Perdieron sus ahorros a manos
de un inversor venezolano
■ Las víctimas invirtieron un millón de euros para lograr un interés del 12%.
El matrimonio formado por Ángel P. y Herminia C. desconoce qué es el Dow Jones o un warrant. Sin embargo, confió en 2005 sus ahorros —350.000 euros— a la suerte de un alambicado sistema de inversión bursátil del que todavía hoy desconocen sus entrañas. La firma financiera Salatrade, radicada en Panamá, les prometió la versión contemporánea del milagro bíblico de los panes y los peces. Una rentabilidad anual mínima del 12%, cinco veces más que un depósito bancario. Hoy lo han perdido todo y encabezan una la lista de damnificados de una presunta estafa de casi un millón de euros que ha arruinado a 26 pequeños inversores. “Solo queríamos el dinero para nuestro hijo con discapacidad”, se queja el marido, que pide no dar su nombre completo para evitar las maledicencias en su pueblo de Valencia.
Pero, además, Ángel P. también está imputado por estafa. Llegó figurar en 2006 como socio de la firma Salatrade, con la que comercializó el producto financiero a su hijo, que depositó 40.000 euros, y una sobrina (52.000). “No solo perdí 350.000 euros, sino que fui utilizado para perjudicar a mis familiares y amigos”, alega.
La pesadilla de los protagonistas de esta historia asomó en 2005 tras conocer por un familiar al matrimonio venezolano Gentile-Bianchini, gestores de Salatrade, un fondo diversificado en bonos, acciones y materias primas que garantizaba un éxito del 70% mediante un método de “velas japonesas”. El sistema de Gabriel Gentile, un compositor de óperas religiosas de 53 años, se propagó como la pólvora entre amigos y familiares de Herminia y Ángel, que llegó a ofrecer el negocio a sus allegados. Desde un policía a un director de cine depositaron sus ahorros.
El Supremo de Venezuela negó la extradición, pese a la orden de Interpol.
Gentile realizó decenas de presentaciones en domicilios valencianos de su presunto esquema de riqueza, según varios testimonios. “Le entregamos la herencia de mi madre de 15.000 euros. Te embaucaba como quería”, recuerda la funcionaria Mila O. “Me fié porque me aseguró que no peligraba mi capital”, añade Paco Alba, de Tavernes de la Valldigna, que dice haber perdido 33.000 euros. “Era tan persuasivo que podría convencerme otra vez”, remata una tercera afectada.
Los clientes admiten que recibieron durante tres años estadillos mensuales por correo electrónico de los intereses. La mayoría reinvirtió para engordar el capital. En 2008 el sistema se desmoronó. El principal inversor anunció que retiraba el dinero ante la sospecha de eventuales pérdidas. “Gentile me amenazó entonces con enviarme a 20 sicarios”, asegura Ángel P., que perdió el rastro de sus euros en 2009 y recomendó el fondo a su hijo, que depositó 40.000 euros, y a una sobrina (52.000). Gentile reconoció en enero de 2008 que la bolsa podría arrojar pérdidas y propuso la compra de un terreno en la venezolana Isla Margarita para levantar un complejo turístico, según Ángel P. “Todo ha sido una mentira porque nos presentaba documentos falsos”, asegura.
Los afectados denunciaron en 2011 al matrimonio venezolano por un presunto delito de estafa. El Juzgado de Instrucción número 13 de Valencia reclamó a la pareja de intermediarios financieros, que ya había regresado a Venezuela —luego imputó también a Ángel P.—. Interpol dictó una orden de detención internacional para su extradición. Pero el Tribunal Supremo de Venezuela, máximo órgano judicial del país, se negó a autorizar su regreso a España. “No serán detenidos hasta que no crucen la frontera con pasaporte”, razona el abogado de las víctimas, Juan Carlos Navarro, que admite que los dos imputados podrían beneficiarse de la prescripción de su presunto delito de estafa —castigado con hasta seis años de prisión— si permanecen en el refugio venezolano.
