miedos y los votos



    Lina Ron, UPV
    La cúpula roja valora a los
    pobres como “masa violenta”


     

    Justicia popular.

    Desde hace mucho tiempo la élite chavista utiliza la idea de los pobres que se pueden cansar un día, irse a la calle y hacer justicia por su mano propia.

    Así justificaron las hordas armadas, marca Lina Ron, que asediaban a Globovisión en su era opositora, con la amenaza de que en cualquier momento, si querían, podrían entrar a destruir equipos y patear traseros de periodistas escuálidos. “Qué podemos hacer”, decía la jerarquía roja, “la gente está molesta con su trato de la información y quiere hacer justicia”.

    Es famosa aquella frase de José Vicente Rangel en la que sostenía: “¡Hay que asustarlos con los pobres, porque eso los caga!”. Obviamente se refería a la posibilidad, varias veces barajada luego del Carmonazo, de que hordas armadas de pobres de Caracas, seguidores del Presidente que murió, invadieran urbanizaciones, edificios y quintas, destrozándolo todo a su paso. “No quedaría piedra sobre piedra”, agregaría días después el finado.

    La conseja es doblemente lamentable. De una parte porque expresa la valoración que la cúpula roja tiene de los pobres asumidos como masa violenta que, como a los perros bravos, se puede azuzar en contra de personas que no nos gustan. Y, de la otra, porque expresa una idea absolutamente delincuencial del papel de las fuerzas de seguridad del Estado. Sugiere que en caso de que tal cosa ocurriera, el gobierno, que es el administrador del Estado, que según las leyes tiene el monopolio de la fuerza bruta para proteger a la nación entera y todos sus habitantes sin distinción, se inhibiría de actuar para dar seguridad al grupo de venezolanos ­las clases medias que adversan el proyecto rojo­ que está siendo atacado para permitir que el otro grupo, los pobres vestidos de rojo, hagan la justicia, sin juicios ni defensa posible, que les dicta su peculiar sentido de la razón.

    El método ha vuelto a la escena gracias a la cercanía de las elecciones del 8-D. Como parte de la estrategia oficial de encubrir el fracaso macroeconómico con la estrategia de opinión de la “guerra económica”, el alma en pena que nos gobierna ha abierto las compuertas para que los ciudadanos comunes, eso que ellos llaman “el pueblo”, hagan lo que sea necesario ­desde saquear, hacer de fiscales o convertirse en amenazas vivas­ para lograr que los comerciantes venezolanos bajen los precios de sus productos para así bajar la inflación.

    Pero el capitalismo es muy complejo. Y el plasma, la pantalla plana, el televisor de grandes dimensiones, la línea blanca de diseño tienen una inmensa capacidad de seducción que convoca por igual a rojos, opositores demócratas y desencantados crónicos.

    Que nadie se llame a engaño.

    Los millares de venezolanos que aguardan en los alrededores de las tiendas de electrónica no son vengadores que actúan contra la codicia de los comerciantes. No son revolucionarios haciendo justicia, ni siquiera mártires de la lucha contra la usura, son consumidores ávidos de gangas. En todo caso mártires o héroes del consumo paroxístico.

    No hay ninguna diferencia entre los gringos que esperan angustiados, acampando en la calle, soportando frío y largas colas, la apertura del Black Friday, el día ritual de las grandes ofertas anuales de los Estados Unidos, y quienes hacen lo mismo a la puerta de Daka o cualquier otra tienda similar que se ve obligada a bajar sus precios por decisión gubernamental. O, lo que es más grave, por temor a la justicia popular sin protección gubernamental.

    La única diferencia es que el Black Friday es producto de la abundancia y el mercadeo.

    Mientras que el Dakazo, como se le conocerá en el futuro, de la escasez, el control gubernamental y la campaña electoral.

    Detrás de ambos está el triunfo del capitalismo que, inexorable, espera paciente que todos arriben al reino de Dios por el camino seguro del consumo.

    Maduro piensa que las masas irán por los comerciantes, los ricos, los dirigentes opositores cuando ellas en realidad van por el plasma. El pueblo quiere plasma; Maduro, votos.


    Por: Tulio Hernández
    hernandezmontenegro@cantv.net
    Política | Opinión
    EL NACIONAL
    Miercoles 20 de Noviembre de 2013

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