Sentimos la amenaza de
una nueva guerra…
Las potencias mundiales mueven nuevamente sus piezas en el Medio Oriente. Ahora es Siria, el otro punto de encuentro de la muerte, el mismo suelo de Irak e Irán, la misma tierra de la antigua Mesopotamia, la de los sumerios, un pueblo de origen desconocido, que crearon una civilización muy avanzada, pero se enfrentaron constantemente en luchas por el control político y militar de toda su región, colaborando de esta manera para ser conquistados por pueblos extranjeros. Existieron 6 mil años antes de Cristo y hoy se mantienen en lo mismo. ¡Dios mío!, ten misericordia de nosotros, de ellos y del mundo entero.
Esa guerra nos afecta. En lo económico mucho más, aún cuando podríamos pensar que más bien nos beneficiaría por el aumento en el precio del petróleo, pero no es verdad. Una escalada de los precios del crudo, dispararía la inflación más allá de nuestros propios límites y pondría aún más en peligro nuestra seguridad alimentaria, producto de la poca producción que actualmente se registra en Venezuela y de las restricciones que las grandes potencias agrícolas del mundo ponen a la exportación de sus productos, para cuidar en mayores almacenes el autoabastecimiento de los suyos. En una guerra no gana nadie, ni el que vende las armas, ni el que vende los ataúdes. Ambos pueden morir también. Y más aún, si es con armas químicas como en Siria, donde la toxicidad del humo que despiden acaba con poblaciones completas como sucedió ahora en las afueras de Damasco, ordenado por el Presidente Bashar Al Assad, y como ocurrió en el norte de Irak con el ataque de Hussein con armas químicas a los kurdos, no hay humano que pueda aceptar tal desgracia, ni avalar tal tragedia.
Sobradas razones hay para frenar la guerra civil que vive actualmente el pueblo sirio con más de 100 mil víctimas y para juzgar con justa razón a quienes han cometido el delito de utilizar las armas químicas contra el pueblo sirio, terminantemente prohibido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los Estados Unidos saben que el área en conflicto (la antigua Mesopotamia), es como un cuero seco que si lo pisas de un lado se levanta de otro, pero también entiende que los intereses de Irán, Irak y Siria, son defendidos por su mayor proveedor de armas que es Rusia. Son muchas las variantes que intervienen en el conflicto, pero en lo más profundo del pueblo árabe está su religión. Eso se respeta, eso es sagrado para ellos y para nosotros. Sólo Dios sabe lo que ocurrirá en el transcurrir de los tiempos y es por eso que le pedimos que tenga misericordia de nosotros.
El llamado del papa Francisco, es más que oportuno. Nos convoca a una jornada de oración y ayuno para este sábado de siete a doce de la noche frente la Basílica de San Pedro en Roma, pero al mismo tiempo sugiere que todos los fieles y las iglesias del mundo oremos y ayunemos por el pueblo sirio y por la paz del mundo. “Quiero hacerme intérprete del grito de paz que se escucha en el mundo, queremos que en esta sociedad nuestra, destrozada por divisiones y conflictos, estalle la paz. ¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y protegido. Vivo con particular sufrimiento y preocupación las diversas situaciones de conflicto que hay en nuestro mundo, pero en estos días mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por las dramáticas perspectivas que se perciben. Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas. Les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes que vi en los días pasados. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones del que no se puede huir!”, sentenció. Hoy Señor, en estos momentos tan tristes, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Por: Lenín Valero
(Periodista)
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, jueves 05 de Septiembre del 2013
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