¿Quienes esta detrás del
audio de Chávez..?
Según el propio Nicolás Maduro, apenas un diez por ciento de la población cree que el audio de Chávez es verdad. Para él son cosas propias de “mentes débiles”. Y si a ello le sumamos que algunos ni siquiera se habrán enterado, ¿por qué les preocupa tanto la fulana grabación? Hay quizás algunas respuestas, unas más arriesgadas, forzadas y audaces que otras, pero válidas a lo mejor para una mente desprevenida, que puede ser el caso de un venezolano promedio, que es la base fundamental del voto chavista.
Estas son algunas de las reacciones que ha provocado el audio falso de Chávez atribuido por el oficialismo a una supuesta estrategia de guerra sucia de JJ Rendón.
Ola de repudio contra la derecha que ofendió el sentimiento del pueblo,con la publicación de un montaje contra Chávez..#JJRendonMalNacido
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) September 29, 2013
#JJRendonMalNacido tu y la mafia amarilla que te contrata se burlan del dolor de un pueblo, hasta ti y hasta ellos llegará la justicia
— Diosdado Cabello R (@dcabellor) September 29, 2013
#JJRendonMalNacido no encontrarás lugar en el mundo donde esconderte, la justicia te alcanzará a ti y a tus amos que te pagan
— Diosdado Cabello R (@dcabellor) September 29, 2013
#JJRendonMalNacido representas lo mas bajo y repudiable de la especie humana, eres capaz de traicionar a tu propia Patria solo por dinero
— Diosdado Cabello R (@dcabellor) September 29, 2013
#JjRendonMalNacido llegará el momento en que este pueblo te haga pagar por tus acciones!!
— Ramón Carrizalez (@RCarrizalezPSUV) September 29, 2013
— Ramón Carrizalez (@RCarrizalezPSUV) September 29, 2013
Y aunque el oficialismo ha rechazado y condenado en bloque la grabación, hay quienes piensan que todo se trata de una burda maniobra proveniente del interior mismo del chavismo, como lo cree el propio líder de la oposición, Henrique Capriles.
De acuerdo a esta teoría, el principal sospechoso ya no sería JJ Rendón, sino el que más aspaviento ha armado dentro de las filas oficialistas con el asunto, como una manera de ocultar y escabullir su responsablidad.
Entonces surge la pregunta más importante: ¿A quién pudiera beneficiar el efecto que el audio pudiera generar en la población que aún sigue al difunto ex presidente (en caso de que el mensaje llegase a calar en la población)?
No hay sino que jugar al descarte: ¿Quién sería el sucesor de Nicolás Maduro en una eventual crisis dentro del chavismo?
Pero eso es lo obvio. Lo que más les preocupa es que saben que ese tipo de historias relacionadas con los mitos prenden como pólvora en ciertos sectores de la población. Y eso los puede afectar a todos por igual.
De modo que para entender mejor las razones por las cuales los chavistas son particularmente sensibles a cualquier tema relacionado con las verdades más profundas e íntimas de su Líder Supremo (y miren que detrás de su enfermedad no fueron pocas las que quedaron ocultas) no hay que ir muy lejos en las interpretaciones: ellos mismos se han declarado “hijos de Chávez”.
De modo que aquí ya no se trata de una simple lucha política e ideológica. Se trata de un tema de pertenencia, de familia, de conciencia.
Los chavistas actúan de acuerdo con una lógica invariable: ellos saben que para pertenecer deben hacer todo lo que caracteriza al perfecto idiota latinoamericano (odiar a los gringos, al imperialismo, a los ricos, etc), pero además también algo que es muy propio del rebaño oficialista: ser sumisos, genuflexos ante las autoridades del partido, evitar cualquier tipo de cuestionamiento, aupar con religiosa mansedumbre a los líderes ungidos por el Dedo Supremo y aceptar como válidas todas las orientaciones que les dicte la “vanguardia proletaria” (léase los enchufados boliburgueses).
Para ellos, mantenerse unidos es indispensable. Es lo único que les garantiza la pertenencia, que en su caso es sinónimo de subsistencia, dádivas, subsidios y misiones.
En el pasado, esta unidad y esta condición gregaria solo la garantizaba el Tótem, el ascendiente, el progenitor. Pero muerto éste, la única vía que les queda, a falta de un sustituto creíble, es la vía del mito: “Chávez vive, la lucha sigue”. Es la fórmula que han ensayado para sostener el emblema protector de la tribu y para que él siga amparando de alguna forma a la manada. Tutelándola, custodiándola más que todo, porque ya no puede seguir manteniéndola, cuidándola, escudándola como antes. Ya nada es igual a cuando vivía el Sumo Sacerdote.
Por eso es tan importante preservar una imagen impoluta del Pontícife en el imaginario popular. Cualquier atentado contra el Altísimo es considerada traición. Es la peor falta que se puede cometer en la comarca de Chavezlandia.
En ese sentido, el propio Chávez instauró el modelo: el Líder tiene que ser, sino perfecto, al menos parecerlo. Para eso había que construir un ser mitológico, un tipo que fuera, si no como Bolívar mismo, que al menos usara su lenguaje. Alguien “Bigger Than Life”, aunque para ello el precio a pagar fuera vivir en la terapia del “Auto-mojón”. Y en eso Chávez era un maestro. Para la tropa, lamentablemente, Maduro es un discípulo más que displicente.
Karen Horney lo puso clarito en su libro “La personalidad neurótica”: “Existen dos características de la neurosis: primero, cierta rigidez en las reacciones y segundo, una estimable discrepancia entre las capacidades del individuo y sus realizaciones”.
Así, los chavistas les cuesta hasta tomarse un café sin tener que inventarse una épica. Es su único modo de soportar su presente mediocre. Y van por la vida librando batallas imaginarias con molinos de viento: así surgen, por ejemplo, los mitos de la guerra económica, de la independencia alimentaria. Los delirios y fantasías golpistas darían para otro artículo.
Culpabilizar de todo al pasado, a los poderosos, a los bien nacidos, les sube un poco la autoestima, y lo más importante: los hace sentirse inocentes. Y con esta falla estructural en la personalidad se mantienen convenientemente estacionados en una perenne infancia emocional. Y van con su yo idealizado, inocente, responsabilizando de cuanto les pasa en su insoportable e indeseado presente a todas las figuras parentales imaginables. Todos los que a ellos les parecen grandes, superiores. Los gringos, los burgueses, los niños bien, los capitalistas, etc. Los otros, siempre los otros, los culpables eternos: el infierno, según Sartre, uno que ellos, aún siendo de los suyos, seguramente tampoco han leído. ¿Algo nuevo bajo el sol? Todo tan elemental, mi querido Watson.
Por: Alfredo Sánchez
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Caracas, miércoles 02 de octubre, 2013
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