Al margen del embrollo judicial, las víctimas desconocen el paradero del millón de euros. Ángel P., sostiene que lo recaudado por Salatrade “se destinó” a la Asociación Civil Fundación Betania de Caracas, que se dedica a divulgar la figura de la vidente fallecida en 2004 María Esperanza Medrano Bianchini, suegra del gestor del fondo. La Diócesis de Metuchen (Nueva Jersey, EE UU) abrió hace tres años el proceso de beatificación de Medrano Bianchini, que aseguraba ver a la Virgen María desde que era una niña. La Iglesia le atribuye “revelaciones celestiales, don de curación y visiones”. Y desde su comunidad religiosa reseñan que del pecho de la futura santa surgió 16 veces “una rosa de forma espontánea”.
Uno de los afectados cree que el dinero se gastó en un proceso de beatificación.
Ángel P. afirma que “existe relación” entre el regreso a Venezuela del matrimonio de presuntos estafadores, la desaparición del dinero y la expansión de la Fundación Betania, que desde 2008 ha pasado de tres a 17 comunidades en EE UU, Perú, Italia o Islas Caimán, según su página web. Las agrupaciones se dedican a la beatificación de la vidente en un proceso coordinado por el sacerdote de Cherry Hill (Nueva Jersey) Timothy Byerley, con el que este periódico ha intentado contactar sin éxito.
El principal inversor de Salatrade añade que el grupo religioso “adquirió”, tras la desaparición del dinero, una estatua de mármol de Carrara de la Virgen. Y detalla la espiritualidad de Gentile: “Veía muertos por las casas”. “Decía que hablaba en nombre de su suegra fallecida y que detectaba espíritus por la pista de Silla de Valencia”, relata Herminia C., que destaca el gusto por los “coches de lujo y los restaurantes caros” del presunto estafador, al que le reclaman un millón de euros. También recuerda una predicción que ahora dice entender: “Nos dijo que en enero de 2008 el dinero se convertiría en confeti”.
EL PAÍS ha intentado sin éxito contactar con Gabriel Gentile, que sufre una enfermedad “terminal”, según sus abogados en Caracas. Su defensa niega que se apropiara del dinero y que el capital se destinase a costear la beatificación de la vidente. Afirma que su cliente descarta nuevos fondos de inversión y señala la responsabilidad de su “exsocio” Ángel P., que también está imputado. Los letrados admiten que podría haber más clientes de Salatrade fuera de España. En una extensa respuesta de seis hojas, el abogado no aclara la duda que asalta cada día a la veintena de víctimas valencianas: ¿Dónde está el dinero?.
Negocios marianos:
El matrimonio venezolano Gentile-Bianchini deslizó a algunos inversores de su fondo Salatrade el destino de sus ganancias. “Me preguntaron qué haría con los beneficios. Ellos dijeron que dedicarían su parte a beatificar a la vidente Maria Esperanza Medrano de Bianchini”, explica una de las principales víctimas de la presunta estafa, que “comenzó a sospechar” tras este comentario.
La diócesis de Metuchen (Nueva Jersey, en Estados Unidos) anunciaba entonces la apertura de la beatificación de Medrano de Bianchini, la presunta vidente que dijo haber visto en 1976 a la virgen en una finca a 65 kilómetros de Caracas denominada Betania, hoy convertida en punto de peregrinación. La aparición mariana fue reconocida en 1987 por el obispo de la diócesis venezolana de Los Teques, Pío Bello Ricardo, según la web del grupo religioso. EL PAÍS ha intentado sin éxito conocer la opinión de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Gabriel Gentile reclamó hasta julio donaciones por Internet para recaudar 120.000 dólares para producir la ópera Gloria Salvatoris sobre Jesucristo. El espectáculo del presunto estafador, que podría ser arrestado por Interpol si sale de Venezuela, según el abogado de las víctimas, Juan Carlos Navarro, estrenará su gira internacional en Nueva York.
Por: Joaquín Gil
corresponsal en Valencia
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Domingo 08 de septiembre, 2013
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