Tiempos de cambio
He recibido comentarios de diverso tenor con respecto a mi artículo de la semana pasada sobre la situación que hoy se vive en Globovisión, luego de la renuncia de varios anclas y periodistas de larga trayectoria dentro del canal, y buena parte de esos comentarios apuntan a la necesidad de que no se le puede pedir equilibrio a este medio de comunicación audiovisual porque ello generaría un mayor desbalance, dada la inalterable línea informativa de los medios del Estado.
Por diversas vías he recibido críticas a mis posiciones frente al tema, y esas críticas lejos de hacerme dudar me ratifican la necesidad de que los medios, públicos o privados, no jueguen un rol promotor de la polarización, de la división entre los venezolanos. Me reprochan que no haga una crítica a los medios del Estado, y que me concentre en poner en tela de juicio la línea de Globovisión antes de la operación de compra venta finiquitada hace ya varios meses. Pues quiero recordarle a mis críticos que durante largos años he cuestionado el rol de los medios del Estado, su carácter de medios parcializados, sometidos a una línea político-partidista.
Basta con buscar en los archivos de El Nacional mis escritos al respecto.
Ni tengo la lengua amarrada ni tengo miedo de ratificar mis críticas al modelo de medios públicos imperante en el país. Creo que tienen que ser sometidos a lo que ahora se denomina una “reingeniería” para que se comporten como lo que en teoría son, medios del Estado, y no medios para que un gobierno o un partido los utilicen como sectarias correas de transmisión de líneas políticas, ante las cuales pueden sucumbir incluso quienes, sin dejar de ser chavistas y maduristas, tienen críticas frente a cualquier decisión de carácter político, económico o electoral que no sea de su agrado.
Estamos en un magnífico momento para el debate sobre el rol de los medios públicos y privados. Los extremismos de uno u otro signo pierden capacidad de convocatoria, los matices comienzan a verse, aún en forma borrosa, pero cada vez con más claridad. La sociedad, de la cual forman parte chavistas, opositores, independientes, indiferentes, radicales, conservadores, dogmáticos, pragmáticos y otras categorías de ciudadanos no sometidos a la dinámica polarizante, espera mucho de los comunicadores sociales y de los medios. Tal vez esperan más de lo que se pueda dar, pero cada vez hay más conciencia de que la polarización no puede seguir contaminando la información en nuestro país, porque la verdad termina siendo la primera víctima en estas circunstancias.
El presidente Nicolás Maduro está anunciando cambios en algunos medios del Estado.
Vive TV pasará a llamarse TV Comunas, y el domingo leía una nota sobre la creación de VTV Noticias. En cuanto a este último anuncio, sólo queda esperar y aspirar a que sea un canal realmente abierto, capaz de superar lo que hasta ahora hemos visto como política informativa de los medios públicos.
Si se recrimina que en algunos medios audiovisuales privados sólo se destacan las noticias negativas, cosa por cierto cada vez más discutible, no hay manera de negar que desde los medios públicos continúa presentándose una realidad edulcorada, sin espacio para la denuncia, la crítica y la disidencia, lo cual termina siendo contraproducente para el mismo Gobierno.
Ese esquema de medios polarizados, desequilibrados y empeñados en amoldar la verdad a intereses particulares y no colectivos es parte de los males que como país tenemos que superar. Por fortuna, cada vez hay más conciencia de esa necesidad.