“Vladimir Villegas invita al diálogo y a la
concertación, como si fuese posible..”
De los tres hermanos Villegas, Mario, Vladimir y Ernesto, ha sido Vladimir con quien he tenido una relación que sin llegar a la amistad estrecha, siempre ha sido cordial y de mutua simpatía. Los años en que compartimos tareas como diputados de la era democrática, contribuyeron a eso. Siempre recuerdo que cuando Vladimir se desempeñaba como Presidente de Venezolana de Televisión del gobierno chavista y ya se rumoreaba su salida del cargo, pasó un día en un pequeño automóvil con chofer por la puerta de mi edificio donde yo esperaba un taxi. Al verme se bajó del vehículo y me abrazó con gran cariño. Yo le advertí que cuidado, que a lo mejor lo chismeaban y perdía el cargo. Eso ocurrió casualmente dos días después y no por el abrazo.
He seguido la trayectoria siempre adversa a este régimen de Mario, el mayor de los tres Villegas y la sumisión absoluta y fanática de Ernesto el más joven. Vladimir, quien comenzó siendo ficha del chavismo, lo abandonó hace algunos años y pasó sin medias tintas a la oposición. Pero algo ha sucedido desde el momento en que este periodista se inició como entrevistador en la nueva Globovisión. Su programa “Vladimir a la Una” de media hora al principio, ahora es de una hora lo que permite que el conductor del mismo, dedique 30 minutos al gobierno y otros 30 a la oposición. ¿Podría haber mayor demostración de equilibrio? Por supuesto, siempre que el periodista se comportara como tal y en vez de quedarse como una momia azteca ante las declaraciones que ofrecen los entrevistados, los repreguntara como corresponde. Para cumplir ese papel no hace falta ser grosero, ni siquiera impertinente, apenas agudo. Vimos, por ejemplo, la entrevista al jefe del INE (Instituto Nacional de Estadística) Elías Eljuri, quien pintaba un país paradisíaco sin desempleo, inflación, escasez, dólar por las nubes y demás calamidades que sólo la oposición apátrida percibe. Y Villegas como si nada. El entrevistado pasaba de una mentira a otra con la mayor desfachatez, sin que una palabra del periodista pudiera lanzar la más remota duda sobre sus aseveraciones. No tuve el aguante requerido para ver al completo la entrevista a la ministra de cárceles y pranes. La susodicha se mandó con una apología de su gestión como si apenas unos días antes no hubiese ocurrido la tragedia del penal de Sabaneta y el bochorno universal al conocerse la vida de reyes de los más peligrosos criminales, la categoría de su armamento, los privilegios tolerados por la corrupción de todas las autoridades relacionadas con la materia y la incompetencia absoluta de ella misma, la titular del ministerio del ramo. En este caso, la actitud casi de sordo y mudo de VV podría justificarse tomando en cuenta los antecedentes violentos de la entrevistada, una de cuyas especialidades es caerle a trompadas y destruir el estudio a periodistas críticos de su gestión o del gobierno al que pertenece.
Lo que pudiera parecer una conducta adecuada a los requisitos o exigencia de un canal que el gobierno de Maduro quiere rendido a sus pies, se ha extendido -en el caso del amigo Vladimir Villegas- a sus columnas semanales en El Nacional. En la última, después de hacerle una crítica casi en tono de reclamo paternal a los desastres de la gestión Maduro, se lanza con acusaciones de golpista contra María Corina Machado por decir lo que muchos decimos a cada momento: que el 8 de diciembre se juega en gran parte el destino de este gobierno, porque es la oportunidad de oro para demostrar su desprestigio y la pérdida catastrófica (para Maduro, por supuesto) de lo poco que le queda de apoyo popular. Para coronar esa nueva residencia estelar, es decir en esa estrella llamada Luna, VV invita al diálogo y a la concertación como si semejante ilusión fuese posible en un gobierno en el que se golpea impunemente a unos diputados y luego se les priva del derecho de palabra por “faltas de respeto” a la autoridad. En un gobierno que cada día aprieta más las tuercas de la represión y del abuso de poder. En un gobierno que cada vez insulta, ofende y agrede de peor manera a todo aquel que ose criticarlo. Para decirlo de otra manera, Vladimir se ubica, al parecer sin enterarse, en una especie prehistórica absolutamente extinguida como es la de los NiNi. Lástima, porque solía ser un buen periodista.
Variaciones sobre el mismo tema:
Los gobernantes autoritarios y los déspotas se caracterizan, entre muchas cosas terribles, por ser adictos al culto a la personalidad. Stalin, quien de la boca para afuera decía repudiar esa práctica, no ocultaba su agrado cuando en 1936 nada menos que Nikita Kruschev, Secretario del Partido en Moscú, les decía a los caídos en desgracia Zinoviev y Kamenev: “¡Pigmeos miserables! ¡Ellos han levantado sus manos contra el más grande de todos los hombres… nuestro sabio ‘vozhd’ (líder), el Camarada Stalin!. Al levantar sus manos contra el Camarada Stalin, las han levantado contra todo lo mejor que la humanidad posee. Pues Stalin es la esperanza; es la expectativa; es el faro que dirige a toda la humanidad progresista. ¡Stalin es nuestra bandera! ¡Stalin es nuestra voluntad! ¡Stalin es nuestra victoria!”. Stalin fue descrito por Khrushchev en marzo de 1939 como: “Nuestro gran genio, nuestro amado Stalin”.
Idi Amín Dadá se hacía llamar “señor de todas las bestias de la tierra, de los peces del mar y rey de Escocia. Mao era “El Gran Timonel”. «No es a mí a quien el pueblo venera, sino, a través de mí, a Alá y a sus imanes.» decía Jomeini y los aduladores de Chapita el Chivo, lo halagaban así: «Dios en el cielo, Trujillo en la tierra». Podríamos seguir con infinitos ejemplos de esta prosternación obscena a los pies de dictadores, hasta llegar al Benemérito Juan Vicente Gómez del que saltamos al Comandante Eterno y ahora a esa cosa llamada Nicolás Maduro. Pero esa cosa ha merecido una de las jaladas más vergonzosas que hayamos presenciado, protagonizada por la Cámara Venezolana de la Industria de la Bicicleta y Afines. En un comunicado aparecido a página completa en El Nacional del domingo 13 de octubre, después de felicitar a “nuestro presidente Nicolás Maduro” por el esfuerzo que viene haciendo en recuperar y estabilizar el sistema financiero, se lanzan con una jalada aún mayor a los jefes del BCV y CADIVI para terminar con la inevitable mención a “nuestro Comandante Eterno y el reto que nos dejó con la entrada en el Mercosur”. Es un aviso, es como el comienzo de un estilo que será el indispensable para obtener divisas y sobrevivir como empresas, en este país arruinado y en el esterero.
Por: Paulina Gamus
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Viernes, 18 de octubre de 2013
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