Preparados para el
colapso, pues…
■ Desde el autogolpe económico hasta el eléctrico son parte de la herencia que recibió Maduro.
La semana pasada se cumplió el primer semestre del anuncio oficial de la muerte del jefe mundial de la revolución que estaba llamada a salvar al planeta. No hubo mayor cosa, salvo la infaltable cadena del heredero y la cháchara frente al lugar donde se supone están los retos mortales del inventor del bolívar fuerte.
Cada mes hay menos bulla. La cadenita triste y con la misma letanía. Que si el padre de la libertad, que el salvador del mundo, el José Gregorio de los pobres, el hombre de los milagros. Que si Bolívar se quedó en pañales al lado de este gigante. La misma cosa. Mientras tanto el legado crece y crece y más en las manos de lo que quedó del chavismo que dio paso directo al madurismo. En la misma semana del acontecimiento que solo recuerdan Maduro, el clan, los Castro, VTV y la red de medios públicos; se fue la luz en 18 estados, se agravó la crisis de divisas, las reservas internacionales palo abajo y si acaso alcanzan para un par de meses de importaciones, se complica el desabastecimiento, crece la criminalidad, se destruye la vialidad, se hunde una gabarra sin más explicación que el mal tiempo. Ramírez habla de “sabotaje deliberado” en Amuay imitando a Maduro en eso del buen hablar.
Pero eso es nada. El empleo de calidad apenas llega a 14%. Lo demás es subempleo, migajas oficiales, becas, misiones sin prestaciones, contratos a tiempo determinado y buhonería pareja y trampas, mucha trampa: se roban los alimentos de Mercal, entre burócratas ladrones y militares corruptos y los entregan a comisión a la buhonería, aunque también le meten al contrabando de extracción parejo. El legado del gigante, además, pasa por la destrucción sin ningún tipo de atenuantes del bolívar. En eso no vale ni la coba de su invento preferido: el bolívar fuerte. Ni en Cuba, donde los hermanos cubanos, aceptan el pedazo de papel bolivariano.
Crisis en la industria, crisis en manufactura, crisis en salud pública. Destrucción total del aparato productivo y entrega a los cubanos y a extranjeros del lomito de lo que todavía produce algo: petróleo. Más legado. Criminales en cada esquina dispuestos a matar por un teléfono o una moto. Seis meses de la muerte oficial del comandante y Maduro anuncia el colapso económico como si se tratara de una conspiración del imperio, cuando todo el mundo sabe que es parte del legado de su papá muerto agravado por el clan de incapaces que lo acompaña.
En seis meses nadie hablará del comandante muerto. De hecho ya nadie habla. El tema es papel tualet y qué comemos mañana. Ese es el legado. Gústele o no le guste al sistema de medios públicos, a sus jefes, sean directos o indirectos.
Preparados para el colapso, pues.