Aquí y ahora
Recientemente el gobierno entró en cólera por un titular del periódico 2001 que daba razón de que en el área metropolitana “la gasolina la echan con cuentagotas”. “Lo del diario 2001 es un delito y así lo denuncio”, afirmó iracundo Maduro. Llamó a la fiscal general, Luisa Ortega, y la instó a abrir una investigación en contra del Bloque Dearmas, para luego proferir la amenaza concluyente: “Y si el máximo castigo de la ley es que se vayan todos, pues que se vayan”.
De seguidas aclaró que no era un ataque a la libertad de expresión (sic). La verdad, no sé en que paró al final la arrechera de Maduro, pero, lo que sí está claro es que quedó pendiendo sobre la nuca de la cadena periodística la espada de Damocles, amén de una advertencia al resto de la prensa.
Independientemente de la información de la publicación, lo cierto es que dieron en el clavo sobre la realidad nacional. Nadie puede negar que tenemos un país donde prácticamente todo está racionado. Vivimos en permanente incertidumbre sobre lo que sucede en nuestro alrededor, sin comprender lo que dice y hace el régimen.
Es algo así como aquel trabalenguas que decía: “Donde digo digo, digo Diego; donde digo Diego, digo, digo”. Esa es la forma de expresarse de los altos jerarcas que se contradicen todos los días (sobre todo en materia económica), como si nada.
Pues bien, mientras campea la escasez, la “verdad” vendida y repetida mil veces en declaraciones oficialistas es distinta.
La respuesta del ministro Ramírez sobre la gasolina fue la del manual del buen burócrata revolucionario: hay gasolina para rato, lo que pasa es que la derecha fascista, o sea, la oposición, la burguesía parasitaria y los medios, conjuntamente con el imperio tienen una guerra declarada para hacer ver lo contrario. Y esta letanía se repite machaconamente. Siempre los culpables de las erradas políticas públicas causantes de todos los males no son quienes detentan las riendas del poder (que las han diseñado y aplicado) sino los malvados apátridas enemigos jurados de la revolución.
Sin embargo, el síndrome del “cuentagotas” está presente, cual fantasma irredento, en todos los órdenes de la vida cotidiana.
Quién, en su sano juicio, puede negar que el suministro de papel tualé está controlado y racionado bajo esta nueva modalidad revolucionaria. Lo propio ocurre con los productos de la dieta básica, la harina de maíz, el aceite de comer, el pollo, la leche, las fórmulas lácteas para infantes, etcétera, que aparecen intermitentemente en los anaqueles de abastos y supermercados, y originan, con frecuencia, peleas entre gente desesperada por llevar estos alimentos indispensables a su hogar.
Ni hablar del servicio eléctrico que en el interior es una pesadilla real y permanente.
Cuántos equipos se han dañado sin que Corpoelec se haga responsable. Amén del disgusto e incomodidad causados a quienes tienen que sufrir el goteo y regateo de la entrega sin interrupciones de tan vital fluido. Igual calvario viven los empresarios, industriales y proveedores de servicios de todo tipo. La respuesta más frecuente es “no hay” y si, por suerte, encuentra lo que usted busca, pues bien, amárrese bien el cinturón, porque lo pagará a un precio exorbitante, muy alejado de su bolsillo.
Ahora bien, en cuanto a la entrega de las divisas necesarias para las importaciones, la cosa se pone más peluda. Allí el gotero tiene el pico trancado, no sale nada distinto de chorritos de acequia mohína que no alcanzan ni siquiera para las crecientes compras gubernamentales en el exterior. Sin embargo Maduro aseguró en una de sus arengas que hay dólares hasta el 31 de diciembre de 2013 (?) para garantizarles las Navidades a los venezolanos.
¿Será verdad tanta belleza?